Dilema Existencial expuesto
Por ratos deseo ser pasado,
quiero ser viento y lluvia, arena y playa. Estar ahí y no pensar en nada, pero
ahora, de lo único que me acuerdo de esos días es que si no nos estábamos
haciendo el amor, ya estábamos en camino. Rompiendo las tardes en noches
eternas de cuerpos friolentos, quemando las mañanas en esperas y adioses
eternos de espera infinita. Perdiendo el tiempo esperando atardeceres que nos
llevaran al paradero de la bahía, casi sin sentir, casi sin desearlo.
Habitación de tiempo completo y campanas, llamadas a misa los domingos en cama
de sabanas sudadas y almohadas al piso.
Abajo tengo un mar simplemente
bravo, salgo a caminar y veo como se abalanza sobre el malecón y yo me acerco para
ser el primero en decir que ya llegó la tormenta, y eso deseo, que la tempestad
llegue y ver cómo pasa casi olvidada, poco a poco, casi sin fuerza. Azar de
enojo en que la prudencia acabe encuentros y desencuentros.
Y es que, ya no sé qué pensar, le
cuestioné al horizonte el por qué no me ha buscado y ni siquiera me respondió,
me miró como a un objeto y se fue la tormenta. Al alejarse vi como evitaba
pisar su sombra y esquivaba las rayas del horizonte y desbarraba entre las
nubes. La seguí por un rato viendo como sus fantasías se acentuaban mientras se
acercaba al crepúsculo. ¡Y lo di por bueno!
Tantas veces vi crecer su amor
que ya no sabía quién era ella. Lloré, su nombre antes de olvidarlo, Lunes. Ansia de carne bronceada y lluvia de
besos ardientes que se dispersa en el ser escabroso que alegra los refuerzos
para demostrar lo que es un hecho, aún te quiero. Aunque prefiera tener razón
que compañía.
1 comentario:
Es que no hay como escribir más que "bonito texto". Tormentas sin tormento.
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