Corre la cortina
Cuando apareces ¿Qué
decirte que te consuele? Y escribirte ¿Para qué? Si veo en mis notas que nunca sé
cómo empezar, y cuando las releo no sé qué te dije. Demorarme en ti es un
bálsamo en que siempre eres lo mismo; una actitud de entrega y una sonrisa.
Pero hoy, no. Te acercas
al ruedo de a pocos y le das un par de vueltas antes de resolver a entregarte.
Abres la puerta con esa llave mágica de tu erotismo y, poco a poco, reduces tu
ropa a su mínima expresión. Solo te quedas con un par de prendas minúsculas que
coquetas cubren la pubertad y tus pechos, erguidos por el fresco.
Ahí están, solo son esas
pasiones depravadas que hacen infeliz a la gente. Y ¿sabes qué?, si te toca,
aunque te quites, y si no es tu hora, aunque te pongas. Ahora que todo es
desconocido, denso, indiferente… tiemblas: Tienes una inquietud que te cuesta
trabajo disimular. Tu cuerpo ya no es lo de menos, es lo de más, porque ahora
tu anticuada voluptuosidad se convierte en una colección de zanjas y bordes que
tiritan, te rodean sin dejarte ser.
Tus manos se estremecen
mientras te acaricias, primero el rostro y después tú desnudes. Caminas,
avanzas, uno dos pasos. ¡Decídete a hacerle caso a tu rebeldía y grita!
-¡No!-
¡El agua de la ducha aun
sale muy fría! regrésate a la cama y espera un rato a que caliente el día.
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1 comentario:
¡qué sorpresa, encontrar aquí la identificación de "Deprimida"!
Insospechado.
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