Seguro ella no lo sabe, no tiene
por qué estar consciente del por qué la busco. Yo sé que tiene que haber una
química entre ambos y para mí, Verónica, sigue siendo como como higiene mental
más que cura. Medicina en la que de tanto en tanto busco estar con ella, en ella
como remedio a no sé qué.
Sí, ya sé que es enigmática, que
se deja llevar por improntas de momento en que a veces hasta hiere y ofende,
pero también sé que en el fondo me tiene y cuento con ella. De repente, otra vez,
empezamos silvestres y alegres, como si yaciéramos nuevos y todo es primavera
hasta que llega la tormenta entre sus pechos y más abajo, tempestad de verano
que pasa con la tarde.
¿Cómo poder saborear la excepción
magistral que representa buscarla? ¿Cómo regresar al infierno después del
paraíso? Pues… Tocando la empatía que en el fondo nos une. Llego y me dice que
me ama, pero solo confundimos el sexo con el amor, el sexo es real, si existe,
el amor es solo una quimera entre sus brazos.
Y yo, solo soy el rehén de sus besos y mis desvaríos.
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