El vaquero melancólico
Fue ella la que llegó primero, bien sabía de muchos lugares
que eran más cómodos y acogedores, pero este, tenía un encanto especial y le
gustaba para exhibirse. El saber que en cualquier momento te puedes verte
sobrecogido y señalado, que las luces prendían y apagaban como querían y sin
ningún orden o que las puertas no tuvieran llave lo hacían más interesante,
como si esa angustia de estar en un lugar indefenso le diera más emoción a
nuestra relación. Hicimos el amor como la primera vez para que fuera la última
(Solo quiero saldar cuentas contigo, me había dicho cuando me llamó, y yo pensé
que era una metáfora).
Fue la última vez que la vi, nunca supe más de ella (Solo
quiero saldar cuentas… rebotaba en mi cabeza). Una y otra vez le recuerdo con
sus faldas cortas y marido ausente que nos acuchillaba sin estar presente. Y yo
no soy quien para juzgarlo porque me doy cuenta que siempre ahí estaba y lo
sabía mientras se gozaba observando. Pero ahora el tiempo transcurre y poco a
poco nuestros cuerpos se desacoplaron y dejo de parecerme la mujer para
enamorarse y paso a ser solo el enamorarme de cualquier detalle que me
contagiaba de su obsesión. Sabía la totalidad de la trama y donde poner el
punto mientras improvisaba su acto y me enmarañaba de a poquitos. Era de las
que se desvisten de a poquitos y salen despeinadas con total desparpajo. Me
gustaba que estaba viva y me llenaba de tantas sorpresas, que ahora miro bien
como cuentos y relatos de tanto tiempo en que se cansó de darle vueltas a la
idea de una nueva aventura que no lo hiciera tan mal, o quizá que solo fuera
mejor desde el principio, como el artista que sabe su oficio y puede con él.
Pero esto cansa y siempre se mantenía perturbada y entregada sin que se diera
completamente y enseñara sus sentimientos amohinados y sacudidos hasta que se
sacude la conciencia y ve que tanta entrega no es cierta, es egoísmo en el
fondo es fatiga de desvestirse y vestirse como único objetivo y razón de ser.
No dejó de ser cansado e injusto que terminara así,
saldando una cuenta que no existía, atropellada por su propia prisa e
inseguridad, todo por tozuda y cansada de algo que aburre de bueno y cansa de
continuo simbolismo, en la seriedad de lo que no tiene justificación mientras
confunde la enfermedad con el amor. La muerte solo es de los enfermos, te
quedas sin piel y los gusanos te comen, te desgarra, te pela y vives con ello
hasta que se acaba y estos muertos dibujan una sonrisa que se convierte en
mueca, o quedas tan vivo con fantasmas que nadie entiende pues son los fieles
alcahuetes de esa angustia.
-¡Fumar te hace mal!
-¡Tú eres lo que me hace daño!, eres la cultura del miedo,
todo hace daño, amar, tomar, fumar
Ella brillaba de
estrenada mientras dejaba la regadera, y se contentó con acometerme
-"Agua
pasada no mueve molino, mi Amo. Aquí habremos de perecer de hambre yo y mi
jumento, si ya no nos morimos antes, él de molido y quebrantado y yo de
pesaroso"-
Y entro como
brisa que mueve cortinas y no hace eco, en la sorpresa que nace de igualdades
diferentes que se acoplan, al principio solo para el sexo y apenas moviéndose,
para tomarme completamente desprevenido en el éxtasis de muchas veces con que
se me quedó conociendo, con esa mirada que desnuda, que te planta en el
banquillo de los acusados y te deja sin palabras. No dijo nada, me veía como
quien trata de enfocar y se concentra en ello en medio de la bruma, lo ha
pensado y observa. Como quien planea la estrategia para la acometida, y la
ojeada es el motivo para escrutarme y tener sentido, ¡Y me mira como el ateo
que se convierte! Respira como en el mar y me observa, calla un momento y
explota;
-¡Por qué
portarte bien, si nadie te mira!, solo cuéntame cuentos y déjate llevar-
-Es diferente
merecer que prometer porque yo solo quiero ser tu fiesta y mi consuelo-
Y la memoria es
la mejor excusa para la estupidez, porque ¿para qué desnudarte y hacerlo
exquisito? ¡Si nadie te ve! ¿Si, sin continuidad no hay quién? Si el tiempo es
una vida, una hora o solo este instante ¡No lo puedes juzgar por cuanto tiempo
dura! Bien sé que el mito siempre tiene dos propósitos y un despropósito en el
fondo. La última vez que salió, fue sin sus devotas
bragas para dejar sus sueños en un mesón, llovía y aprovecho para llorar sin
que se notara mientras caminaba de regreso y se quedaba despierta en su
letargo. Yo me quedé en la ventana viendo el destiempo y desafanando malabares.
