20091229


Fin de año en el caserío


Y yo que no salgo, pues ya me vale lo que sea; pero para mí son carnes que han de ser mías cuando se desparpajen en los callejones que nadie visita, por ese miedo a encontrarse con esas caras alargadas y medrosas de frente y sin deberla. Por algo será que el cura, antes de tapiar la iglesia e irse, los exorcizó y maldijo a todos. Pero este maldito Pancho, nomás los anda invocando para ver que se encuentra entre los abandonos. Y tú qué piensas que la debilidad te hace caer en la impulso a hacer algo, y los malos modos te empujan a las tentaciones. Para aprender a sentirte culpable y seleccionar cuidadosamente la porquería. Pero ¿Qué se puede escoger de lo que ya no sirve? Mientras, los humos recorren tiznando las calles e impregnan de olor a hoja de tabaco el pueblo y, yo sospecho que los muertos fuman y se acompañan con su olor a podrido y viejo entre chupada y chupada.

Eso lo aprendí mientras huía de esta mitad del pueblo abandonada, en la otra parte… ya casi no se refugió nadie, solamente una que otra viuda desamparada que no tenía donde guarnecerse, ni para donde jalar. Pero para nada que las luces que usted vio sobre la alameda eran el reflejo de la luna en el humo que salía sobre las chozas que hicieron los huidos en el monte de junto, los que ya no están. Dicen que ese humo es diferente porque el Pancho quema cosas raras en las noches para asustar a los nahuales o a veces yo creo que para llamarlos porque está bien raro como amanece así entre tanta niebla y pues hay que ver las pisadas en las calles, son huellas de animales que ya ni se hallan y aunque todas las puertas se quedaron abiertas cuando huyó la gente, no entran.

Y qué, cuando me lo contaban los parceleros que venían hasta la casa a tomar agua cuando no había que hacer en las líneas de maíz y arreciaba el sol, eran como esos secretos que se convertían en relatos y acababan en cuentos de valentía o miedo. Ahí nomás lo veían llegar sin hacer ruido y caminando sobre sus mismas huellas siempre al mismo lugar, callados y sin dejarse ver más de lo necesario. Al fin es el señor de la mala suerte y lo buscan por sus conjuros que no por sus friegas y limpias mientras lleva su gallo negro al el sobaco como dándole un calorcito y que si tiene suerte, le durara un par de horas en lo que llega su hora del trajín, sin ese miedo que se hace caldo al medio día. Eso sí, bien dicen que sabe matar gatos de siete maneras diferentes.

Yo, queriendo decirlo, lo digo. No como él, que habla y habla y cuando ya no le conviene solamente deja de usar las palabras mientras a puros gemidos se da a entender. “Fue la voluntad de Dios” y era suficiente para explicarlo. Que me lo llevara al panteón aunque trancara la puerta y se negara, era como ponerse una máscara y ser otro sin pedir nada extra “¡Pues lo que haiga mi cabrón!” y se lo cargo la chingada. Ahora empiezo a despojarme de lo que no tengo y a arañar entre mis sueños lo que resta como nadando en seco hasta que me decidí a tronarlo. Y ya no me pida que le explique para que se lo cuento así, es para no tener que estarlo mascullando por dentro más días.

Pero eso sí, antes le hurté el morral y los huaraches porque ¡ya para que los necesitará! y yo que ya me siento saliendo del panteón mientras platico como pasó todo, aunque después lo tenga que negar porque al fin, nada más a mi me consta. Pues que nomás lo enterré yo solito, no hay ni quien sepa o le conste. Y peor, desde que se me escapo el burro, no es lo mismo el trabajo, antes bien decía que Diosito me ayudaba y yo la regaba, pero ya ni eso vale. Y para qué lo cuento, si ya no tiene remedio, nunca aparecieron de vuelta ni Dios ni el burro, ya perdí la fe.

¡Ora qué! Si siempre hay una nube que se adelanta a todas y esa, seguro que no nos moja, mejor me fui porque ni para qué esperarla, era como tratar de que acabara bien y no tenía por qué ser así. La casa siempre fue blanca, con su buena puerta de talanquera, pero ahora no la veo más que gris de tanto humo pegado a la cal. Y, ya no sé qué me gusta más para huirme, si las nogueras o hasta las palmeras de más abajo pero sería un decoro cualquiera de las dos en mi largada.

Jefecito; ¡Este año ya se fue al infierno!





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20091214

Espejo


Antes nunca supe el porqué llegaba ante los espejos y me veía a mi mismo por atrás, hasta que decidí dar un paso más, y otro, y otro antes que el otro para enfrentarme al yomimeconmigo. Pero más antes empecé, cuando al ver la parte trasera de mi fotografía me vi de espaldas y dude en empacarla en el bulto que antes de viajar siempre preparo, porque al fin no sé si regresaría después, ¡yo o mi equipaje!

Y empacar ¿Qué cosa? ¿Se puede seleccionar la basura o algo que ya no te sirve? Que será prudente llevar a nunca jamás, antes que todo acaso el marco con la foto que me tomé antes de planearlo, cuando estaba descuidado y por eso salí tan natural. Pero antes que eso guardé un cepillo de dientes y una bata de dormir, porque mientras más desnudo estoy, menos frío tengo ¿Qué habrá al otro lado del espejo? Antes de intentarlo lo pensé; que aquí para allá, que al revés antes no veía nada y ahora imagino todo.

-Se gentil conmigo- Así, hasta que después me quedo sin vivir. Antes, en el mundo en el sobresalto desde quien no tiene anverso. Pero antes me di cuenta que desde ahí, nadie me había visto antes, porque cuando lo cruzo ya es después ¡Ven aquí! Y me enseña la puerta y el regreso ¡Irme antes! Si aún no estoy y ya me veo entero y firme ¿Correr? Si solo son unas micras de espejo y su gran capacidad de mostrar una alternativa y el gusto de verme desde fuera de lugar a mi mismo ¿Cómo negarme a dar un paso antes de eso?

-Antes dime cómo eres y después buscaré… tu imagen en una humedad marcada en la sábana- le había dicho antes pero ahora ya era después y mas que tarde, a lo más es una mancha vieja que había llegado al colchón para después estropearlo, y todo solamente para darle vida a miles de bichitos que estaban entremetidos entre sus frunces, como en el espejo, atrás y adelante. Delante y atrás, por y entre, antes y después de que me enterara de que no podría salir, aunque sé que fue por gusto entrar y siempre supuse que habría manera de dar la vuelta y regresar, eso sí, con almohada nueva (o al menos funda limpia).

¡Si no me reconozco, no sé si soy y existo! Ahora pienso en mi éxito lo menos posible, Necesito estar frente a un espejo de los de antes para poder decirme buenos días yo mismo y después seguir, asintiendo y disintiendo, antes de que se me quite el ansia y llegue el orgasmo. Mientras, atravieso el cristal en una muerte de a poquitos y después poder revivir, ya de este lado. ¡Quien pudiera quedarse en un instante y permanecer eterno en sus entresijos! ahí, en ese soplo que aún recuerdo y vivo, oteando el horizonte mientras solo contando cuentos me entretengo, hasta que llegue el momento en un santiamén y no antes ni después.

20091201

El campanero


¿Cómo que a qué me dedico? Pues a campanero, y no crean que estoy todo el día nomas ahí recargado en la torre de la iglesia o de sacristán

¿Qué hago? ¡Pues a darle aire a las campanas! a consentirlas como yo bien sé. Hay otros que nomas se dedican a aporrearlas y hasta las lastiman, siempre las oyes quejarse en sus repiques, no saben del oficio de sobar los bronces benditos. Hay que saber acariciarlas y darles más aire en el momento justo, cuando te lo están pidiendo para que se pongan a cantar de contento.

Véanlas nomas como se cuelgan para ajustarse a la fachada del campanario y nomas se quedan ahí todo el día hasta que se tiemplan con el solecito de en la tarde para, después, su llamar dulce en la noche a los rezos. Porque en la mañana tienen frío y nomas no suenan igual es como que tiemblan y no entonan. ¡A ver si un tañido de luto no tiene algo que te deja frío! y hasta te mueve el piso, y eso que no les ha tocado uno de dos horas de profundo desconsuelo, ¡eso es colgarse de la grande! Como cuando me llamaron a Puebla por lo del Papa, no en balde le pusieron la María, es la mamá de todas y acariciarla es irse a la gloria, la tocas y hasta sientes que brilla más el sol.

Yo nunca he tenido problemas, a mí nunca se me ha roto una campana y no me quedo dormido a la hora que toca. Ya es ganancia saber cuidarlas, saber balancearlas de a poquitos hasta que se echan a volar alegres y llenan la ciudad. A lo más, una vez se fue un badajo pero no descalabró a nadie. Cuando hace frío, no es tanto lo dulce que suenan y me pongo a tocarlas hasta entran en calor poco a poco mientras despiertan todos. En sus las vueltas, fácil me levantan hasta un par de metros con el impulso y sientes como el aire al pasar entre la torre te acaricia.

Y no se crean, no cualquiera sirve para doblar las campanas, que no es repicar. O para espantar los truenos sin desgraciar la torre, es todo un oficio tocarlas. Pero a mí lo que más me gusta es la carraca de semana santa, mientras enmudece a las matracas chiquitas de abajo, ahí si se necesita huevos para tronarla o en las fiestas cuando volteas completitas las campanas y se cimbra el campanario y por buen rato entre los cuetes y la música.

La peor tocada es la de arrebato, lo bueno es que hace mucho que no hay necesidad de echarla a volar, la última fue la del terremoto, primero solitas se echaron a volar y alguien dijo -déjenlas platicarse a gusto- pero después llamamos a toda la gente para ayudar ¡qué mal pedo!. Y ya hace mucho tiempo que no me toca oír a las caracolas respondiéndole a las campanas, ahí sí que se me ponía chinita la carne en las fiestas del pueblo, unos en la iglesia y los voladores en la plaza arriba del palo con su tristeza, que bien sé que eran ceremonias para llamar al nahual, desde la torre del campanario lo veía dar vueltas al pueblo en la noche, lo bueno es que yo estaba en bendito.

