20061218

Mira y sonríe

Ella sospechaba que yo me dedicaba al ocio de no tener edad… y no; era solamente adicto a la buena fortuna, impune a lo que pudiera suceder y solo me dedicaba a recorrer mis propios pasos religiosamente, una y otra vez todos los días. Hasta que sucedió; la dosis diaria se convirtió en el veneno en que todo en demasía parece hacer daño. Estamos encadenados a lo que no queremos hacer.
Ahora recuerdo cómo me gustaban sus ojos, tan pequeños y tan brillantes, como si estuvieran llorando y viéndome al mismo tiempo, como cerraduras que no tienen llave y dejan escapar algo de luz cuando en la noche adivinan su luminosidad interna. Ahora imagino que soñaban despiertos y por eso no se dejaban ver completos, eran como el mustio corredor que llevaba a su cuarto, al lánguido camino que no se deja recorrer de día, y que en la noche se volvió aventura para mis adrenalinas de adolescente. Entraba yo a su cama como quien rompe el ultimo sello del purgatorio y toda ella era la mar, tan llena de luz y agua, tan de repente desnuda frente al espejo, observándome de reojo en sus perspicacias.
Cuando salía de ahí, todo era como un muro que detenía la playa donde dejaba siempre mis ojos llenos de estrellas y noches, que solo adivinaba en la ventana cerrada en que a duras penas se distinguía el ruido del mar a lo lejos, las olas imperturbables una tras otra. Mientras, me envejecía rejuveneciéndome en su simplicidad para hacerme hombre de repente. Y siempre para verle otra vez, una y otra vez volverme a conocer en sus ojos y en el golpeteo acompasado y constante de mi cuerpo contra su playa.
Nunca me dijo nada de lo niño que era, quizás pensaba que regañarme hubiera sido inútil en la novatada en que aprendía de ella, en ella y como se traicionaba por enseñarme en el mito de esa, su mirada que aún no resuelvo. Ser un fisgón a su lado era algo tan fácil como dejarme caer en la cama para observarle cuando ¿Quién quería ventanas?, ni ventanas, ni cielos azules, ni vientos azules en las tardes en que solo deseaba emborracharme de ella toda la noche y dejar que me peinara antes de dejarme salir con su último beso... casi maternal y sus labios húmedos susurrándome - No hagas ningún ruido, y ¡no regreses por favor! -
Suave al viento
La luna de octubre
Llena de lapsos

4 comentarios:

Sofía Reyes dijo...

Interesantes son los recuerdos adolescentes.
Muchos saludos

Indio Cacama dijo...

hace tiempo que no me veo en una situación similar, supongo que me he vuelto odioso e insoportable.

Aristóteles dijo...

Es realmente uno de los momentos más felices de la vida: "Mirar y sonreír".

Manuel... ¡Ahora si me PIRO!... A celebrar la vida.

De todo corazón, desde lo profundo de mi ser: Te deseo una excelente Navidad a lado de los tuyo... Me guardas un Mole, por favor.

P.D. Pediré por la Fam. Iguiniz en la Misa de Navidad.

Gatito viejo dijo...

Magnífico relato. Te deseo felices fiestas y mucha suerte,amor y felicidad para el nuevo año. Un abrazo

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