20110606


El cuento



Érase una vez… el más común de los mortales que buscaba tener un cuento que narrar, pero tenía que tener una particularidad; había de ser sobre algo vedado. Algo que no se pudiera casi describir, entre irracional e irrepetible, incontenible e incondicional para el resto de los humanos. Que se pudiera censurar y exponer a los cuatro vientos, y en todas las cuatro estaciones se comentara (De tren o aeropuerto, del año y los climas). Y así empecé, no sé por qué o como, pero las manos se me escapaban del cuerpo para abrasarla, prenderle lumbre y calentarme con ella. Se escondían sus sensaciones en aromas y gustos humeantes de vaho sobre mi pecho. Por dejar pasar las cosas y que simplemente se transcurrieran, pero… chiras pelas, ¡Naufragó! Ni para cuando. Todo fue en la chiripa de un momento de descuido, que no se dio cuando como burbuja explotó. Y no quedó nada, ni un final feliz, ni siquiera un recuerdo vago sobre un cuerpo húmedo o cansado.

¡Yo no sé que tengo con lo prohibido! Pero desde siempre soy inconformista, me enojaba con los “no” y había de experimentar siempre en un blanco y negro, sin tonos intermedios, el sabor de lo prohibido de los volados en un sí o no. No deseo saber tantas cosas, porque se vuelven mías, y si son mías yo soy responsable de ellas, mas aunque las tenga en letra palmer caligrafiada por mi teutón, sobre una bitácora cosida, con margen rojo y hojas numeradas de atrás para adelante. En la que siempre sabré cual es la última, y la primera quedara con un espacio en blanco entre sus muslos abiertos para al final ponerle el título.

Encomienza la calor, y las chicas pasiones se nos vuelven amoríos exultados, llama, se encandilan a farolazos, y dejan su huello entre las pequeñas mentiras en que me pongo a explorar valles y montañas, hondonadas y picos. Y eso sí, es una lúcida experiencia de putas sin que hacer, en que las güilas se esconden, en ese único suyo tan singular. En que dejan su vaso boca abajo y apartando su lugar en la barra. Llega alguien, este es un forastero, y si, es interesante. Voltean el vaso para pedir que lo colme el cantinero, y empezar a seducirlo, tratar de encantarlo ¿Cómo imaginar que esas manos tan suaves y perfumadas podían contener tanto ardor?

En ocasiones, ¿Quién sabe? el sexo, simplemente no se daba y entonces aprovechaban sus poderes de seducción, para dejarse llevar e inventar cuentos para entretener al cliente. Ya eran unas patronas adultas que pensaba que Dios, bien podía estar equivocado, pero bien sabían que aún le quedaba el humor para componer las cosas antes de voltear la hoja. Mas aunque lo escrito no se pudiera borrar, y coger sea algo pasajero, que lo asentamos entre las cuentas mal llevadas y el encantamiento… por no decirle hechicería, que implica perpetuarse.

-Solamente hay cuartos sencillos- Acompañados de murmullos de los pastas duras que separan una de la otra, que se tenían cariño y afecto, sin saber qué era eso, cuando la visitaban los pecados en un ataque de pena ajena y golpes de suerte que convertían en amor las infidelidades. Al dejar obras por mitad y empezar a escribir en una libreta pautada de pentagramas anchos que deja una sombra de desliz, como si fuera concordancia entre lo que quiere y lo que hace, toda una ópera prima.

Le embarraban sus pecados y la declaraban loca, lo único es que ya sabía era de qué pie cojeaba y como desmenuzaba pecados en solo malas intenciones. Sabía que antes de empezar a contar quimeras, ya había olvidado la trama y para qué estaba sobre la cama. Pero, por cierto, después de eso, ya siempre quise más, y cualquier cosa que se me ocurra, ahora la quiero experimentar dentro de una necia trama. Para más noche, dentro de la obscenidad de buscar el fondo, llegar a un final y acabar por desnudar el texto. Que ahora, ya no es solo un libro, hoy es el talismán. ¡Y no hay nada que permita intuir todas las aventuras que contienen sus hojas!

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