Pero no estoy por eso aquí guardado, cuando se echaron a volar las campanas para colgar a los rateros, yo ni estaba en el pueblo. Todo fue entre los rancheros y para cuando los azules preguntaron por el campanero, pues que me toca. Pero en serio señor licenciado que yo… ni vela en el entierro. Y dispense tanta plática, pero yo siempre tan solito en la torre, hora si me eche a volar, suelteme que tengo fiesta el viernes.

20091125

El municipal


¡Sáquese roñoso! Mi perro tenía todo el cuero enlodado de tanto estar acompañándome ida y vuelta al río a recoger piedras. Me seguía mientras las acarreaba todas embarradas y húmedas para subirle la barda del panteón. En la tarde, para cuando empezó a meterse el sol detrás de los ahuehuetes del riachuelo y vi mis huellas desde atrás, al principio deformes y después más mías junto al lodo de los chanchos, ellos se refrescan y yo al talache, pensé para mis adentros, el perro igualito a mí y los cerdos -que envidia de vida- porque para morirme no me gustaría chillar así mientras arrastro al cadáver que me sigue.

Hacer bardas tiene su estilo el que te queden parejitas y derechas, no es fácil. Mira el remate, es lo más difícil, porque de él depende que el agua no se la cargue. Te atarugas, dejas una piedra mal y ya tienes para que el agua camine por ahí hasta que se agujere todo ese tramo y después… para abajo se viene todito el trabajo en una sola tarde de lluvia y ¡no estamos para eso! Menos ahora que quieren las bardas de a tres metros, me las tengo que hacer más anchas porque la mezcla es igual de pobre. Bien se me hace que tienen miedo que alguien se les escape del panteón tan fastidioso, antes, qué remedio, los que no se hallaban con el cura, pues jálense para el municipal. Porque ni chance les daba de inhumarse en tierra santa, aquí los tienen bien controladitos, quietecitos en su agujero. En este, los bien parados tienen su monumento lleno de nichitos que nomas sirven para que se caguen las palomas y guardar los ramos marchitos.

Antes pasaban los acompañamientos enfrente de la iglesia y nomas les echaban tantita agua de la fuente para que se fueran a enterrar medio benditos, bien envueltos en su petate porque ni para otra cosa les alcanzaba. Si no había para el perdón, menos para el entierro. Ni importaba quien era o para donde iban pero siempre los agarraba cuando menos lo esperaban –Están manchados de sangre- les decía el señor cura a los pobres y se daban por sorprendidos cuando les tocaba el panteón de las afueras que ni a barda llega, su cobija y su petate sobre una tabla pandeada. Y ahí los sembraban sin luto, donde ni agua hay cerca y hasta que se acabare la memoria… sin quedar nada de ellos. Las cosas están y existen, nosotros si no estamos… no existimos y esa es a razón del óbito.

Cuando anochece en este panteón llega la hora de las pesadillas y el tiempo de sumarse a ellas para tener una excusa creíble al vicio del sueño en las noches para tímidos en que la cárcel estrena recluso bajo tierra. Bien temidos se quedan ahí porque al final son un lugar seguro para esconderse ¿Quién buscaría en un cementerio? nadie, es un privilegio esconderse ahí. Las tumbas no tienen ojos pero sienten y ven imaginando un fracaso en el día mientras descansan del sol en lo profundo entretejiéndose con las raíces de junto y está ahí porque le da la gana de estar

Lo que me gusta del municipal es su orden, las hiladas tan derechitas y todos los montones de tierra tan parejitos, sin lapida que los distinga, con sus flores marchitas. Puras cruces de madera igualitas, en encrucijadas a escuadra de tierra seca y la vista para el cerro tan larga. Tan endosada al horizonte sin nubes, tan amarrado al paisaje como una piedra atada al cuello.

De esto es de lo que les quería platicar, nomas para que no me los agarren igual a ustedes de desprevenidos y ni la sientan llegar. Hagan las paces con el cura pero entiérrense en el municipal que ese no tiene bardas y se van a poder salir a espantar cristianos en las noches.

20091105

Muertos y Todos Santos


Mucha la gente del pueblo decía que no existía y él, nunca los desmintió. Prefería caminar por el pueblo con la alegría de los ignorantes (que siempre son felices) y aunque siempre tuvo la sensación de existir, nunca se concretó pues nunca murió, por la sencilla razón de que no existió y estaba asombrado por ello. Quizás por eso persiguió dejar una constancia que contradijera lo que sentía.

Salió del pequeño cuarto en que se ocultaba de la luz en la parte trasera de la sacristía, una especie de bodega que olió a tiempo que se estanca y ritos de una vez al año. Esperó a que las mujeres del pueblo terminaran de cuchichear en las esquinas para atreverse a ir a la fuente a lavarse y para tomar agua mientras se fijaba en el alegre correr de los niños rumbo a la escuela, cayó en cuenta que no era ni sábado ni domingo. Regresó a la iglesia y fue al lugar de las ofrendas y comprobó que tenía algo que comer, fue entonces cuando vio la nota críptica adosada al bulto de la ofrenda. Especuló que era una petición a algún santo, pero no, era una nota claramente dirigida a él por alguien que lo alimentaba y lo conocía.

Eso lo inquietó, pues siempre pensó que pasaba desapercibido entre la cortina y los escondrijos del coro o el confesionario vacío del fondo. -¡Pero si yo lo único que quiero es mantener limpia la iglesia!- Pero no, siempre había algo más detrás del placer que le producía el ruido de la escoba pasando entre los resquicios de las piedras y el olor a tierra de las mañanas arrastrándose por entre las viejas piedras.

Observaba la iglesia como algo vivo, que no pulcro, mientras el ruido de las oraciones como algo que lo transportaba, pero no era agradable a sus oídos y le llegaba de todos lados, se sintió mareado e inseguro. Y el hecho de que las comadronas cada día desafinaran con más gusto cuando intentaban cantar, lo llevo a prescindir del oído y concentrarse en la intención del canto, un casi llanto. Conocía cada una de las voces de mucho tiempo atrás y mientras adivinaba sus vidas, entendió que ese sufrimiento era gustoso y las plegarias correspondidas.

El espíritu del lugar le envolvía mientras lo recorría con la vista, subió al altar mientras fingía barrer. Aprovechó para tener una vista completa, la curiosidad lo llevó a la parte de atrás donde estaba la cripta y entró sintiendo que la transgredía. Ahí estaba, su nombre en una gaveta del nivel más bajo y sin pensarlo, buscó entre sus cosas el pequeño papel, puso la nota resguardada en un resquicio, después de todo… era para él. Limpió cuidadosamente la piedra gravada y trató de acordarse desde cuando permanecía ahí, sintió en sus ojos el reverberar de las veladoras que se consumían despacio atrás de él, como atravesándolo, y se sintió transparente, lloroso, y trató de levantar sus manos para enjugarse, no pudo.

Salió cuando creyó que estaba en un horrible y extraño lugar lleno de una música plana, atónica para su ser, y regresó a sus vanas actividades de todos los días, semanas, meses, años. Y así, cada día se sintió mejor después que ojeó aquella nota en el papel y el epígrafe en la laja. ¡Alguien sabía de él!

20091026


LA CARRERA PANAMERICANA 2009
Bien Manolo

20091006

Su punto de vista


Usted me disculpará, pero ya estaba hasta atrás de fregarme la vida. Por eso es me dan tanta envidia las que sí tienen madre y de que ocuparse, pero yo, la verdad, ya estaba hasta atrás de aguantar fregaderas en el pueblo y aquí por lo menos sacas para los trapos y comer. En la cantina del pinche rancho, pos pura chinga limpiando guacareadas de borracho, puro agarrarte de su pendeja y tratarte de a puta y ni siquiera te pagaban. Y en la casa como que ya les andaba por librarse de esta pobre bruta... pero ni los culpo, pobre de mí gente, están bien jodidos, aquí como quiera tengo mí esquinita en el bar y esta bola de pedotes que son más mansos que los bueyes del rancho y algo de lana, pos como quiera te sueltan. El ya no tener que andar chingándole en la banqueta está de gane, te libras de la pinche tira que nomás te esté jodiendo cada vez que te agarran taloneando en la banqueta.

Claro que me acuerdo de antes, apoco crees que estoy aquí por el pinche gusto, hay muchas que están aquí por cuscas, pero yo la verdá, ya casi ni le encuentro chiste a coger con esta bola de acomplejados que nomás se te vienen con que les veas su pinche pájaro desinflado, ven una chava… y pa´ luego es tarde, ¡ahí te están jodiendo! Otros que ni queriendo se te olvidan, tienen su no se qué chingaos que te prende y no tanto coger; como que los quieres patí solita, para tenerlos de padrotes y consentirlos en tu cantón. O, también, los pendejos que creen que pueden, nomás como que haces que te les pones… y se las puñetéas con la mano, bien pendejos, ni cuenta se dan los tarados de lo pedos que están. Bueno, esos como quiera traen lana y ganas de acabársela.

Pero a este canijo, desde que le eché el ojo, sentadito abajo del anuncio de la chelas, prende y apaga todo tiempo, me gustó como para siempre, recién bañadito y oliendo a Camay, como que no era tan pendejo como los demás. Hasta se me hacía buena onda el chambeador ese, yo pos ya me estaba animando a que me diera una hojalateadita porque esa es su chamba. Pero que va a andar buscando ese cabrón, si no más me ve y lueguito se pone a temblar como pajarito mojado, ahí lo ves sentadito que sus ojitos que se le ponen en blanco y le faltan huevos pa´ acercarse y tirarme la neta; pos allá él, el muy pendejo.

