20111231

Los amores que amamos




Los amores que amamos



Algo me perturba, ¿Por qué tengo tan soterrada la convicción de que nada pasa? Cuando entré, era solo una canción ranchera de ardidos, o la música de las beatas en la iglesia que se cuchicheaba en el fondo de la tienda del pueblo. Conozco y se de muchas palabras que se pueden aplicar al caso pero es inútil intrigar con más de esto mismo, pero ¿Era despreocupación o riesgo? Yo creo que desgana, porque nunca sentí miedo, la Daniela se me quedó viendo como si yo fuera el único

-¿Qué me ves?- le increpe mientras me destapaba una cerveza

-Observo nomas, ¡quiero saber como le haces!- y se me quedó viendo a los ojos mas fijamente. Y ancina nos encontramos para indagarnos entre puras preguntas y cuestiones. Esa noche ni descansé de tanta plática dándome la vuelta en la cabeza; así era mi Daniela y era tan ella que se perdía contra el atardecer y dejaba pasar las sombras, bonita la muchacha. Pasó, pero esa noche bien que le robe un beso ya de despedida y nos quedamos en un silencio que decía todo hasta la noche siguiente. Ahora ya es un tumulto de rumores que arriban y retumban, y aquí estoy en el mismo lugar que siempre alineábamos nuestras soledades por ratos. Un lugar ya sin luz y viento frio, que huele a humedades porque las nubes ya se apiadan del campo y las palomas han hecho de esto su nido. ¿Cómo me hubiera gustado?, no lo se, mis manos recorren las paredes y me acongojo cuando cierro los ojos y no me acuerdo de como mientras la entibaba contra la pared se gemía y nomás ahí se queda prendida a los besos. Y así me dejó sudando, esperando entierrado y mugroso para que pasara otra vez, pero el fondo del jardín ya no es lo mismo sin la vergüenza de antes. Ella me lo dijo, se me quedo viendo y me habló

-Solo pide lo justo-

Y me costó trabajo entenderla ¿Qué le podía pedir a un encono? O como exigirle al odio perdido entre los escombros del escondite. Ahora estoy solo por el abandono y el ya no me acuerdo que es de mi pecho muerto.

-Si tan solo entendieras, ¡te fajarías!-

-¿Como lo iba a saber?-

Pero no, ya en la víspera, me encontré de frente con la cuarenta y cinco de su hombre y ¡ya qué! si te la fajas es pa sacarla, y si la sacas eres tu o el otro.

-Dispara, ¡Que yo me encargo de salir herido!-
-Por Dios, ¡No se maten!-

Nunca supe que pasaba por su mente, ahí se acabó cuando aprendí a extrañarla en la comodidad de las mentiras, y esconderla a ella en los murmullos que caen como gotas entre las paredes y nomás estuve para ver la verdad, un desengaño que acaba en nada.

¡A que con mi hembra! Que ganas de amanecer ayer, con el brillo de su pelo que cae del cielo, y me encandila mientras se peina, con las luces de su anillo que se caían de a poquitos entrelazadas entre su pelo. Ella, abrumada, se tuvo que vestir su luto, ni modo. Yo, me cinche y salí de su casa; Sin riesgo, ¡pues no sabe igual! para cuando nos quedamos varados en la nada y ya sin compromiso. Amanece y se escapan los sueños, solo queda una bruma que no puedo apresar y un colibrí que llega a anidar entre su cabello, mientras todos se olvidan del muertito y llega el año nuevo. Estar lejos no es una distancia.

20111226


El vaquero melancólico



Fue ella la que llegó primero, bien sabía de muchos lugares que eran más cómodos y acogedores, pero este, tenía un encanto especial y le gustaba para exhibirse. El saber que en cualquier momento te puedes verte sobrecogido y señalado, que las luces prendían y apagaban como querían y sin ningún orden o que las puertas no tuvieran llave lo hacían más interesante, como si esa angustia de estar en un lugar indefenso le diera más emoción a nuestra relación. Hicimos el amor como la primera vez para que fuera la última (Solo quiero saldar cuentas contigo, me había dicho cuando me llamó, y yo pensé que era una metáfora).

