20070720

La falacia de la novedad en un mito critico


Caminando, como siempre buscando la sombra como dejándose querer por la resolana de la tarde, no es una metáfora ni un símbolo de nada, ella solo quiere llegar al lugar en que sucederá, entonces simplemente será y sobrevivirá en medio del absurdo de querer ser. El escenario al que llega es imaginado y está iluminado: siempre contra el impulso de lo que en el fondo desea, esperando que el más heroico defienda al pobre y al desvalido, ayudando al sufrido, al mártir que pende de su calvario y le provoca la ternura de saber que no ella la que sin disfrutar su tiempo y sus reproches se deja consentir y limosnear. Los discursos son del que no tiene nada, son los reclamos del quien ya no puede perder. ¿Qué buscamos sino acercarnos y vernos emparentados a los pobres que no a los vencedores? Y para cada solución un nuevo problema que acaba identificándonos más con ellos en el fin de esa utopía ya había inventado yo y no dejaba de ser interesante estar del otro lado del espejo. Al fin no se cuanto tiempo lleva acostada entre los lirios y si vale la pena quedarme quieto esperando que termine de suceder mientras sigue extendida en la cama esperando. Se levanta solo para pedir otro abrazo en mi soledad, al fin ya es una de los dos perfectos extraños.

-Una virgen no paga admisión- le susurré a su oído mientras dormía. Yo aún seguía recostado a su lado, afuera de las sábanas, disfrutándola y oyendo afuera el ruido de los autos sobre el pavimento mojado ¿Qué más sino esperar que despertara? para mientras escuchar su respiración cadenciosa y admirarla tendida sin prejuicios, sus ropas dejadas caer con soltura sobre la silla, como vistiendo el metal de sus curvas y buscarle una vena en que pudiera incorporarme a su placidez. Después de todo, era diferente mi punto de vista que el suyo, eso sería el principio solamente, después la venganza, la dulce venganza sería el plato fuerte de la imaginación. El problema es que a esa edad, pues no teníamos ni criterio ni opciones y por eso, ahí estaba la falsedad. Porque para cuando despertó, yo ya me sentía más presuntuoso que la noche anterior y sin una virgen que adorar ¿Qué sería de mi identidad?.

4 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

La identidad casi siempre es un problema. La identidad individual, la colectiva. Nos distancia de los otros para afirmarse, nos hace ver enemigos en quienes no comparten la identidad con nosotros. Es un peligro. Besos, querido amigo.

Indio Cacama dijo...

Nosotros , los de entonces,
ya no somos los mismos...

Pablo Neruda.

Guffo Caballero dijo...

Tu escrito y el comentario de Ernesto me recordó dos citas:

"Me convertí en todo lo que no quería ser a los 20 años", de José Emilio Pacheco.

"Me convertí en todo lo que criticaba de Hollywood" de George Lucas

Buen domingo casi lunes.

Yayo Salva dijo...

Curioso relato... La perspectiva del tiempo te habrá dado la respuesta a tu última pregunta.
Saludos.

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