Y el otro día, pus como que ya se me querían armar los besos y mejor me abrí, no fuera a ser que se me culeara de a de veras pa´ después rajarse a la hora de la hora. Que se vaya a la verga y órale pinches putos, a ver quien sigue, que mal pedo ni modo de entrarle a todo morocho o de patearle el culo al que sigue. ¿Usté qué haría? Yo ya me aburrí de buscarme en los espejos de la barra cuando no viene nadie.

Ese, es de los cabrones que me ven cara de su mamá, nomás les gusta que los veas bonito y los apapaches sabroso y a la hora de la hora se les frunce tirarte la neta. Lástima de cabrón desaprovechado y eso sí me cala… yo pos, por el puro gusto me lo jalaba, pero no se deja, está re clavado en su chamba o a la mejor tiene otra torta por ahí y nomás se acuerda de mi cuando me tiene delante. No sé qué tarugadas, mejor le corté las alas no fuera a ser que me terminara de encular todititita, y si así ya estoy hasta la madre, enculada me va a llevar la chingada lueguito.

Tanto rezar y creo que no se me cumplió amarrarme un buen pelado, la virgencita me cae que me trae de encargo. Voy a ahorrarle y salirme de aquí, quedan muchas maneras de estar triste y ¡Puta madre!... Pa´ la próxima mejor me agarro un pinche chavito, aunque todavía este medio verde, paque me saque de chambear, porque de cabrones, y pendejos… ¡Ya estoy hasta la madre! O no Manuelito ¿usté como la ve?




El Chambas


Cuando en las tardes salgo de trabajar, ya ni puedo descansar… este canijo oficio en que ando ahora de hojalatero, es bien acabador. Es que en verdad, paque no más que la verda, soy bueno y me gusta pero necesito fregarme de a madres para que después de meterle la mano a carro tras carro… y sacar todita la chamba para nomas terminarla y verme un rato adentro, en mí pinche angustia, esta soledad cagante en la que estoy, cerrar el taller cuando siento que ya estoy a punto de mandar todo a pilfor, para irme de solapa a la casa. Y esto todos días, con problemas que quizá tanto carro fregado, quizás la ausencia de un cariño que traigo conmigo, arrastrándola atrasito mío y pos no agarro consuelo. Y así nomás, ¡que carajos! un buen baño y salir a caminar un rato. Sin ningún rumbo, solo dar la vuelta para dejar este cansancio que me llega hasta adentro y, nomás por el pinche gusto que me llevaba a abandonarme en esa pose que ya me traía frito, sin poder enfrentar la vida; el control de mi pinche vida era nadita.

Hasta que un día, caminando, pase enfrente a ese lugar; que chingaos las luces de neón y pos padentro, su música norteña de jale con buen ambiente. Y ahí la vi, arrinconadita y casi como por casualidad en la esquina de ese barcito de mala muerte, que lo único que tenía de especial era la cercanía con el taller. Y que carajos, a esta cabrona que ahí estaba en el fondo, casi sin verse, tan chiquita, ella, con ese sentado como de chamaca miedosa, su cara lavada sin maquillaje. O serían simplemente sus ojos tristes, tan bonitos… esa vez pensé que no lo era… Pero si… ¡Claro huila, que otra cosa podía ser la palomita!

Y así empezó todo para esperar que llegara la noche del fin de semana y buscarla en el mismo lugar, para la misma rutina, siempre la misma esquinita, para llevarla al mismo tocadero, al fajecín primero y después a ponerle en el cuarto. A veces, cuando no me la encontraba, me atarantaba con la copa y ponía la mirada perdida en el fondo del salón oyendo la música, como distraído, pero ¡Qué carajos! Buscándola. Hasta que se me pasó eso… ya no me sentía capaz de ver por mí mismo, cuando llegaba al desate que representaba el putero en mí vida y a lo mismo, a darle… -Vengase mi palomita, tóqueme, abráseme…- y así empezó la rutina en que el olvido se mezcló sin sentirlo con mis problemas, arrinconándome por un momento en ella, siempre en ella, sólo en ella… como fatalidad en mis pinches noches de huevón.

Casi lo máximo, casi los malos agüeros en los fines de semana a huevo. Y siempre sus ojos como queriéndome decir algo, una historia de chinga y olvido, un cuento de fantasías calientes de las que guardas bien adentro o solamente alguna pendejada de a tiro pa distraerme… Pero siempre me envolvía mientras dilatábamos el camino a la almohada, pos un fajecito y un contacto frío y casi sin sentido, echármela me tenía embrujado cada fin de semana en que la esperaba y sólo era por verme en sus ojos, siempre sus ojos… abandonarme a mí mismo, olvidarme para después, caminar a casa a esperar el día, para verme vacío de regreso en mí cuarto, yo… pequeño y descobijado ahí nomás tirándole la onda, extrañándola. Cuanta energía quemada en ella, cuantos momentos perdidos a lo puro pendejo en la basura.

Y así otra vez, cada fin de semana, daban las cinco de la tarde y me ofuscaba después de chingarle para regresar al ritual de siempre, a tratar de hablarle al oído y arrinconarla en mis brazos para sentirla cerquita… Más de una vez yo fui el atorado entre sus brazos y era ese recuerdo el que me hacía regresar para volver a sentirme bien chingón y querido entre sus brazos. Y ahí me tenía hecho un pendejo, viéndole su pelo negro, sus ojos. Mientras ella me ve de reojo, llevando a sus últimas consecuencias su pinche orgullo, sus piernas largas tan bonitas. Tan dobladas como tijeras sobre sí mismas mientras se sentaba bien jodida, esperando quién, esperando… Tardes y tardes esperando… Yo, ahí, sólo para disfrutar ese rato de estar tendidos en la cama y mirándole su pelo negro.

Mientras ella, extendida y lista ya lo sabía, no era tonta. Más de una vez había hecho sentir ese enamoramiento de otro pedo a hombres más viejos que su tarugo y sentía que podía agarrar la onda, ese sentirse dueña del guiñapo que se acercaba miedoso a buscar su cariño, tanto que no era ya siquiera me importaba el sexo o fingir por momentos, para amarrarme a mí, en quien basaba su cara bonita, sujetarme en ese momento como si fuera el único y buscar seguridad en el placer que le producía saber que a fin de cuentas me necesitaba y así, crecidita, me esperaba el sábado; pero como que se aguantaba las ganas de decírmelo.

Pero cuando yo llegaba, esa sensación de lugar seguro, de dejarme arropar y disfrutar por un rato… hasta que sucedió… ese día, estaba de malas y con prisas, el palito tan sin chiste, ¡Y yo tanto que lo había esperado!, se vio reducido a un sexo breve y con miradas a los costados en que nomás no entendí que pasó, al salir del cuarto ese gesto displicente con que me despidió, y su maldito orgullo, ya ni la friega. Salimos separados, me dejó sacar la jeta primero, después ella pavoneándose entró al salón, buscó entre la gente y luciéndose se colgó a los hombros del primer tarado que pasó, ¡Que huevos del cabrón! Bien que supo aprovechar su desplante para besarla en la boca, territorio siempre vedado para mí, y pues ¡ahí me prendí! Con eso empezó esa punzada, como un borbollón de sangre tratando de salir de mí coco, calor, pero antes… un momento de luz, la luz prende y apaga de los anuncios de cerveza… y el dolor de cabeza, el ruido de la rocola después…

En ese momento lo comprendí, así es como trabajaba ella mi amor. Ahora lo había visto claramente, esa confusión aparente en que se escondía no tenía razón de ser más, ya me había mostrado la salida, puras mañas y el camino era más que corto, un adiós seco y rotundo, me aguanté las ganas de rajarle su cara para irme mentando madres. A puros jalones y yo; bien jodido en medio; las visitas, desde ese día, entre esperas y pocas ganas, perdieron razón de ser, se diluyeron como mis ganas. Era como pasar de un estado de ánimo a otro… de repente y sin sentirlo el tiro de gracia… derechito al buey. El día siguiente amaneció de poca madre, en el camino al taller me acordé de la noche anterior, prendí el radio, comencé a tararear una canción y me dejé llevar. Al fin que era domingo y mejor me fui al fut-bol con los cuates, unas cuantas chelas, y me desprendí de ella, de los problemas, del taller, ya ni me preocupé ¡Qué chingaos!

El fin de semana siguiente doblé las manitas, fui a verla para hecharme unas cervezas lentamente y hasta las saboreé, puse mí cara de maricón y nomás me quedé viéndola mientras me echaba un cigarrito y como que vi que hasta la podía esperar, pero disfrutando del rollo que se aguado. Hasta que no quedó nada, veía pa´ atrás y no encontraba nada.

Sabía que ella actuaba, puro cuento, y nunca supe en qué momento sus escenas perdieron verdad y se convirtieron en mala leche. Por ratos la extrañaba y alguna vez… claro que hasta la busqué, pero esto era de ida y vuelta, de dar y recibir y ¡ya ni modo!, y que no te las pongan porque pa´ luego es tarde les llegas…

Me extrañé el primer fin de semana sin buscarla y hasta como qué descansé de sus caricias, el segundo me sentí sin que hacer y el tercero, la verdad, ya ni me acordé de mí rencor. A veces, como que la echaba de menos y me empezaba solito a contar historias de cómo la extrañaba y lo buena que era conmigo. Pero no, nunca fue lo mismo, ni modo de andar ladrando mi muina en cada esquina. Alguna vez, pasadito el tiempo, me atreví a pararme afuera de la cantina, ella, cuando le pitaron pos salió a buscarme… su mirada ya era otra, y mí parado pos también cambió. Ya nomás no me dio jale, de plano ni entré, la salude de lejitos, no fuera a ser… otra vez me dijeron que la vieron en la esquina del taller. La muy canija ahí estaba ¡Mejor ni me asomé! No fuera a ser.