Fue la última vez que la vi, nunca supe más de ella (Solo quiero saldar cuentas… rebotaba en mi cabeza). Una y otra vez le recuerdo con sus faldas cortas y marido ausente que nos acuchillaba sin estar presente. Y yo no soy quien para juzgarlo porque me doy cuenta que siempre ahí estaba y lo sabía mientras se gozaba observando. Pero ahora el tiempo transcurre y poco a poco nuestros cuerpos se desacoplaron y dejo de parecerme la mujer para enamorarse y paso a ser solo el enamorarme de cualquier detalle que me contagiaba de su obsesión. Sabía la totalidad de la trama y donde poner el punto mientras improvisaba su acto y me enmarañaba de a poquitos. Era de las que se desvisten de a poquitos y salen despeinadas con total desparpajo. Me gustaba que estaba viva y me llenaba de tantas sorpresas, que ahora miro bien como cuentos y relatos de tanto tiempo en que se cansó de darle vueltas a la idea de una nueva aventura que no lo hiciera tan mal, o quizá que solo fuera mejor desde el principio, como el artista que sabe su oficio y puede con él. Pero esto cansa y siempre se mantenía perturbada y entregada sin que se diera completamente y enseñara sus sentimientos amohinados y sacudidos hasta que se sacude la conciencia y ve que tanta entrega no es cierta, es egoísmo en el fondo es fatiga de desvestirse y vestirse como único objetivo y razón de ser.

No dejó de ser cansado e injusto que terminara así, saldando una cuenta que no existía, atropellada por su propia prisa e inseguridad, todo por tozuda y cansada de algo que aburre de bueno y cansa de continuo simbolismo, en la seriedad de lo que no tiene justificación mientras confunde la enfermedad con el amor. La muerte solo es de los enfermos, te quedas sin piel y los gusanos te comen, te desgarra, te pela y vives con ello hasta que se acaba y estos muertos dibujan una sonrisa que se convierte en mueca, o quedas tan vivo con fantasmas que nadie entiende pues son los fieles alcahuetes de esa angustia.

-¡Fumar te hace mal!

-¡Tú eres lo que me hace daño!, eres la cultura del miedo, todo hace daño, amar, tomar, fumar

Ella brillaba de estrenada mientras dejaba la regadera, y se contentó con acometerme

-"Agua pasada no mueve molino, mi Amo. Aquí habremos de perecer de hambre yo y mi jumento, si ya no nos morimos antes, él de molido y quebrantado y yo de pesaroso"-

Y entro como brisa que mueve cortinas y no hace eco, en la sorpresa que nace de igualdades diferentes que se acoplan, al principio solo para el sexo y apenas moviéndose, para tomarme completamente desprevenido en el éxtasis de muchas veces con que se me quedó conociendo, con esa mirada que desnuda, que te planta en el banquillo de los acusados y te deja sin palabras. No dijo nada, me veía como quien trata de enfocar y se concentra en ello en medio de la bruma, lo ha pensado y observa. Como quien planea la estrategia para la acometida, y la ojeada es el motivo para escrutarme y tener sentido, ¡Y me mira como el ateo que se convierte! Respira como en el mar y me observa, calla un momento y explota;

-¡Por qué portarte bien, si nadie te mira!, solo cuéntame cuentos y déjate llevar-

-Es diferente merecer que prometer porque yo solo quiero ser tu fiesta y mi consuelo-

Y la memoria es la mejor excusa para la estupidez, porque ¿para qué desnudarte y hacerlo exquisito? ¡Si nadie te ve! ¿Si, sin continuidad no hay quién? Si el tiempo es una vida, una hora o solo este instante ¡No lo puedes juzgar por cuanto tiempo dura! Bien sé que el mito siempre tiene dos propósitos y un despropósito en el fondo. La última vez que salió, fue sin sus devotas bragas para dejar sus sueños en un mesón, llovía y aprovecho para llorar sin que se notara mientras caminaba de regreso y se quedaba despierta en su letargo. Yo me quedé en la ventana viendo el destiempo y desafanando malabares.

¿Ahora qué? Si su voz de tinta se cae entre tantos tactos sin cause y su pluma acaricia el papel, que trenzando una cueca necesitan toda mi atención en la realidad, por la que todo pasa y nada perdura, mientras ya no soy yo. Y al agua la cubre la neblina; ni conveniente, ni oportuna, solo a tiempo. Y mientras la locura inducida por el santo se te va al cielo y me conto el como le platicaban en la escuela de como dijo Santa Teresa de Jesús a sus monjas: “no hagan tanto ayuno, coman bien y duerman mejor, y dejarán de tener visiones...” mientras yo aquí me mantengo, silvestre y espontaneo oyendo sus cuitas que aparentan no tener sentido pero son todo un cuento... Cuando salí ya era de noche.