¿Ahora qué? Si
su voz de tinta se cae entre tantos tactos sin cause
y su pluma acaricia el papel, que trenzando una cueca necesitan toda mi
atención en la realidad, por la que todo pasa y nada perdura, mientras ya no
soy yo. Y al agua la cubre la neblina; ni conveniente, ni oportuna, solo a
tiempo. Y mientras la locura inducida por el santo se te va al cielo y
me conto el como le platicaban en la escuela de como dijo Santa
Teresa de Jesús a sus monjas: “no hagan tanto ayuno, coman bien y duerman
mejor, y dejarán de tener visiones...” mientras yo aquí me mantengo, silvestre y espontaneo oyendo sus cuitas que aparentan no tener
sentido pero son todo un cuento... Cuando salí ya era de noche.
Cuando despertó,
abrió los ojos y se vio encadena a una angustia que sabía a ayer, y como de la
nada me dijo:
-Necesitaba
decírtelo, ya lo traía atragantado desde hace tiempo y no quererte es difícil.
Me siento un animal cuando estoy contigo, despiertan mis instintos y me
comporto como quien no soy. Pero, pierde consuelo, si le doy rienda suelta a
instintos que casi no sé que poseo y resulta contigo que ellos me disfrutan y
solo afloran cuando nos encontramos y siempre estas presente en un gesto que me
dice que al fin no existen promesas, solo hechos que son solos sordos dementes
y no te dejan más que recuerdos, memorias y desencantos.
Estar solo no es
casualidad, es el legado de tantas veces y muchos engaños que se escondían en
el tiempo de los corredores inmensos de iglesias que eran templos del placer en
que mis secretos tienen cara y entiendo que no puede ser cotidiano sin tener un
guion, simple enjuto y huidizo que es un peso encima que me amamanta y me
planta en el terreno del disparate cuando trato de revelarme y siempre regreso
a la misma trocha. Ahora me siento editado por su ausencia, ese entenebrecerse
que me hace dejar cosas sin hacer y a la mitad, buscando lectores que sepan y
aparezcan a mitad de la trama y se dejen llevar por el sentimiento.
Esto es mi dolor
malhadado, quizás solo la necesidad de acercarme a construir referencias a la
vida real en que no soy cotidiano y no encuentro continuidad en vivir esta
dictadura tan de cerca, el la irreverencia de lo que aparece identificado con
el permiso que nos dimos para la infidelidad que no fue cierto. Ahora somos
dos, mi soledad y yo, lo veo en cinco sentidos y trato de adivinar una nueva
dimensión para olvidarla en mi sentido de la aventura que pasa disfrutando,
olvidando lo que importa realmente y no desmerece. Y creo que fue algo inmenso
por descarnado y expectante que me dirige a la entrada de un cuarto con una
atmosfera añublada y húmeda de olores y seca de tactos atormentados por los
actores secundarios que se ven misteriosos en el momento en que veo que no
somos tan diferentes y siento como se nos va en buscar nuestros errores. Puede
que haya más noches, pero ya no habrá mas historias, todo lo que había que
decir esta escrito y ya no hay géneros nuevos que cultivar. Antes no pensaba en
la historia como algo que paso, abandonado, quieto y no creo que el presente
haga memoria porque mi obligación es mentir para decir la verdad
Mi amiga siempre
tuvo miedo de salir, el miedo persistía en los silencios de la soledad y ahí
daba todo lo que tenía, en la soledad de la entrega que nadie agradece. Mas
allá de cualquier cosa, su oficio es duro y puro, ella es entrega y cariño que
intentan perturbarme e calentones que me acoplan largamente a su regazo de
feliz amor y largos deseos.
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