Siempre sentí raro como me movía el tapete, y yo como queriéndola a ratos. Otras veces entre amante y su tarugo… y si, esto curó mí herida, sanó mí mente o refresco memorias, ya es gane ¡Qué le va uno a hacer don Manuel!… ¡Hay que chingarle!




La fórmula del éxito


El anuncio de neón de la Superior ya me trae mareado compadre, cada vez que volteo me da en la jeta la luz con su prende y apaga. Es que estar aquí me gusta, pero un día de estos lo voy a apagar de un botellazo, lo bueno es que no hay que dar explicaciones a nadie, los cuates de la cervecería ya ni pelan y ya la gente cambió de marca por las nuevas. Aquí todos entran a cambiar de marca y de piel a ver a quien apantallan, los más chambeadores son los que se sientan solitos al fondo del salón y ni pelan, ahí se quedan tranquilitos entrándole a la cubeta de las chelas frías y ni botana piden. Los más hocicones a la barra con tequilas dobles y a alardear de lo que no pueden. Se levantan dan un paso y patras, son a los que hay que correr temprano antes de que encuentren bronca pues de acambaro salen bien pachecos después de la tercera. Cuando me acuerdo, ya es jueves, ahora los jueves ya hay movimiento, antes hasta el pinche viernes llegaba la gente, se ve que la cosa ahora está bien. Las chavas ya se animan a entrar y hasta dejan sus miserias afuera para buscar adentro un pendejo que las empede, les vale madre que todavía estudien o tener un carnudo en casa, lo que quieren es divertirse un ratón a cuenta de otro, entran caminando despacito como quien no quiere la cosa, pero bien que van aventando las pantaletas al que se deje y les vale madres las de fijo que tengo taloneando aquí. Antes ni a madres asomaban la jeta por aquí, ahora están muy liberadas. Ya los buenos tiempos de las pedas hasta las cinco de la mañana se acabaron, ¿Te acuerdas compadrito? ahora con la inseguridad en las calles, les cae la chota y ya se fregaron. Hay veces que deatiro hasta yo me quedo a dormir aquí mejor, le saco a andar solo a esas horas. Y ya van tres veces que me estaban esperando los azules pa´ chingarme su mordida “Por la vigilancia”. Antes era la chorcha parejo, ahora, si quieren platicarte te piden fuego y se quedan esperando que los veas de frente para platicarte un rato, puras pendejadas. A veces creo que ni les gusta el chupe, nomás vienen a que los oigas platicar sus chingaderas. Entre fornidos y mal encarados se dejan caer en las mesas del fondo, pero hay algunos diferentes, ni siquiera son de los de a diario, se ve que vienen a ver a alguna de las de aquí y como que se ve que anda bien enculados pero al final se rajan y ya nomás se quedan prendidos de la copa. Chiras pelas y se dejan caer de vez en cuando con la galana nomás pa´ que les quiten la marmaja del sobre de raya, pero pos ellas también tienen su corazoncito y terminan dándolas de a gratis con uno que ni pela en la cantina. Agüevo, puros maricones que van a terminar de sidrales por mierdas, no gastan ni en el condón, siempre con una torta que ni los pela, pero sienten que ya la hicieron cuando dejan un pedazo de su rollo con ellas, -Espero volver a verte- Y ahí se quedan babeando mientras se reponen y regresan a la semana siguiente, nomás juntan algo de lana. E igual que llegan a su casa con cara de mustios pa´ decir que se les pasó la mano y quieren que los entiendan, que no mamen punta de gueyes. Mira este cabrón ya está pedo y así, para necio me gana y con que hay te va la ñonga creen que se la quitan, que bien joden llegan a sus casas en safe y sin lana y todavía se ponen bien pendejos con que quieren sus chilaquiles bien picosos para la cruda. Mira, échale un ojo a esa canija, la pobrecita ya tiene como tres años aquí y ni un resfriado pesca, es de las buena onda, pero algo tiene que no se le lanzan ni a madres, ya van dos o tres veces que regresa del cuarto y nomás veo como se le salen las de cocodrilo y hace su escenita, mientras su galán… ni en cuenta el muy pendejo. La neta es que no la hace, pobrecita, es de las que me caen bien y no son trompudas. Ahora ya hasta me dan ganas de hacer este burdel un antro o un table, es lo que está de moda, pero si no aguanto la luz del pinche anuncio de las chelas, menos el ruido y las luces de una disco. Pero nomás de pensar en tener que contratar guaruras pos me rajo, y si así llego al cantón oliendo a madres, con todo cerrado y obscuro, pos me niego. Pinche compadre, son chingaderas, aquí me planto, mejor me quedo con mis clientes de siempre. ¡Órale compadre! platíqueme algo porque ya me duele la garganta, yo soy el que siempre escucha y ahora me agarraste platicador. Échate otra Manuel, yo invito.

20091005



Ahora entiendo el significado del dicho que reza:
Se defendió como gato boca arriba
Pero ya no se comió los peces

20090911

-Se los previne, ni vengan porque aquí hay-


Como yo quiero platicarlo, pues me vale madres lo que haiga sido. Para mí esto pasó y es verdad, yo ya no estaba contento cuidando las vacas con los patrones y ¡de que Dios dice a llover, del cielo caen escobetas! me lo troné completito y nomas porque se me puso enfrente y me cantó la bronca, ni supo como perdió. Que me descuelgo del rancho justo antes del amanecer pa que no se me hiciera largo el camino, pero te juro que yo no le di motivos y no tuve nada que ver con cualquier cosa que me achaquen y lo que aiga pasado ¡ni en cuenta! Agora ya ni pelo, pero entes si me calaba que se me quedaran todos viendo cuanto entraba al pueblo y hablaran a mis espaldas.

Procuro de venir que es que al final es todo el cuento y este es más grande que una catedral mientras todos corren a alcanzar su destino o a apagar su fuego cuando no queda de otra y la ven venir cerca o ya les está quemando los cacles. Lo de la Juana fue otra cosa, cuando menos vi, pues ya estaba aquí y para ntonces ya me había calado estar solo y que ahí me planto porque aun ahí anduve yo sembrando y pa cuando ya no quiso solita se fue. Y si anda en las habladas ¡pos a mi qué!

Antes, había conocido lo que hoy se, claro antes no me importaba el tener que ojear el periódico para seguir sabiendo lo que pasaba, aunque puras mentiras fueran y las fotos estuvieran más retocadas que la moza de la cantina y nomas que me voy encontrando ahí entre sus páginas, que me buscaban por no sé qué tantas cosas, puros cuentos. Pero ni modo, bien que pedí emprestado para no tener que volver a verles la cara ¡No había de otra y apenas! Con esa lana me dejé caer en el rancho de mi tata a enderezarlo y asín estoy dándole a levantarlo. Asin naci ultimas y por esto me reconocen guarín, soy bien roncha y adonde quiera me hallo, mi única marca es el lunar en el cuello que parece mariposa y lo chambas que soy. Y que si para enamorarse hay que llegarle al parche, pus aquí estoy y aúpa, aunque la Juana diga otra cosa, que bien se que ya le anda por que la busque.

Y si morirse es como venirse a puros empujones y pos yo ya toy presto. Hora a temblar y menearse en este cuerpo, que es único que tengo, al fin que guardadito en la troje ni me recuerdo y aquí los toy aguardando con la cuata bien parqueada para que al menos un par me acompañen, y si salgo con bien pos agarro pal monte. Si no, aquí me planto a seguirle chambeando. Ya se les dije y ni entienden, -el que las hace no las consiente-.

20090908

Cuando despertó se sintió tan sucia y transpirada, que ensimismada entre el silencio de su cama y las sábanas blancas se empezó a acariciar, mientras, afuera llovía y el ruido de las gotas rebotaba en la ventana empañada. Deslizó su cuerpo con pesadez y se dirigió lentamente al baño, lo inspeccionó cuidadosamente al tiempo que encendió, clic, clic, uno a uno los focos mientras se acostumbran a la luz su vista. Entonces se queda posando para la eternidad frente al espejo tratando de reconocerse, conforme se ilumina su rostro termina de abrir los ojos. Está frente al lavabo con el agua corriendo y se limpia minuciosamente para hacer coincidir sus hábitos con sus principios, regresa a la cama, aún es temprano y después de hacerse de nuevo el amor, se levanta para bañarse completa. Enjabonando y fregando cada una de sus partes en un agua ardiente que suponía la cocinaría para convertir sus errores en entusiasmo, porque bien sabe que no caben todos sus yerros en un lavamanos o por la rejilla de la regadera. Y después, el ritual de la despedida en que después de secarse minuciosamente, una y otra vez, con la toalla blanca, basta y áspera que le termina de quitar la culpa. Se maquilla escrupulosamente para ella misma y se viste minuciosamente de negro absoluto por pura inercia, sabe que los pequeños detalles son los más importantes. Mientras se pone, una a una, las prendas que van dejando cubierto su cuerpo y aventuras ya pasadas, para convertirse en otra persona, tan llena de sosiego y ternura que termina pensando que, ella, tan solo es la ofrenda que ni todos tienen, ni se comparte. Solamente quiere tener recuerdos felices y verse radiante y fresca, porque no se puede guardar imágenes del amor por mucho tiempo, transcurre y se vuelven memoria. Solo el icono de su cara en el espejo y este: es la de un compendio sin dueño, sin nadie que encaje con él o lo ojee en su regazo, no es ella misma y no se conoce. Y el murmullo del agua entre su cuerpo es el sonido de esta historia.

