20070828

Charamusca de nuez


Yo: tomando nota y ella: dictando.
-Tiendes el mantel blanco hasta el final de la mesa en el solecito de la mañana y pones a orear un par de horas las florecillas de manzano recién cortadas, después te pones a sofreírlas sobre mantequilla en el cuenco de barro desgajado y sin asa que está abajo del fregadero. Bien caliente -a punto de tortilla- pero aguas con que no te salga de totopos. Mientras, con los dedos nerviosos tamborillea sobre el comal unas gotas de agua para tratar de controlar el punto de la miel que se prepara en la olla de cobre. Checa el almíbar que se queda como pensando en lo confuso de la sutil receta mientras diluye lentamente las esencias de las flores al dejarse caer sobre el calor. Que ya debe haber bajado para entonces, y por cierto; ha de ser de carbón de encino. Todo batido hasta el punto en que te de espeso y esperas a que tome la temperatura ambiente poniéndola sobre la piedra del metate para que temple. Mezclas con una cuchara de palo las flores con la miel en una cazuela de barro, bien boleados torteas los testales entre las manos secas y enharinadas hasta que tomen fuerza para integrarlos a la nuez finamente picada para esperar el punto.

-¿Y cuál es el punto...?

-Yo qué sé. Para un mortal como tú que no sabe la diferencia entre el punto idóneo y el culminante, ni distingue entre el frappé y el frío ¡Como podrías lograrlo!






FRAPPÉ
El vino blanco o rosado, la cerveza, poniéndolos previamente en la nevera, el whisky, el ron u otros alcoholes, e incluso el café, echando en el vaso unos cubitos de hielo, pueden beberse 'frappé'. 'Bien frappé' dice el tango de Carlos di Sarli (música) y Héctor Marcó (letra):
Bien frappé
A ver, mozo, traiga y sirva
caña fuerte, grappa o whisky
bien frappé,
para auyentar estas penas
que atoran mis venas
de rabia y de sed...
Es decir que el frío de la nevera o los cubitos de hielo que se echan van a pegarle al brebaje como... un susto de frío. El verbo francés frapper significa pegar y, en sentido figurado, asombrar, sorprender. Frappé es el participio adjetivado de dicho verbo que data del siglo XII, procedente del fráncico hrappan, presente en islandés hrappr (violento), en el bajo alemán rappeln e incluso en el verbo inglés to rap (llamar a la puerta). Beban con moderación señores sabiendo que frappé en francés significa también, hablando de una persona, chiflado, tocado.
Philippe Vicente

20070822

Poignées d’amour


Salía a caminar de mañana, mis dedos se resbalaban acercándose a los muros mientras avanzaba. Tímidamente rozando al principio los barrotes de fierro de alguna casa y después untándose engreídos encima de los muros blancos que avanzaban uno tras del otro. Medía el tiempo a pasos y estos, aunque parecían más cortos, no lo eran. Mientras más grande era el número que trataba de llevar en la memoria menos tiempo sentía que transcurría. Cuando en realidad los alargaba lo más que podía para poder seguir contando y caminando al tiempo.
Un secreto para ocultar era que todo lo compartíamos, excepto existir. Eran mil lugares en que estábamos ubicuos para confesarnos y todos tenían varios sitios para disimularnos y hacer el amor, o al menos buscar acariciarnos a escondidas pero constantemente. Parados enfrente del muro que de tan grueso no se dejaba acariciar y solo se obscurecía y cambiaba a una textura casi rugosa mientras más mis manos se acercaban a dejarse caer en su blancura, buscando una grieta a que aferrarse o una pequeña brizna de pintura que se desprendiera de él entre sus rugosidades, para quedarme oculto en una hendidura del muro. Siempre tan sólido y tan bien puesto, se dejaba acariciar de a poquitos hasta que llegabas a la esquina y súbitamente desaparecía para aparecer noventa grados después y siempre con la misma textura y una temperatura diferente.
Ahora los muros llegan a esquinas que me topan aquí encerrado, ya no llego a sus aristas pues sus sesgos me cercan cuando en vez de desparecer me agreden con sus vueltas en mi contra, mientras, se rasgan mis dedos en la obscuridad tratando de buscar la salida en una pereza que se acumula de aburrición en mi, y mis manos se convierten en zarpas que ya no se curan de las heridas, que de viejas ya son cicatrices duras con las que no es igual seducir que cortejar al encierro.
Es la contradicción de estar fuera o dentro, libre o encerrado, franco o de guardia.

20070815

Falosofando

Con una pluma en la mano anotaba despreocupada sobre una pequeña libreta sus dudas sobre la existencia y de sí misma en tintas azul y roja alternadamente. Sus cuestionamientos en azul y sus soluciones en una letra manuscrita que fingía no ser la suya, más estudiada y en rojo subrayado. Y de repente sonrió, contenta, se quedo dormida sobre mi pecho. Ahora mi amiga sueña plácidamente a mi lado y yo, su centinela, la observo mientras ojeo sus apuntes. Parece descansar en un sopor interminable mientras la felicidad adquiere sentido en su rostro cuando más se acerca la noche y diferente, se siente igual que su par perfecto para asumir como un hecho el estar juntos y ser uno. Discurrir sobre lo mismo en su personalidad múltiple es una manera de entenderse y dejarse llevar.
-Ahora entiendo que todos mis cuestionamientos internos tienen una sola respuesta-
-¿Y cuál es esa maravilla de réplica que soluciona vidas y endereza entuertos?
-Está en el titulo

20070806

La fiesta


Estamos hechos de recuerdos, metáforas y experiencias: Un mole de guajolote en una fiesta de pueblo a la que no recuerdo como fui invitado ni el nombre del puebla, arroz rojo abundante con chicharos bien verdes, tortillas recién hechas en vez de cubiertos y servilletas, chicharrones y carnitas bien grasosas saboreadas entre ese olor a leña impregnado en el ambiente de la resolana azulosa que deja pasar la lona que cubre el patio -por si llueve- en que está la reunión. Las mesas de tablones con un mantel de plástico pegajoso encima y sentados todos los concurrentes en tablas de pino sin respaldo, su pulquito al lado de una Lulu de grosella picada con alcohol -para los de casa- y la banda del pueblo toque y toque cada vez más entonada canciones que algo dicen.

Los perros en la puerta del ranchito acompañan al poeta del pueblo, ese que siempre te platica cosas que aparentemente son intrascendentes y se sabe la historia de todos a base de contar cuentos a los niños en el zocalito entre sus árboles añosos y te agarró toda la tarde. El regreso a la ciudad con una indigestión sensorial que dura mucho tiempo y no aquilatas en el momento.

Y a que viene esto, pues a nada, vivir es acordarse. Eso es para mí ser un sibarita y creo que la identidad está formada en esos momentos mágicos que de repente vienen a la memoria y ni siquiera sabes por qué.

Archivo del Blog