Ínterin
Solo quiero
pensar que pasó, si solo fue el camino hecho de espacio y tiempo en un paroxismo
de tranquilidad lo que se quedó en medio. Y si yo, abandonado en la ventana
solamente fui el verdugo que en ese destino vulnerable se despidió, si me quede
marcado exultante por el confidente para quedarme marchito y lánguido. En solo
un exvoto expuesto por mi conciencia, pintado de los colores chillantes que
chocan y gustan, sobre una lámina de lata aceitera que recicla mis oraciones.
Mientras, te veía dormir y notaba como tú descansas y yo sano, porque a mí no me
gusta que me observen durmiendo cuando amanezco y aun me siento desvelado,
desguarnecido porque alguna vez soñé que me acompañabas y yo hablaba para ti
conspirando contra mis pensamientos que se hinchan y desvarían más a menudo.
Solo para que se pudiera meter mano entre mi la tranquilidad, sueño y yo ya no
soy un cuentista, solo el narrador de una muerte sosegada por el tiempo de un
viejo amor, que se durmió en el hastío de lo mismo, de vez en cuanto y lo
extraordinario cada vez, como la primera y la última llamada a un cuento. Siento
tus dedos que teclean en código sobre mi cuerpo, diciendo que los sueños son
esenciales y solo tuyos. Aunque te sientas la encargada de descifrarlos y, si mi
musa aprende a escribir solo sentiré las palabras resbalar sobre mi piel, sin
siquiera dejar huella. Pero el deseo es lo que nos hace más, me busca y me
encuentra para no dejarme lugar en la cama junto mis apetitos y deja mi cuerpo
ocupado en su ombligo y a mi alma…
disponible.
Y tú,
mientras yo cuento para iluminar lugares obscuros; te sufres en tus picudos
zapatos de aguja que pasan y van dejando cacariza la duela, con los dedos
crispados en una inmersión cultivada por desprecio y desapego en que estás en la
otra realidad, la mía. La cotidianidad deja rastros en mí y no es cierto estoy
oculto en tu culto de la insoportable levedad del gel. El tiempo no pasa,
se envuelve en palabras que están cayendo
calladas y silvestres. Ocultas y menospreciadas adentro de un cuento en que
recién inventadas se apañan, se arrejuntan y se conocen mientras se vuelven
chocolate dentro de mi boca.
Y en
medio del ínterin, soy feliz
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