20090905

El tesoro
Antes, se murió el último de mis perros, estaba bien aburrido de perseguir sombras correteando su cola polvorienta mientras nomas andaba por ahí arrastrando el hocico en el suelo del desaguadero. Seco de seis meses en el fondo de la mina buscando ratones. Y yo, mientras, solo veía los trasgos cargando el oro para apagar la compulsión por la compunción y todo por esa frivolidad enfermiza en que quisiera decir algo para hacer sentir bien y no lo hago. Era solo un duende el que me mostro el lugar que buscaba.Después, ese silencio que se queda en el fondo de la poza, seca y agranda mi goce, pulido y encerado, con las manos dentro de las bolsas del gabán a base de soba y soba, hasta acabarse el forro mientras me obliga a cargar conmigo mismo. Reprochándome yo el que me haga sentir fuera.Mientras, maldiciendo actos oblicuos que propició el codiciarlo y sentir que solo que estaba amortajando mis deseos mientras, yerto, dejo atrás mis dedos entre su brillo y le cuento las cosas que ya sabe, pero, le gusta escuchar como la pirita que brilla y no vale, puros destellos.Ahora estoy en una danza que no está preparada, dando vuelta a la noria. Me quedo viendo los rostros y adivino que piensan para actuar en consecuencia y solo convulsiono dejándome llevar para ver todo un día después, que fue, ayer mismo. La entrada de la cueva estaba cercada por un matorral que la escondía para quien no supiera de su existencia, cerca, el aguadero que ahora ya está seco, toda la lluvia está arriba, en las nubes que esconden la entrada de la gruta, y esa agua mata cuando cae, gota a gota y cada vez más fría sobre mi espalda sudada de escarbar. Muchos pensaran que los tesoros no existen, pero de que ahí están, ahí están.Al tiempo, escarbo, para buscar las pepitas, y ahí las encuentro cuando se dejan caer, más pesadas en el tiempo. Cada vez más y más, brillan en el fondo de la cueva junto a lo ahondado que cada día oculto y espero que se llene el bulto para salir, porque la gente ya se está extrañando y no tardan en venir a tantear. Me apuro a hurgar en lo que queda y cada vez encuentro más placer en llenar mi vida de historias fingidas como saber que te cruzaste con la oportunidad y se fue entre los murciélagos enormes que chillan como niños en la obscuridad del fondo de la cueva, donde ni yo me atrevo porque pierdo con esa sensación de abandono y control que cuesta llevar. Yo, ya cerré cuentas con los hoyos que dejé en la cueva, pero esos agujeros me siguen persiguiendo mientras vivo una vida ajena y lejos.

20090819

¡Eso del miedo, me queda! Todo el mundo tiene, a algunos se nos da mejor que otros y hasta hay quien le tiene miedo a tener miedo. Otros son tan cobardes que a su sombra le temen y esos son los peores porque los que le tienen miedo a los miedos de los demás, ya ni cuentan. Hay quienes ni lagrimitas sueltan y ahí están para ser temerarios, viven para ser instintivos y sin siquiera poder dejar pasar un pequeño susto, es más, yo creo que les gusta eso de andar arriesgando y dejándose ir. Pero en realidad es difícil aceptar el riesgo y lo que viene junto. Esa sensación de cerrar los ojos y ver venir el peligro solo le quita gusto al desasosiego, es mejor saborearlo en el momento, cuando sabes que puede tener consecuencias y no sabes que puede ser. ¡El miedo existe y se me da! Abre los pliegues de mi ser y la peligrosidad le da nuevas expectativas a cada una de mis acciones. Ese miedo que se anuncia con un sudor frío que sube de repente y te nubla la vista para soltar adrenalina y esa fuerza que buscas para hacer lo que ansías, te acaricias la frente respiras profundo buscando coraje, porque la valentía tiene que ver con el miedo y el terror es pariente del fracaso.
Hasta hubo veces que soñaba lo que me iba a pasar y le tenía miedo al tiempo, esa sensación de que algo va a pasar y lo soñaste... pero sabes que va a llegar algún día. Y lo bueno es que nunca sucede antes de que se te olvide completamente y ¿qué pasa?; es como si lo vivieras dos veces mientras entre culpa y pena no sabes escoger. Porque al final es un albur ¿qué puede pasar que no lo haya temido ya? ¡Cosas que pasan y tiritos que nos aventamos porque al fin; el que no arriesga, no gana!

20090807

El xictli y los teonanacatl

Los hombrecitos quieren nacer, brotan en este mes de aguas, esperan que pase el amanecer y los deje nacer en la sombra, por entre las chileras. Entonces clarea y despiertan se asoman entre el sembradío y ahí se los encuentra, todos bien mustios y como caca de vaca se dejan ver dormiditos, hechos bola entre las plantas. Dicen que llegan de noche como el pito del compadre y se acuestan a guardarse en el fresco de agosto con sus aguas para quedarse dormidos hasta tarde de tanto velar el sueño. Créales, solo ellos le dicen la verdad y aunque no sepan bien, le dejan soñar y ver el mañana.

Córtelos tempranito desde el fondo, cuando no le divisan los demás del pueblo y estarán bien mientras los guarde todo el día en la jícara que está junto al fogón, tapados con hojas del aguacate. Eso sí, con un ajo y su moneda de plata para estar seguro de que no los pinte de negro, no vaya ser la de malas y estén pasados.

Y ahí nos esperamos quietecitas hasta que obscurezca, con un mezcalito, porque a los chiquitos les da por ponerse chípiles si les pega el ruido y hace sol. Ni les pregunte nada, ellos solitos se lo van a platicar, todo lo que quiere usted saber en la noche, bien que están al tanto que le duele y por donde va su pena. Déjelos que se hallen y no se abronque con ellos porque le pueden dejar tocada y ahí si ya ni para atrás ni para el delante. Se los empuja ayunada de todo el día. De no más de dos y menos de tres porque quieren ir acompañados pero no en bola y ahí se queda con alguien que le cuide y vea por usted toda la noche, rezando una salve mientras le pegan porque son rete platicadores y bien que les gusta estar jodiendo con terquedad para volverle loca.

Pero, no se queje, déjese llevar que, si quiere, yo le acompaño sin hacerle ruido y solo no se me espante si la toco porque veo que se esté dejando llevar para afuera. Le atiendo y le tapo porque no es bueno que le pegue el frio si esta sudando y a esa hora van a andar los nahuales afuera. Quédese viendo el xictli que ahí tiene toda la fuerza, no se deje llevar a las orillas aunque vea luces y oiga los ruidos de los perros aullando, porque si se quiere salir se me vas a jullir y no voy a poder contenerle comadrita, se me va a poner a vomitar manque estés en ayunas y se acabo, va a quedar bien chiqueada.

Comadrita: acuérdese que usted es su peor diablo y yo su alcahueta, no se me descuide porque la noche es larga y mañana va a amanecer usted toda dolida. Y de últimas: En la noche, desconfíe de las sombras comadre, sépase que lo que le digan los teonanacatles va a ser verdad y ellos; se las saben todas. Los hombrecitos no consiguen decir mentiras, puras verdades manque duelan. Y ya después nos platicamos que le contaron, eso... si es que se puede saber.

20090804

Siete suelas

El miedo de los niños se deja caer bajo la cama cuando sueñan. Antes era pequeño con las cosas que parecían más grandes, las preguntas ingenuas y los deseos prácticamente ilusorios; como el olvido. Eso sí, los afectos eran pocos e insufribles. ¿Cómo describir el apego a unos zapatos nuevos o a la ventana en que espiaba a las vecinas por las noches?
-Ya ven a acostarte-
Pero, claro, mi madre siempre disimulaba y me daba la bendición tocando mis labios con la punta de sus dedos. Ella entendía de esas cosas y no las tomaba en serio, eso sí, disimuladamente empujaba mis zapatos debajo de la cama con la punta de los suyos; y ahí quedaban junto a mis miedos.
Claro que era más necio el empeñarse en algo que buscar una respuesta que no se apoyara en un engaño, querer ser Dios para prohibir las religiones, mientras poder ser un gran hipócrita, siempre regresando a la seguridad de la casa paterna. Malaunque los miedos cohabitaran con los zapatos en las noches (yo presumo que salían a pasear juntos de noche porque siempre amanecían sucios y rotos, o al menos ese es mi recuerdo infantil).
Miro a los que pasan y dejo caer mi vergüenza. Todo llega hasta donde quiero, a veces se sale de mis manos y aun más lejos. Alguien, en alguna parte se acuerda de ser feliz… porqué la juventud se adquiere con ideales para perderse con chascos y eso; es peligroso
Desarraigado frio y desapegado levanto las manos y me las manchó de cielo, siento el viento tan sutil que es capaz de matar sin apagar una vela en que yo aún espero que me pidan perdón pero solo provoco sonrisas.

-Hoy nos quedan ocho días, anónimos y felices; cuando lo cierto es que un relato así no debería ser, pero, siempre hay un pero. Esto es ser claro, claro que si, compartir el miedo y la risa para dejarnos quererte con la misma intensidad que tú nos usaste. Pensamos que nunca podría ser, pero ¡Cómo no!-
Me dijeron, aunque fuera entre dientes y casi sin querer los escuché
-Mientras, se agachaba y nos veía, es inevitable el deseo de la fama y el reconocimiento. Claro que ahora ya ni se acuerda y casi lo niega, no tuvo tiempo de dejar de ser joven en los arguendes del dios del azar que me permite olvidar deseos y cargar con culpas ajenas y tantos viejos secretos que ya son nuestros de tanto dormir bajo su cama. Es solo un fragmento que se vuelve intenso en recuerdos que de tan propios se convierten en hurtados al secreto de alguien más, cuando descubres que lo que buscas te está esperando, acechando y no puedes escapar a tus deseos ahitados y no dejas escapar a tu dualidad de destino robado que al final es tuyo, en que el tiempo gobierna. Demasiado tuyo cuando descubres que alcanzaste lo que querías y eres lo que no deseabas mientras vas de hito en hito acompañando al que te oprime. La sentencia la dictó alguien que no sé quien es ni donde está, solo se existe y es real, lo llevo dentro y está a punto de desecharme, y lo sé; es lógico y deseable porque no tirarnos sería enfermizo-
-No creer en nada: es aburrido-
Pero la ruta para llegar a algo es divertida y entretenida cuando el tiempo manda. Ya sé que necesito unos zapatos nuevos, porque excepto los calcetines, nada desaparece para siempre.