Cuando despertó, abrió los ojos y se vio encadena a una angustia que sabía a ayer, y como de la nada me dijo:

-Necesitaba decírtelo, ya lo traía atragantado desde hace tiempo y no quererte es difícil. Me siento un animal cuando estoy contigo, despiertan mis instintos y me comporto como quien no soy. Pero, pierde consuelo, si le doy rienda suelta a instintos que casi no sé que poseo y resulta contigo que ellos me disfrutan y solo afloran cuando nos encontramos y siempre estas presente en un gesto que me dice que al fin no existen promesas, solo hechos que son solos sordos dementes y no te dejan más que recuerdos, memorias y desencantos.

Estar solo no es casualidad, es el legado de tantas veces y muchos engaños que se escondían en el tiempo de los corredores inmensos de iglesias que eran templos del placer en que mis secretos tienen cara y entiendo que no puede ser cotidiano sin tener un guion, simple enjuto y huidizo que es un peso encima que me amamanta y me planta en el terreno del disparate cuando trato de revelarme y siempre regreso a la misma trocha. Ahora me siento editado por su ausencia, ese entenebrecerse que me hace dejar cosas sin hacer y a la mitad, buscando lectores que sepan y aparezcan a mitad de la trama y se dejen llevar por el sentimiento.

Esto es mi dolor malhadado, quizás solo la necesidad de acercarme a construir referencias a la vida real en que no soy cotidiano y no encuentro continuidad en vivir esta dictadura tan de cerca, el la irreverencia de lo que aparece identificado con el permiso que nos dimos para la infidelidad que no fue cierto. Ahora somos dos, mi soledad y yo, lo veo en cinco sentidos y trato de adivinar una nueva dimensión para olvidarla en mi sentido de la aventura que pasa disfrutando, olvidando lo que importa realmente y no desmerece. Y creo que fue algo inmenso por descarnado y expectante que me dirige a la entrada de un cuarto con una atmosfera añublada y húmeda de olores y seca de tactos atormentados por los actores secundarios que se ven misteriosos en el momento en que veo que no somos tan diferentes y siento como se nos va en buscar nuestros errores. Puede que haya más noches, pero ya no habrá mas historias, todo lo que había que decir esta escrito y ya no hay géneros nuevos que cultivar. Antes no pensaba en la historia como algo que paso, abandonado, quieto y no creo que el presente haga memoria porque mi obligación es mentir para decir la verdad

Mi amiga siempre tuvo miedo de salir, el miedo persistía en los silencios de la soledad y ahí daba todo lo que tenía, en la soledad de la entrega que nadie agradece. Mas allá de cualquier cosa, su oficio es duro y puro, ella es entrega y cariño que intentan perturbarme e calentones que me acoplan largamente a su regazo de feliz amor y largos deseos.

