20060611

Mercedes


Mercedes, con la vista fija en mí pero cuidando que nadie nos viera en la escalera, se había adelantado un escalón cuando me detuvo, y así, con ese peldaño de diferencia a su favor, con solo la mirada me llevo a conocer sus labios, el interior de su ser y los secretos debajo de su ropa. Después, mucho después, aunque solo hayan sido cinco minutos, se separó lentamente, puso su cándida mano sobre mi frente y la deslizo hasta mis labios y dejó de hacer cualquier ruido por mucho tiempo mientras me miraba pidiendo silencio.

Alguien pasó junto y solo simulamos ser dos amigos platicando algo intrascendente. Pero alcanzamos a escuchar
-No creo que duren-
Y creo que esa fue la razón de su permanencia
Ella era una gozadora, un templo viviente del placer que se traducía en pequeñas convulsiones mientras la tocaba y sentía como se desvanecía su desasosiego en oleadas de ansia satisfecha. Mínima y hinchada se dejaba caer en mí para perderse a los abrazos destinada a abandonarse entre mis labios. Estáticas caricias interiores se abandonaban en sublimes delicias dejadas al tiempo. No me lo dijo inmediatamente, se dio su tiempo para pensarlo, pero al final… me lo pidió

3 comentarios:

Indio Cacama dijo...

hay en esa pretensión de ocultarse estando en un lugar público cierto sospechosismo para mí. ¿realmente se quiere uno ocultar?

nacho dijo...

Encuentro aquí imágenes intensas que resuelven de forma bella un gran tema: el amor, la relación carnal, la entrega...
te saludo y felicito.

Aristóteles dijo...

"El secreto de los corazones se encierra en una sola palabra: perseverar".

Manuel, la verdad no sé si ya había posteado o no esta frase pero, me encanta, es clave para la vida. Tu historia me la ha recordado otra vez.

Saludos.

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