20090731

Raza-unida-jamás-vencida


Todos vestidos de siniestros y ahogados entre las plumas de trajes que están terminando por ceder al peso del tiempo, danzan, acompañando al hechicero, buscándole sentido al estar ahí esperando que el tlatoni los exorcizara con las campanadas de misa de una, los chiquihuites llenos de tortillas calientes junto al tambo de los esquites y una jícara con el pulque curado por papaztac “para el susto”.

El téotl en el zenit cayendo a plomo sobre la gente que transcurre sin fijarse en lo renegrido del exorcista con su sahumerio de barro negro y el olor de incienso de semana santa -Ixtlilton, el negrito- se presenta y me deja de a cuatro -¡Ay güey!- es lo único que expreso en mi asombro mientras –Empanadas, empanadas- oigo pasar de lado.

Llegar hasta ese lugar es mágico con el ruido de los sonajeros de autentica cascabel que lo vuelve siniestro y alegremente lúgubre para que el rito tenga su razón de ser y magia –De aquí salen los directos a Tonatiuhichan- me presume mientras en el fondo se oyen los ruidos de la gran plaza y yo me dispongo a recibir sus abluciones.

Tanta obstinación en una idea tiene sentido solo si al final encuentras lo que está en el fondo cuando te despide con un -Que Tezcatlipoca te acompañe- esa imagen que solo parece quedar flotando pero deja mella, es toda una metáfora. Entre inocencia y encanto adivino como me quedé sin mis malos espíritus; se los llevó Mictlantecuhtl. Pero la verdad… yo si siento como que mi alma descansa al terminar el rito. Claro que por si las moscas entro a catedral a darle una visitadita al efectivo.

(En el zócalo de México y haciéndome una limpia de a tostón, ahí estoy queriendo ver si no acabo empalado en el tzompantli y sin mi nahualli junto)

20090729

Todos somos iguales

Muchos dicen por ahí que cuento mentiras, que son puras invenciones y que nada fue cierto en Tlanapa. Pero lo que pasa es que no lo vivieron, yo lo tengo aquí, bien en la memoria nomás para acordarme de vez en cuando de cómo pasaban las cosas.
Siempre han estado ahí los laureles, eran el viejo camino de la hacienda, son una hilera junto a las casas comunales, todas muy parecidas y una detrás de otra en la vera del camino con su árbol enfrente y los perros asoleándose. El comisariado las hizo de una en una y esa fue toda la distinción que tuvo con los ejidatarios porque mal decían que –Todos somos iguales-, la suerte fue la que dijo quien sería el primer dueño de casa y más cercano al rio, y claro… la suerte fue del comisario y la fatalidad de los demás.
¿Y qué creían?, que iba a ser fácil vivir todos juntos con tantas envidias, ¡pues no! Los machitos siempre piensan que las balas no les van a entrar y ahí se quedan de pechito porque no hay otra cosa que hacer en las noches más que perder el tiempo en la cantina buscando bronca. Ya para después se los encuentran en la barranca bien tiesos y no tiene que pasar mucho tiempo para que ni los extrañen. Llegan sin que nadie los invite y se quedan esperando que les cantes la bronca, bien se ve que no hay otra cosa que hacer más que dejarse llevar a la pendencia. Están despiertos pero parece que ni hablan, solo se quedan viendo a ver quien dice yo y se empiezan a rajar la madre por pendejadas que ni siquiera son suyas o les atañen ¿y todo para qué?, solo para que se los lleven arrastrando en la cobija a tirarlos al barranco, eso sí, todos igualitos de pendejos. ¡Y qué! Al fin el comisariado ni a los federales le hablaba –Todo se queda aquí- dicen con su voz de sabelotodo y ahí murió, es parte de lo del diario.
Ese pinche flaquito… ni supo con quien se metía, con su puñalito en la mano, para terminar agujereado por la cuarenta y cinco. Fue atrasito del jagüey ese invierno del cincuenta y tantos, llegaron de a cinco y sintiéndose muy machitos pero solo él se encontró con mis ojos ¿Y para qué? Tanto pedo armó con lo de su vieja solo para que ni siquiera me pelara cuando ya era sola. Porque bien sabía que era mía su viudez y ya todos somos lo mismo, ahora anda de güila y ni para lastimas porque no hubo jale en el pueblo y ni quien se la trepara. Ahora ya ni para remedio quedó la vieja.
¿Y el comisariado?... ¡Se lo acabó la conspiración y la mala cosecha! Claro, ayudo la bronca con los de junto, no nos íbamos a dejar mangonear por los del Resurrección y al final les ganamos las tierras de abajo. Ahora si en verdad todo es de todos, aunque ya para qué, si la directiva nos dejo bien ensartados a todos con puras promesas y las casas con sus laureles… pues ni el banco las quiso. Ahora ya ni para el sepulturero alcanza y lo único que tenemos es el cuerpo para la tierra; que le vamos a hacer para quitarnos lo pendejo. Y yo con la bronca de que me quieren cargar el muertito después de tantos años, claro, hete aquí que ahora ya valen los magueyes para lo del tequila y todos quieren las tierras.

20090725

Azucena

El sol arriba y ni para remedio porque para cuando entré al jacal… pues ya estaba bien empapado, sudando la gota gorda. Fuera las calles largas, no había nadie o casi nadie y yo con lo necesario para no estar ebrio perdido. Las orillas están tan vacías, tan sin nombre, llenas de las rajas por las que se desliza el sol y plaaaanas del calor escurriéndose entre las grietas. Y en esas estaba entreteniéndome cuando se me acabó la tarde y todo el calor se coló por entre el campo, me dejó bien adormecido atrás de los corrales cuando me fui por agua para matar la sed. Así que estaba viendo en el final del pozo como se le formaban remolinos en el fondo, hasta que con las sombras dejándose caer empezó el eternice de la noche que fría, húmeda; se me vino encima.
Sobre los olores que cubren las copas de los árboles quedan los humos de la leña y olotes quemados para la meriendas de puros totopos y frijoles de los demás del pueblo. –Ha llegado, ¡despierta!- no existe sentencia para eso y el humo la recuerda. Quizás el acordarse es solo darle valor a cosas que no sirven para nada, pero cuando veo todo lo que tengo guardado sé que es porque algo me dicen todas esas cosas, ¡cómo no guardar la historia! las presencias; la memoria se fuga de a poquitos en cosas que de a poco descubro que tienen vida y están ahí esperándome por las sombras, y todo toma forma en mi cabeza para imaginarte en ese delirio... y hacerlo bolita mientras me acurruco.
Entre los olores se resalta un quejido del que la noche pare dolores y desconfianzas. Las sombras arrastran plácidamente sus ánimas dando a luz más negruras, esperando que se acabe la luna y todo parece hecho adrede para inspirar susto cuando las cosas empiezan a tomar vida porque desde el fondo del pozo se siente como avanzan las ánimas.
Claro que por un lado yo quiero estar escondido debajo de la cobija, acobardado y apapachado por mis miedos, pero las sombras se escurren debajo de la puerta para dejarme quieto, casi sin respirar, esperando un ruido, el quejido de luna llena para esconderme en su recoveco. A veces hay que entrarle al vino, pero ni remedio; al principio todo es dulzura, colores y cosas que te envuelven y te cuentan cosas que te dan vueltas y después… se te pegan el resto de la noche oyendo los aullidos de los perros afuera, recorriendo caminos que no van a ninguna parte.
Y por el otro lado los dolores de mi cuerpo viendo el sur y añorando a la Azucena que vuelva a brotar junto a mí para besar su cuerpo mientras sueño que soy su vientre apapachado de abajo hacia arriba -como bien le gusta-, empezar con los dedos y terminar con la frente después de un buen rato en los labios, nomas hasta que se quedaban secos de tanto usarlos. Los dos como ríos que corren opuestos y solo dejan un remolino al centro donde los dos colores del agua se mezclan, para ser uno y para ser dos al mismo tiempo. ¡Lo que sea menos quedarse así! Mismamente… hasta que sus aguas se quedaron quietas y las mías no sabían cómo envolverla. Pero salir, en esta noche, pues… no, mejor me quedo aquí envuelto e imaginando sus caricias de miedo y pechos de niña, mientras el viento azota las puertas y los sueños regresan para ya nunca porque despierto y parece que sigo soñando.
¿Has visto que bonito amanecer? Y ahora estoy jodido con miedo de acercarme al pozo, no me vaya a jalar el remolino y yo con la boca tan seca del vino ¡ya estoy harto de su calado!

