20060620

-Déjame recado, siempre me los dan en casa
-Si claro, me pongo en contacto contigo…
Ya sabrás como me interesa hablar contigo, ya ni le pongas ganas a buscarme, y eso me lo dices a mi, que me gusta ser practico y tu que requieres regalos inútiles, eso si de buen gusto y de preferencia en una caja mas cara que lo que contenga, para que con suerte te emocione más abrirlo que usarlo, por eso soy entre sincero y misterioso. Llovía y las gotas escurrían como lagrimas en su cara
-¡Sandra!
Y mientras me saludaba, temblaba, yo pensé que por el frío.
¿Estas describiendo mi vida? O solo quieres pagar alguna cuenta pendiente que cargas en la conciencia para disuadirme de salir, a final de cuentas reza por no convertirte en tu peor enemigo, ya no entiendes y yo no hablo lo suficientemente claro como para contarte una historia que no quieres escuchar.

Ya se que tu problema es que te tomas demasiado en serio a ti misma y esperas que yo haga lo mismo (¿Con mi mismo o con tu mismo?), y no, no me puedo tomar en firme lo que soy y menos lo que me consideras. Cuando me pides un reto yo te sugiero correr un kilómetro leyendo un libro y tú prefieres sexo un par de horas.

No puedo decir que haya sido como la noche llena de sombras y estrellas, quizás solo un lucero fugaz que no alcance a ver completa, esto es algo que ya nadie ve, pero yo si las he visto alguna ves, efímeras en el horizonte, mientras manejaba mi motocicleta sin casco para ver el cielo. Pasó frente a mí, me quedé sorprendido, ¡Ahí y a esas horas! y para cuando la quise saborear… ya no estaba. Cambie las sabanas y me preparé a dormir
¡La muy cabrona se quedo con todo lo bueno de nuestra relación!

1 comentario:

Aristóteles dijo...

¡Así son ellas! Pero,... pues,... ¡Aunque mal paguen!

Moraleja: Hay que quedarse con lo mejor.

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