Fluir con la
existencia, para urgir la prosa que se está, estancada.
En esa casa
había habido una pequeña reja que veía al jardín, era simbólica, de hierro
fundido y alguna vez pintada de negro. La hierba crecía a su alrededor, se subía
entre sus barrotes para dejarse caer del otro lado, la parte soleada. Ahí
estaba yo con mis vaguedades cuando entonces oí el aletear del cenzontle, a las
espaldas de la cerca, había entrado y no encontraba la salida, era tan solo una
mujer escondida entre los setos que se dejaba caer como si tratara de volar y solo
podía aletear sin sentido en el denso aire de tantas flores maduras que
agolpaban perfumes, como dulces entre el jardín.
Ella solamente salía al jardín de
cuando en cuando, de vez en vez, cuando se acababa la inspiración o quería
fumar. Trazaba entre las flores los cuentos de princesas y dragones, que generalmente
terminaban en desamores y brincos de página sin moción de orden por su parte.
Esta vez trazó una aventura en que ella era la protagonista y el jardín el
escenario. ¡Que susto se llevó el miedo! Dulcísima se dejó caer en sus
pensamientos, después de la feria, todo es diferente por un año. -No eres tú,
tampoco yo, todo cambia- y recordó su amor, el amor de su vida. Que aunque ella
decía que era ella misma, yo sabía que era otro.
Tarareaba “Ya viene la cuaresma,
ya vienen las panochas, que tan dulces y sabrosas se cuelan en mis
pensamientos. ¡Ah! la llevas tan escondida, esa panochita mía” Nunca volteó, ni
miró para arriba, y el cielo era el límite de sus cuarentaytantos años con
cientosetenta centímetros que la hacían sobrevivir en la jungla del jardín
trasero de su vida, este, tan completamente enmarañado de macetas sin uso,
zarzas y rosales enormes de gruesos troncos, crecidos de tiempo eterno y que
formaban los arcos floridos, entre los que era difícil pasas sin enzarzarse.
Pensó para si misma, “Aún no llega la primavera, y yo… ya cambié”. Atrás, la
ventana de la recamara, oculta por una enredadera que cada día se hace más negada
al sol, y una sombra esperando.
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