20111210




Desasosiego y desamor



Las Parras es un pueblo, o quizás solo sea el cruce de caminos que se murió en el interin de caminos recorridos, cuando el tráfico se volvió más rápido. Y así, el tiempo lo zanjó, alguien diría que se quedó solo y despojado. Voy a empezar por el final porque mientras todos se debatían por ser y estar en el mismo lugar y no pudieron vivir felices en su agujero, ni comieron perdices en su feudo, ni siquiera hubo una reconfortante sorpresa al final. Es probable que esto ni siquiera haya sucedido y solo fuera un invento de mi mente calenturienta sobre lo que no sucedió, eso sí; en el pueblo, los años pasaban como un sueño, no era el paraíso pero era algo cercano a la niñez y ese sentimiento de “no pasa nada” que trae consigo mientras habla como si fuera el desasosiego de su última vez. Simplemente ocurrió en un caserío que ya nació fantasma, siempre le faltó alguien vivo, que tuviera aventuras de día y sueños de noche para hacer memoria, sin tener recuerdos encontrados y confusos entre su trazado inconcluso. A las paredes se les cae la pintura y quedan en bruto, lo único bonito en el pueblo es el letrero de bienvenida que te invita a entrar y el sonido de una bocina que nadie sabe quién administra y se dedicaba a trasmitir un sonsonete como ruido de fondo desde que amanecía, ¿Pero? Si sus pensamientos son silenciosos ¿qué decir? Bien que me gusta el trago y aquí, los tanguarnices es lo único porque soy lo poco que queda y sobrevive, cuando empezaron a aparecer cadenas y candados en las puertas sentí algo como nostalgia y miedo, pero con el tiempo hasta eso desapareció y solo quedo la breña que invadía todo y se enmarañaba en las huertas y los patios, los fierros se oxidaron y dejaron abiertas las puertas para que las nostalgias y miedos se pasearan por las calles lamidas por el tiempo. Las casas se volvieron de un solo cuarto con las ventanas abiertas como viendo al cielo, volaron las techumbres con los vendavales y ya nadie borra las huellas que dejan los solitarios cuando les da por cruzar el pueblo, ariscos y presurosos. Ojalá y todo hubiera sucedido en verdad pero yo solo me detuve a revirar para escuchar los cantos de los muertos, muchos ni los oyen y otros ni siquiera creen en ellos, se quedan en lo desabrido de un comentario burlón, eso sí, en la puerta de la iglesia, recién persignados y adorando al único Dios que encuentran: el tiempo, que en un instante se les acaba mientras reflexionan sobre el vacío y la vacuidad, cuando sus manos arremeten al fuego y ya no tienen espacio para pelear el calor, salgo y el campo inmenso, sin surcos que lo marquen, solo arrugas en las que se entretiene el viento formando remolinos. Me cuesta decirlo, este pueblo es una mujer y tiene el nombre de quien se quedó a deshabitarla. Ahora es el paraíso de un tonto enfático que la deserta y no se puede ir. Mientras, ella debería tomar carta como otra cosa; amante solitaria, mar y halago, poeta cruzada, música de viento, palabras al suspiro, flores sin pena, aire sin retorno o fuego imaginario.

20111209

Ínterin

Solo quiero pensar que pasó, si solo fue el camino hecho de espacio y tiempo en un paroxismo de tranquilidad lo que se quedó en medio. Y si yo, abandonado en la ventana solamente fui el verdugo que en ese destino vulnerable se despidió, si me quede marcado exultante por el confidente para quedarme marchito y lánguido. En solo un exvoto expuesto por mi conciencia, pintado de los colores chillantes que chocan y gustan, sobre una lámina de lata aceitera que recicla mis oraciones. Mientras, te veía dormir y notaba como tú descansas y yo sano, porque a mí no me gusta que me observen durmiendo cuando amanezco y aun me siento desvelado, desguarnecido porque alguna vez soñé que me acompañabas y yo hablaba para ti conspirando contra mis pensamientos que se hinchan y desvarían más a menudo. Solo para que se pudiera meter mano entre mi la tranquilidad, sueño y yo ya no soy un cuentista, solo el narrador de una muerte sosegada por el tiempo de un viejo amor, que se durmió en el hastío de lo mismo, de vez en cuanto y lo extraordinario cada vez, como la primera y la última llamada a un cuento. Siento tus dedos que teclean en código sobre mi cuerpo, diciendo que los sueños son esenciales y solo tuyos. Aunque te sientas la encargada de descifrarlos y, si mi musa aprende a escribir solo sentiré las palabras resbalar sobre mi piel, sin siquiera dejar huella. Pero el deseo es lo que nos hace más, me busca y me encuentra para no dejarme lugar en la cama junto mis apetitos y deja mi cuerpo ocupado en su ombligo y a mi alma… disponible.



Y tú, mientras yo cuento para iluminar lugares obscuros; te sufres en tus picudos zapatos de aguja que pasan y van dejando cacariza la duela, con los dedos crispados en una inmersión cultivada por desprecio y desapego en que estás en la otra realidad, la mía. La cotidianidad deja rastros en mí y no es cierto estoy oculto en tu culto de la insoportable levedad del gel. El tiempo no pasa, se envuelve en palabras que están cayendo calladas y silvestres. Ocultas y menospreciadas adentro de un cuento en que recién inventadas se apañan, se arrejuntan y se conocen mientras se vuelven chocolate dentro de mi boca.


Y en medio del ínterin, soy feliz

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