20150113

Trascender

Hoy amanece y soy otro, ya no existo el mismo, ni nada es igual para el que era antes. Tengo la barba crecida y la memoria olvidada, me siento sucio y mis memorias no las encuentro donde me acuerdo. Mis recuerdos son otros y nuevos, ellos me eligen por ratos y solo intuyo que a mí me tocó ser escogido porque lancé la suerte y me toca estar en su reflejo. Y sé que si me quedo en mi retrato, esto será igual ¿O no?
Después de tanto tiempo me encuentro con mí mismo, me veo al espejo y me admiro de aun ser el dueño de su imagen. La capturo y la guardo en esta cajita de madera de cedro que tiene una pequeña llave y un espejo en su tapa, la cierro firmemente para que al cerrarla no escape. El olor de la madera se confunde con su éter.
Estoy por entender al fin mis motivos, para dejarme llevar por sus reflejos, y abandonarme a caer sobre las olas de sus caderas y la envidia de sus pechos. Y mientras, voy a culpar a mis miedos de la luz y a cegarme en sus ojos, cambiaré mi espejo por una ventana al horizonte que existe entre sus ojos.

Pero ahora, sin dormir y alterado, aprieto su frente contra la cajita, la siento húmeda de niebla y sopor, huele a su ser. Me dejo llevar por su mirada; que ahora es mía. ¡Nunca la debí dejar! ¡Ahora soy ella!

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