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Clemencia por triplicado
Estrella durmió durante tres meses; mientras, todo sucedía
y nada transcurría. Cuando despertó renovada, aturdida, parecía apenas el
tercer día, la fecha escogida para revivir. Pero entre sueños recuerda que
despertando tiene cita en el instituto de calificaciones superiores, donde debe
presentarse con el autómata que mide la felicidad en bruto tras tres meses de
descanso (castigo) por haber reprobado su “evaluación de programa” tres veces.
Tres era el número mágico que todo lo regía en Trípolis.
-¡No es posible!-
El enredijo de cables y mangueras que la mantuvieron en
forma los tres meses, se auto desconectó a las tres de mañana. Primero el
respirador automático, después la alimentación parenteral. Y para cuando el
cuerpo se estabilizó, la tercera y
final; el nebulizador de ondas que blanqueaba sus pensamientos mientras
descansaba. Era el amanecer y ella empezó a boquear, buscando emparejar su
respiración. Se restregó los ojos y sintió que la sangre empezaba a irrigar su
cerebro, una luz le hizo volver a cerrarlos. Era el detector de conciencia que
ya empezaba a mandar reportes al TMU (Tercer mando unificado) por medio de la
red trifásica haciendo lecturas en el iris de sus ojos. Recordó otra vez, aun
entre sueños, la cita que tenía programada en el chip de memoria maestra que le
habían implantado el tercer día de viva y que registraba todos sus ritmos y
movimientos, era como una urgencia la que tenía por obedecer. Se dispuso a
tener un buen despertar; no se escucha ella misma, pero aun respira con el
compás del marcapasos de tres ritmos; suspensión, vigilia y actividad. De
repente sintió un sentimiento, algo como nostalgia que le hacia recordar algo,
eso era señal de que no sabía que pasaba o la última fase de la limpieza mental
no se había terminado completamente, en la última calibración cerebral en que
borraron sus consuelos y apremios. Lo que la hacía diferente a los restantes
miembros de Trípolis. Sus recuerdos los ahogaron en imágenes injertadas que
eran menos inquietantes.
-Puede suceder hoy o hasta pasado, serán tres días y ¡No sé
donde estoy!-
Cuando quiso levantarse, sintió que no regresaba a su
cuerpo completamente, alzo una mano, se sentía pesada, como si tuviera algo que
la detuviera y se frotó los ojos para ver si aun estaba viva (Y recordó el
puesto que tenía en la trilogía -Técnico En Recepción Y Archivo Definitivo De
Recursos Humanos (Sepulturera)- en cada movimiento que empezaba creía que no
era ella la que despertaba hasta que lo logró, se fue a la ducha en la emoción
del agua fría para ver si le quitaba el sopor.
Ella no era bonita, pero tenía un no sé que, que la hacia
atractiva, probablemente solo era un gesto que no le habían borrado en la
“masificación”, la última idea del gobierno trigarante para igualar a las tres
facciones de la sociedad y desintegrar la individualidad. Puso la mano sobre la
chapa y el sensor la reconoció. El cuerpo, metódico y en automático, la ingresó
a su departamento que de inmediato empezó a auto condicionarse. Era el suyo, pero
estaba truncado por una luz blanquecina que le recordaba los primeros instantes
del sueño en que todo estaba igual, quizás solo un aroma a viejo que el aire
acondicionado no terminaba de llevarse y fue suficiente para despertar su
instinto de supervivencia, o la ausencia de música que ahora era suplida por un
ruido de fondo entre mar y olas. Después de tanto tiempo, aún no se borraba su
última estancia ahí. Fue a su guardarropa y se coloco un uniforme plastificado
para irse a sus pruebas, aún no sentía hambre. Se había olvidado de los malos
recuerdos y entrar no le causó emoción, había olvidado que sucedió ahí cuando
la integraron a la trisomía de los nuevos entes, desde cuando la época en que
se cambio el sistema binario a triario y hubo que reprogramar todo a los tres
estados, si no neutro, prendido espera apagado, blanco gris negro, el concepto
que revolucionó los ordenadores y creo una nueva programación para el genero
humano que ahora podía estar; vivo, desconectado o muerto, si, no, quizás.
