20071129

Viento, tiempo, agua


Puedo decir que no sé, pero claro que conozco la sensación de angustia placentera de ver correr el tiempo entre el viento y la lluvia sobre mi rostro, las manos congeladas, la espalda adolorida de ir agachado sobre el tanque, detenerme sin pensarlo solo en las casetas de peaje y mantener la marcha a fondo casi eterna. Las ganas de estar a tope por toda la mañana hasta que algo se dispara y siento la necesidad de pararme en un lugar que sin estar marcado dice regreso y me veo sin nada encima, de vuelta. Y creo que aún no emprendo ni comprendo el camino.

-La velocidad nos uniforma en todo- cavilo. Está conmigo mientras en la motocicleta y con las llaves en el arranque lo pienso una y otra vez en mi ansia por correr que se queda en relación con lo sutil del peso de la enorme mole que significa el pequeño lapso de tiempo en que todo florece a estas horas en las afueras de Roma cuando aún no termina de salir el sol y la lluvia pertinaz me mantiene húmedo y helado, el agua corre en mi casco y me impide ver el horizonte en el cada vez más intenso y fugaz momento que pasó a toda marcha sobre la vía, pero pierdo la euforia en los primeros fríos, se murió en la cuesta eterna. La primera helada fue mi última y al fin el principal interés es no hacer nada.

Abro los brazos para desentumirme y espero que respire la vida mientras me subo a la maquina pero no me atrevo a arrancarla para tomar la auto-estrada, solo me quedó viendo los instrumentos apagados. Después de un rato y sin ganas… cansado de no hacer nada me regreso a Roma buscando un café expresso –Detesto dar marcha atrás, pero hoy no es mi día, el tiempo, el viento y el agua no son míos-

20071116

Lo sabía, a esa hora de la tarde empieza a obscurecer y para qué seguir en lo mismo habiendo tantas pendejadas nuevas por experimentar, palabras que directamente me decían lo que ella perseguía y yo me esforzaba en interpretar como la primera y única prueba de que no le escuchaba mientras hablaba, aun así, llegue a conocerle cuando me sentía fuerte y en plena razón. Mientras, casi sin querer iba cayendo entre su plática y me engarruño en la cama como protegiéndome de su voz -¿Qué diablos hago aquí?- Y a cada instante lo tengo menos claro, no existen dudas, ¡eso creo! pero cómo despojarme de esa cama mientras termina de morir la tarde en un frio invisible que me da miedo mientras trato de pasar tan desapercibido como la letra chiquita de los contratos que nunca leí.

20071110

Eso (era algo físico, lo sé) iba tomado de la mano con hacer daño a alguno de los dos, limpiar alguna culpa que no se podía penar después. Pero alguna ventaja tenía que haber en el anónimo de ambos dentro de ese cuarto barato, ignoto a cualquier orilla en que emprendí con nada y aun no me lo acabo aunque no era nada, ni siquiera sueño. Tan solo el hecho de poder despertar al día siguiente y saber que ya no estábamos solos en nuestro universo particular, la sombra era de alguien, algo, que estaba entremetido en nuestras pieles separándonos como humedad pegajosa y uniéndonos como pegamento que no era ni mi sudor, ni el suyo. No, solo dividiéndonos como la divisoria en medio de una calle que indica un sentido para circular en que la avenida es la misma y sin embargo va y viene a diferentes destinos y el contrasentido… no se da. Todos transmitimos dos clases de mensajes, buenos o malos, fríos y calientes, amables hostiles etc. Yo percibí los buenos, y eso, siempre es una cualidad que suma.

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