20121228

Inocente


Inocente

 

Diez segundos bastan y sobra, si me desprendiera de todo lo que falló, del tiempo que perdido aparece entre sueños y me pesa, las horas que dan vueltas hasta el amanecer, del espacio que a veces es tan próximo ¡Amate con toda la tinta que pueda escribir tantos despropósitos! Mientras, trato de tocar ese cielo tuyo tan azul, que revienta las costuras de tu infinito de días no vividos, de la última imagen que me sobrecoge en la realidad de la devoción que queda cuando todo acaba, porque no rio de lo que dices sino de lo que piensas, entre la histeria que se repite en ecos ahuyentados y miradas perdidas, alentadas por el olvido y la inapetencia del miedo que se esconde en un manojo de hiervas de olor que en sus orígenes, fueron árboles y ahora, son hojas de un libro en que lo único que está es una ausencia, que ya se está escribiendo sola cuando las letras se esconden, jugando al escondite. ¿Cuál es el opuesto? ¿Dónde están sus correas? Que nada se toca, ni huele, solo interactúa y se despeja en el éter, mientras tú y yo nos frotamos, despedimos olores dulces y calores maduros de hipocondría sólida en doce tonos de esta felicidad que me encanta, porque yo estoy aquí, viendo el infinito inmóvil. La tierra impotente, crecida de puestas de sol, gira que gira, en torno de un sol que se desliza entre la galaxia, universo que solo interactúa con el cosmos, dando vueltas, giros, divulgándose en el eterno. Y yo, sigo aquí inmóvil, viendo el infinito en el acto de confesar cosas lejanas pero posibles en donde mucho de mi tiempo camina en la obscuridad, sentado en la sombra, deseándote a gritos.

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