Entro al triangulo inmenso del instituto neuronal y se registró, la computadora
solo le indico que acercara el iris de su ojos mas cerca del lector y se
bloqueó. Desconcertada, tomó el reporte de la impresora y salió a la calle. Ese
reporte contenía la licencia que la identificaba y le permitía circular en las
avenidas
-Permiso Clase AAA, ¡perfecto!-
Casualmente este día empezaría las Triosas, las tres
jornadas de fiesta que se habían instituido para parar todo el sistema y
reprogramarlo, eran tres días en que se evaluaba lo anterior y se programaban
los nuevos “Trifactos”, las leyes que ordenan todo. Fue en esa transición, ese
primer día de fiesta cuando ella se quedó sin reprogramar, algún fallo no
coordino sus neuronas y se quedó entre el limbo de los dos estados; el estado
intermedio del que tanto había oído cuchichear a los treos. Ahora tenía todas
las prestaciones de cualquier miembro de la comunidad y además se empezó a dar
cuenta que no estaba enajenada por los deberes que todos tenían programados,
estaba en un limbo en que tenía donde vivir y no tenía labores asignadas, se
había cancelado su labor de sepulturera y sin embargo aún tenia acceso a los
centros de acopio, recuperación y deshecho. Se dedicó a recorrer las calles
buscando gente que tuviera sus mismas características, una aquí, otra allá en
la soledad de los límites de las zonas habitacionales, o los complejos
industriales, en los tiraderos en que se almacenaban los productos a reciclar.
Recordó su profesión y sintió repulsión a lo que hacia. Caminó sin sentido en
las playas donde la marea dejaba zonas de nadie y hasta había uno que otro
perro sobreviviente de “La conclusión de seres inútiles” ordenada por el
consejo cuando se instituyeron las “triafactas”. Estos se habían adaptado a
cazar y sobrevivir, ellos, los perros eran los que habían aprendido a
distinguir entre los programados y los libres, quizás era un rasgo en la mirada
o solo la manera de andar mas pausada, menos mecánica de los limpios, que por
ningún motivo hacían contacto visual con nada que se moviera.
Mucho tiempo
después, o no tanto, quizás solo fueran unos tres días, los empezó a encontrar.
Los desprogramados antisociales se escondían entre los limpios para sobrevivir
y cuando se hartaban, simplemente tomaban camino hacia las afueras de la
ciudad. Siempre había oído comentarios sobre ellos:
-La utopía en la
montaña existe, no podemos negar que vive una tribu en el monte, más allá de
donde se oyen los aullidos, se dice que viven en solitud y que no conocen la
electricidad, ni los transportes, son salvajes sin red neuronal triangulada-
Salió a caminar
y se encontró con una alma gemela, era una mujer de mirada viva y facciones
quemadas por el sol que salió a parearla, ella también había logrado evadir la
“programación pro afasia” cuando su nacimiento se dispuso por el consejo.
Siendo programada para efectuarse en solitario, fue separada de inmediato de
sus otras dos hermanas, mismas que si fueron integradas a sendas colonias de
adaptación para que desarrollaran las habilidades programadas en su óvulo y que
por algún azar del destino no se había terminado de fijar en ella
completamente. Cerró los ojos cuando el sensor pasaba la lectura y una parte de
la programación neuronal pasó sin afectarla, se daba cuenta ahora que
integrarse era una opción. Caminaron buena parte del día y llegaron a la orilla
del bosque, era hora de regresar a la seguridad de su habitáculo pero su nueva
amiga hablaba sin parar y la mantenía atenta:
-Mira, para cuando me di cuenta, vi que estaba acostumbrada a sentir una
terrible soledad, fingir amistad y negar amor. Estar preparada es fácil en el
cotidiano, uno corre encarrilado y suave, todo así sucedió, pero me creé para
no estar sola-
-El tiempo siempre había pasado sin arrancarme nada y me convertí en un
extrañadora, ya no hubo remedio, siempre que no estaba le buscaba un nicho
bonito para tener su imagen mientras no estaba cerca, y cerca no es una valla
que brincar. Siempre estuve más ocupada en dejar de hacer cosas que en
olvidarlas, que no es lo mismo negarse que olvidarse. Y ahora ¿Como me veo? ¡Como estoy! Como el infierno de
estar próximos sin intimidad con los demás, y dejar ser mis instintos en una
escalera en que las cosas se suceden en
pequeños pasos y grandes escalones En un ni
modo, para que las cosas sucedan, primero imagínatelas, vete a la orilla de la
cama, levántate de a poquitos y grita a tu modo; Amor para la musa viva que me
abandonó y quiero que lo sepan, aquí estuvo ignorada y ahora la extraño. Quiero
quedarme estática, desahuciada y sin siquiera ojear, extrañar en silencio y
ahorcarme unido a los recuerdos de cuando la disfrutaba inmensamente, la
saboreaba, y la condensaba irremediable en el tiempo para acercarla en el
espacio para hacerme más pequeña y cercana mientras testimonió mi caída, cuando
yo la había creado. Y así, correteando mi futuro, me empiezo a desfigurar
correteando atardeceres-
Eran frases
aparentemente inconexas que le movían a seguir escuchando y solo responderle
con pequeñas aseveraciones y gestos que expresaban algún grado de entendimiento
y comprensión, pero aun no tenía la capacidad de digerir tantas ideas.