20090710

Adiós


Ese día le fue difícil despertar, siempre es pesado regresar a la realidad después de tanto toqueteo y acostada; tan callada, modosita. Bajó los pies despacio para no molestarme porque aunque bien sabía que estaba despierto no estaba segura de que quería hacer. Amaneció en ese, su mundo, en donde las golosinas y los hojaldres duermen junto a las ganas de enflacar y hurgar en la alacena, se jaló un mechón de pelo y lo dejó caer graciosamente entre su cuello, sabe que tiene derecho a hacerme miserable porque solo soy parte de un cuento que narra su endogamia:
-Diles que no es cierto-
Todo empieza en algún momento entre ayer y hoy, aquí fue cuando descubre qué llorar es bueno y me obliga; dejarse llevar por el destino es permitido ¿Qué: acaso los hombres tienen que ser las mujeres de hoy? Y se puede sentir bonito de que te quieran o te regañen cuando no sabes la causa y sabiendo que el sexo despertó de nuevo y planea, ahora si espero, quedarse por buen rato. Pero eran las ocho de la mañana y aunque aun había algo de tranquilidad, ya permitía esconderse y disimularse entre la gente, siempre es lo mismo y ahora no es diferente.
-Si quieres, podemos tratar de nuevo-
La bese porque así lo pedía y se quedó quieta, quieta. Porque siempre habla del pasado y ya ni se acuerda de sus sueños, al fin siempre se da una última oportunidad para decirme lo que nunca me ha dicho porque al final nunca creyó en el amor hasta que se vio enamorada y sintió que se acababa el tiempo para compartir esos orgasmos sintiendo sus piernas temblar y deshacerse con ese dolor tan dulce. Tan efímeros y perdurables a la vez.
Se puso a ruñirme a besos y lengüetazos en que cada huequito se hizo un agujero por el que me desbordaba hacia fuera, como si fueran caricias de última vez que me comían vivo. Luego, el paso a la tarde, el peso de ese calor insoportable que a pocos se convierte en cuerpos sudados y con sabor salado. Y con la última hora se llenan los relojes de prisa.
Esperar, como quien aguarda algo y no sabe que es ni cuando vendrá, sin tener conciencia ni edad para tenerla. Sentir eso me hace sentir un apestado, tanto como descubrir un plisado nuevo en su ojo o deleitarme con ella, escondido entre trapos y oliendo moho. Pasando dos veces sobre su cuerpo y quedándome para una última debajo de él, solamente para sentir su calor completo y quedarme una última vez pegado a su cuerpo. Y yo aterrorizado por su volumen y cautivado en su sonrisa. Ella es rara, todos pueden soportar algunas cosas pero es imposible ser tan yo, tan una isla que no tiene salida al mar; de formas injustas y sonidos suaves. ¡Y aquí me tiene esperando! mientras llega cada noche a poseerme sin dejar huella mientras yo muero de susto, aguardando que aparezca una y otra vez atrás de su máscara. Pero claro, los amores mueren despacito cuando están clavados dentro.
Porque al final no hay dos posturas tan irremediablemente ambiguas que no impliquen una unión que envejece sin piedad y en una sola noche. No tiene asunto que tratar y solo le queda el gozo de deambular con su alma vagabunda y dulce, en la noche y hacia ningún lado. Y él, el único pecador (que soy yo) era tan pequeño que no le quedaba la menor duda.
-Despedirnos es como llorar bonito y decir adiós-
-Qué bueno que esté obscuro, así, como sea; no nos verán juntos-
Y yo, ahí me quedo, cargando mi angustia.

20090623

¿Y qué? Me sé cómodamente dormido, cansado, pero extrañamente lúcido y despierto. Todo el agotamiento de ayer está a cuestas sobre mí humanidad me hace sentir líquido, intrigante lo siento en el peso de las cobijas que fluyen sobre este cuerpo tan boca arriba, ¡yo no descanso cuando duermo así! Y viendo el foco prendido en el techo todo el tiempo no puedo dormirme ni cerrar los ojos. ¡Qué tan cansado estaría que no lo apagué! siento que me cubren las sábanas pero que no calientan y están extrañamente secas y frías. ¡Seguro que no tardo en despertar! Y cuando lo haga voy a hacer muchas cosas. Pero: ¿Y qué más da, por ahora, seguir dormido?

Mientras; este calor que sale de dentro hacia afuera y que a veces confundo con dolor o cansancio. Es como revancha de mis excesos de ayer, los morbosos actos que no recuerdo con el roce irreal de las sabanas blancas en mis dedos, pies, manos, la nariz, las orejas. ¿Me cagué? Este olor no lo conozco ni sé de donde viene.

Sueño que entran todos a observarme, de incognito con cubre bocas azules y batas blancas, no sé quiénes son. Y yo con esta impostura tan grotesca, huelo el aliento que sale de sus tapabocas, la batas blancas están manchadas de sangre y veo sus guantes como se acercan para cerrarme los ojos y dejarme dormir, mientras, oigo el aullar de una sirena que me rodea y siento que no recuerdo nada, todos se mueven y yo no. ¡Ya voy a despertar! ¡Quiero moverme! Pero hace mucho frio y no sé adónde voy. ¿Y quejarse? No comprendo, no entiendo de qué. Me limito a ser cómplice del silencio y tratar de espantar esta bruma turbadora que me cubre. Hagamos un trato niebla; ¡déjame en paz para siempre!

20090619

Xocoyota

Rodeado de ese rumor de cosas que se vienen abajo, prendido a la obscuridad como si fuera la última sensación se movía evadiendo bultos entre la trastienda tan llena de olores a buscar a su María

-¡En la ventana!-

-¿Cuál ventana? No hay nadie-

-¡Méndigo!

Sus ojos ya acostumbrados a la obscuridad se dejaron caer sobre el cuerpo y decidió que todo se definiría con un beso chapucero, casi robado, ahí, casi adivinado por todos los que no los veían pero lo sabían. Porque solo se puede ser infiel si alguien se entera y ya no considera traición, sino aventura, el besarla y bajar sus manos en su cuerpo para demostrar que un viernes podía ser diferente, que se podía mentir mejor con un fin de semana en el desvarío, sintiéndose un seducido malevo que todo lo mastica y digiere. Inasible, solo la pudo besar mientras se escurría entre sus dedos su cuerpo.

-Si se me olvidara todo-

-¿Perder la memoria?-

-¡Me encabronaría!-

-Lépero-

Fueron tocándose conforme se metía el sol y las sombras parecían llevarlos al fondo con la noche, memorias asociando las ideas que escapaban del cajón de los recuerdos a la caja de los deseos. Era la hora de cerrar y terminó apagando las luces de la tienda

-¿Estás ahí?-

-¡Vámonos!-

-Hoy es el día-

Y aunque el tiempo sea relativo caminaron rodeándose de pudor, como siguiéndose el uno al otro tras el rastro de aromas guardados entre sus cuerpo, parte robados a la tienda y parte el propio de los enamorados

-Y a ti ¿qué te pasa?-

-Nada-

-Anda, no hay tiempo para pensarlo, estás queriendo y es solo un sí o no Xocoyotita mía

Llegan temblando y terminan casi indiferentes entrando a la cama, porque saben que el destino es inexorable. Hoy están parados entre el temor y el miedo pasando el umbral del dos a uno, mañana todo será diferente.

20090608

Nombre

 

 

-Nombre, lo tienes que pagar como se malgastan las palabras de honor-

-Y los muertos ¿Qué?-

-Esos sí que ya ni existen, todo será de vivos para vivos-

-¡Que se sepa! Más allá no queda nada, nadita- Se dijo Nombre a si misma

Y corrió la cortina que servía de puerta para dejar salir el humo y asomarse a ver si ya regresaban del campo sus gentes, exhibió su cuerpo estirado al sol de la mañana y se regresó al fogón a calentar las tres tortillas viejas hasta hacerlas totopos para limpiarse los dientes y puso el agua para el café aguado antes que regresaran del campo las otras mujeres, con sus mecapales cargando el agua para la choza. Era la rutina de todos los días, un desayuno austero y unas memelas del comiscal para reponerse regresando de la faena.

 

Los plazos se cumplen, con criterios que son a más que justos; precisos. Insaciables llegan y consumen el tiempo antes de la fatalidad con que arriban mientras la memoria solo sirve para tener algo que olvidar. ¿La verdad es una en el tiempo? O lo que ayer fue religión hoy es mito, y lo que hoy es absoluto mañana será vano

-Mañana estoy ahí, sin falta-

-Nosotros aquí estamos, pero después de el pueblo… ya no hay nada, ¡todo está muerto!- Afirmo con rotundidad mientras recuerda ese viento frío que se descuelga en las noches, pesado como culpa que a veces refresca y en veces asusta pero nuncamente se olvida. Hasta el viento que pasa por las tardes, solo llora por llevarse la tierra de las calles mientras los perros, asoleados de todo el día, se muerden la cola y se ponen a aullar. La historia muere allí y con ella, en el cuerpo que se quedo entre silencios y quieto; sin moverse, caduco después de tantos miles de cigarros tan escrupulosamente envueltos uno a uno en papel de arroz para matar el tiempo. La verdad es que en el pueblo no se podía uno enamorar de las mujeres aunque fueran felices cuando ponían su cara de bonitas y hasta tuvieran sus raros momentos de placer con uno, porque de que les gustaba pues les gustaba y mucho.

 

-Antes teníamos a la cristiada para echarle la culpa de los males, ahora ni eso-

-Hay cosas que ya ni recordar, ya mejor nos salimos del pueblo y agarramos para la huerta de las afueras, a malvivir de las gallinas que ahí aun ponen-

-Al fin ellas nomas se bañan con tierra para quitarse los corucos- y no es fácil dejar la frescura de la casa por el calor entre los montes y con solo el pozo de agua mala para tener que hervirla de a huevo, eso sí entre el ardor de la tierra que se esconde de lo verde y lo seco del sol que se deja caer a plomo.

 

Y bajar al pueblo… solo con el calendario en los días de fiesta, a misa. Más aunque ya ahora no hay ni quien predique ni lana para pagarle y solo entremos a la iglesia a santiguarnos, después solo el camino de regreso al rancho para revolotear las ideas. Además después del sábado solo queda esperar el domingo para ver qué es lo que le da mañana, mañana, que al fin es algo que une separando y eso no es tan bueno, solo nos mantiene aquí.

