Tápame
-Tápame, jala la noche para que
no amanezca- ¡Y así fue la última vez!
Produce tristeza lo que un muerto
deja y lo que un vivo recibe en el mundo que extraña. Me citó a las siete y sin
testigos. Para cuando llegué ya no estaba, y supuse que se había ido. La música
de fondo era entre las olas rompiendo contra la costera y los pájaros
guardándose entre las copas de las palmas enormes. Una pareja de novios se
besuqueaba en la banca de junto, ocupaban el mejor lugar (el nuestro) para
disfrutar la vista del atardecer en el final del puerto. Y, si, no me di cuenta
que ellos éramos nosotros… hasta tiempo después.
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