Caminaban por el campo y recogía pequeñas frutas, como vallas de entre los
matorrales, la plática con ella la llevó a la comida, algo que Estrella nunca
había experimentado con placer, simple y llanamente no sentía nada al deglutir,
saco un pedazo de pan de su bolso y le invitó a probar:
-Si comes lo que
te gusta no tendrás molestias nunca.Ya
ni modo, comete un pedazo grande, saboréalo de a poquitos, quítale todas las
cascaras a la fruta, pélala hasta que quede encuerada y a modo de que ella te
saboree-
-Y ni que, uno siente la melancolía y siente como se arruga la piel
mientras se queda sola y expuesta-
Ella la dejó que experimentara y Estrella lo disfrutó inmensamente, como
quien se desnuda, se quita la piel y empieza a germinar, entre las horas que,
obscenas, se arrugan, se comprimen con su compañía ausente. Estrella sintió una
sensación nueva, el cansancio, esa placidez que le permitía descansar más
profundamente y amanecer dormida en un lugar desconocido donde aprendió a
administrar el tedio leyendo. Leer era una capacidad inducida que tenia de
origen y solo había usado esporádicamente en la ciudad para comunicarse con
algunas pantallas colocadas en lugares ruidosos o donde se necesitaba
privacidad. Y la lectura la despertó, hasta recordó las imágenes nocturnas que
nunca había experimentado, “sueños” le dijo su amiga que se llamaban y era una
pesadumbre que cargaba todo el día por las imágenes que no alcanzaba a
entender, como si fueran realidad sin serlo, ese era el concepto de realidad
aumentada del consejo que hacia las veces de divina trinidad antes que el
trimurti llegara en la hipóstasis
de una misma esencia. Leía y en la noche soñaba con las imágenes mentales que
la lectura creaba.
-No es algo sensible ni siquiera insinuante, es solo un transcurrir
entre la sensación de abandono y sentir como una mano te presiona el pecho para
asustarte, solo para hacerte claudicar obsesionado por darle los buenos días a
la taza de infusión de flores y hacerme la asustada-
Si no se puede liberar de sus angustias, porque desmadrar es un instinto
que ella hace parecer talento, para tener un oponente digno, para despedirse
como ciervo en la arboleda que supone que andar lento es hacerse invisible. El
miedo también le atrae, le llena, le turba y también le muestra el camino. Los
sueños cada día eran más reales y la atormentaban todo el día; Un niño se cae
al rio y se ahoga entre las barcas en un día feriado, es algo que entristece a
cualquiera y lo puede ver, sentir. Pero, ¿soldados de plomo ahogándose en metal
fundido? O, tan solo el cariño que tiene una vaca que lame a su becerra y la
hace despertar sudando
-¡Soy mi peor enemigo, peleando en un triángulo para binarios!-
Su obligación en el campamento era ir a caminar al campo para recoger
comida y bayas. La verdad era que la enseñaban a estar sola. Un buen día,
caminando lejos del campamento, se encontró con el cadáver de un trio que había
huido de la ciudad y no sobrevivió, había casi olvidado su profesión, pero al
olerlo, arqueó y vomitó enérgicamente hasta que se sintió purificada. Mucho
tiempo estuvo junto a la muerte, pero esta vez fue diferente, ya no era
indiferente ante ella. Ahora se sobrecogió al ver el rostro hinchado y las
cuencas vacías. Con sus manos le cubrió con ramas y le prendió fuego, tomó de
su bolsa el dispositivo de identificación que llevaba y lo coloco junto al
cuerpo quemado, cuando lo activaran a distancia sería ella. Esa noche no pudo
dormir pero, encontró alivio entre los compañeros del campamento. El camino de
regreso a Trípolis era largo pero Estrella insistió en ir de vuelta a su ex
ciudad, era como quitarse una expoliación que le urgía, la muerte era solo el
camino que siempre tuvo cerca,
-Yo creo en ti-
Le dijo la rectora y bibliotecaria del campamento “Montaña”
al despedirla. Sintió un llamado y agitada abandonó el reducto para regresar a
su departamento de tres paredes, donde permaneció por tres días con sus noches,
al tercer día desconectó los sensores, se había auto borrado la memoria
implantada. Recogió sus pocas pertenencias para no ser identificada y poder
regresar al alberge de montaña donde habitan los binarios. Ahí, el tiempo,
parece que ya no transcurre.
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