 

Con su pelo como mecha apagada y renegrida que esconde sus pecados privados y los separa de los de todos porque no es una mera enfermedad, es algo más cuando se acuerda de la inexistente urraca azul que alguna vez imaginó en su ventana, pasando frente a las casas de colores chillantes. ¿Dónde se quedaron los murmullos del viento al peinar el pueblo?, solo se llevaron la pintura de las casas y se quedaron todas descascarachadas y solitas. Solo ese sol brillante y seco con el viento que no ayuda, estorba y procrastina la vida.

 

-Cuando llueva y pase esto; todo será mejor-

Se dijo Nombre a sí misma y se conformó con el pedazo de sombra que la manoseaba entre su fiebre.

20090529

Veremos, porque no me gustan los cuentos usuales

 

Me perdí en la noche y para cuando volví a saber donde estaba aún seguía entre el camino, en el súper sport y con el amanecer rumbo a ningún lado. Yo podría pensar que hay que parar cuando no sabes dónde vas o estás, para fingir que uno sabe. Porque así ella -Se comería sus propias palabras-… claro, porque no engordan y la noche fue tan larga como la raya en la carretera. Pero no, las oigo como me atraviesan como dardos, dejando apenas cicatrices de tan finas y fútiles. Y todo es tratar de traducir un silencio absoluto en gritos de desesperación que le digan algo a mi humanidad y la haga parecer interesante

-Yo soy de aquí y me planto, aquí me quedo y aquí estoy para dejar pasar mi vida- tomó su vieja agenda y dejo caer una foto suya en la página que marcaba ese día, la cerró y sintió entre sus dedos el acabado rugoso de la piel del libro.

-Claro que no hay manera de hacerme cambiar- Han pasado quinientos kilómetros y es fácil recapitular sin cumplir ninguna penitencia porque al fin mañana no será lo que Dios quiera

El miedo y la alerta están desactivados, es como un cuento en que solo hay un momento, solo ese instante vale toda la narración y se deja caer sobre el descifrador como el espasmo orgásmico que es. Imposible de fingir, es como una batalla en que pueden ganar ambos en una risa y abrazo tembloroso e infantil

Ya estoy enterado que no se pueden cambiar los recuerdos impertinentes pero si se pueden planear y predecir. Así está la vida, enferma ella y loco yo.

¿Y cómo no galantear su horror a las confesiones y su amor a desnudarse? Y qué de su confusión congénita con su madre y el terror por su padre del que solo recuerda que lo único que no hay en la memoria es olvido. Tenía que pasar y ocurrió, eso sí con pudor y poco a poco con esa sensación de grande y autentica, intensa.

Paramos a cargar gas, se encerró en el baño, prendió un cigarrillo y apago la luz, al fin lo había visto todo y el olor el ambiente y las texturas si eran. Quedó todo claro ¿no? Ella me abronca y comprendo que las mujeres malas son buenas porque las cosas de niños son para toda la vida, tantos años de extrema soledad hacen mella y solo le digo capullo para que reviva porque para entenderlo solo hace falta sentido del humor, con un poco de engaño mezclado con angustia 

 

Su antipatía no era natural, impostada funérea que le costó lograrla y mas perfeccionarla porque sabía que la razón era suya y junto a mi verdad solo parecía más firme, autentica como su absoluta incapacidad de mentir. ¡Contigo no! Pero yo solo podía indigestarme con el pecado para amar al pecador que se vuelve incómodamente superfluo, porque sé cómo piensa que yo soy una de sus ficciones, y no le gusta que se lo recuerde como no le gusta el sexo fuera de la cama porque sabe que se necesitan dos… o más.

 

Y ya la autopista, por si misma, es un destino en que cada final es una nueva fortuna cada vez más irracional y demente porque sé que las imitaciones no tienen alma y están maquinadas por la soledad -Ah, entonces fue cierto- en tono de ponerlo en duda –Hay que aprender- porque si sabes sufrir será menos el daño y todo esto es patético. –Déjame manejar- fue la orden

 

Cuanto temor había en la noche, pero se paro y fríamente le abrió la puerta al calor del motor acumulado dentro del el auto con aire de fastidio. Ahora entiendo que quien se quedó fuera fui yo cuando su instinto me ordenaba, la moral me fustigaba y el amor la perdono, en un elogio a la serenidad que categóricamente, histéricamente, se negaba. Mientras yo hacía lo posible por darle la razón y lo imposible por demostrárselo desde el otro lado del volante. Ella maneja y yo conduzco.

20090505


Ya llovió

Uno nomas piensa que la jacarandá esta así por su gusto; tan brillante y coloreada, con tantas espinas que bien te amarran sin dejarte ir. Pero no, está ahí para deslumbrar a los que vienen de lejos con sus colores chillantes con verdes obscuros. Es la pura mascara de lo seca que está la tierra y como púan de bonitas e hinchadas en esta sequedad.

Me trató de morder y ladró, pero solo me dio ánimo para mi propósito porque al fin se veía el animal bien enfermo, echando rabia por la boca: Mejor tomé un puño de la tierra reseca en la salida del pueblo, me quemaba la mano mientras agarraba rumbo al cerro y la dejé caer entre los dedos de mis pies descalzos otra vez al camino. Dentro del morral sentí las cuatro cabezas de peyote y el sotol pal frío de la noche que brillaba dentro de la de medio litro, de verlas se me revolvió el estómago porque sentí el miedo de lo que venía. Desde cuando ya lo había planeado pero sabía que solo pasaba una vez cada año y a veces ni eso, mejor apuré la vereda.

El llegar era perfectamente hacedero y estuvo preparado por toda la añada de los viejos que ya no pueden subir, había que llegar casi desnudo para esperar en la punta del cerro que llegara la noche. Mientras se acercaban, todos bien cerrados, prendí un tabaquito para descansar mientras esperaba a los otros y para cuando nos juntamos empecé a mascar a uno a uno mis señores, todos en silencio mascullando.  Así hasta que me perdí, metiendo las nubes una a en mi mente para sentir como se me escapaban arañando al cielo, para entonces entendí que las visiones anuales solo eran personales y para mí, y aquí dentro me las guardo como el coyote que fui esa noche. Me avine cuando ya casi eran las doce del día cuando las sombras no existían ya ni en los arboles; por eso imaginé un descampado inseguro y esperé que algo me filtrara el sol a plomo para dejarme descansar de la colocación suplicante en que quedé después de haber vomitado tres veces y arqueado toda la noche. Ese día ni siquiera lloviznó y terminé caído bajo un árbol, pero el día siguiente no dejó de llover hasta que me desperezó el silencio y yo… me desplomé del refocile que da vida. Tomé el último pedazo de carne seca y lo mastiqué muy a gusto bajando hacia lo plano. Ya había agua en los huecos de los güizaches para bajarse la sal y quitarse lo feo. A lo lejos oí aullar el coyote, pero ya no me vino a morder.

20090423

No es mal remedio la comida, y la escritura… menos

 

 

-¿Cuál es la distancia entre cocinar y comer?-

-Una escaramuza entre el hambre y la necesidad-

Elena por un momento se me quedó viendo con una mirada de intriga. Pasó algo por su mente que la mantuvo con la mirada fija. Algo fugaz, pero terminó por dulcificarla

-Aquí estás-

-¡Siempre de buscavidas!-

-Pronto llegará el mesero-

La cocina hervía de actividad, la puerta se mantenía abierta al hambre de los parroquianos y el servicio entraba y salía sin un orden aparente, con charolas llenas y vacías de probos platillos. No podía haber escogido un peor lugar para sentarnos, el ruido del nido.

Solo queda elucubrar y decir mentiras desde el principio, porque la verdad no la conoce; y si la conociera pues… no la entendería. Sería un reto muy tentador tratar de expresar con palabras todo lo que entra por la vista o el tacto. Está en un plano diferente y percibe cosas que yo no veo en el que sería como tratar de describir con señales la contestación de un mudo a un sordo. Pero me descuidé, me robó la mirada y me lo dijo todo en un paisaje descrito que se podía sentir de tan denso, para terminar por no transitar entre mis demás sentidos que ya estaban saturados. Y si suena así de simple ¿Por qué no hacerlo siempre? ¿Solo por desconocido? Las viandas corren sobre la mesa y ella está a dieta, solo una probada de vez en cuando y compartir platos es la solución; claro yo los disfruto y ella los sufre… como nuestra relación

 

Se quedó atrás de los postres por última vez (Aunque no lo sabía), subrayando algo en la pequeña libreta que siempre lleva con ella y solo Elena sabe descifrar, la escritura es como bálsamo y hoy huele como a clavo de olor en su memoria prodigiosa. Esa que solo abre cuando esta acompañadamente sola y deshabitada para llenarse de luz, volverla a cerrar cuando está llena la página y llegó el café expresso para volver a sonreír melancólica y trata de explicar: Es uno de los monstruos que provoca la razón en sus sueños –No sé de donde llegan, aparecen en mi de pronto-. Sueños, unos sobre el mantel ya no tan blanco después del servicio y los otros en cualquier parte pero siempre sobre mí: En sábanas blancas y almohadas de pluma que la cubren mientras viaja a sí misma, pero ahí, tampoco la espera ningún abrazo, porque tengo una severa desventaja: no tengo talento ni formación, aunque claro, eso no importa.

Para entonces, ya todo estaba dicho, y yo lo había olvidado. Lo único cierto es que si es absolutamente necesario pelearse, da el primer golpe y dalo fuerte. Porque al final los problemas se toman con calma, pero se afrontan. Y las tormentas se observan de lejos, pero vale la pena verlas porque mientras más grandes sean, más cerca estás de ellas. Y cuando termina la tormenta, se esconde, escucha la lluvia en silencio para disfrutarla dentro de su escondite, que solo eso y escribir lo puede hacer en solitario, mientras está afinadamente acompañada.

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