Rendibú
Me quedo sentado frente a una
taza de café. Yo solitario, una sombra anónima y vacía, rodeado de iguales que no
me conocen. Y estoy así para poder ubicarme en el fondo de la taza, el cuenco
donde se marean mis pensamientos:
-¡Gané, gané!-
Solo para quedarme absorto
inmediatamente
-Tengo tu cuerpo pero sin su aliento,
perdí tu respeto, mi dignidad, la manera de ser: pero eso sí, te vencí, ¡gané…!
y es algo que me hace sentir bien-
Bueno, es cierto, al final, nos
podríamos haber salvado los dos. Si hubiésemos dejado todo en la ilusión y disfrutáramos
simulado que fue cierto, mientras el tiempo… pasaba y nos sosegamos. Pero… si
ya te poseía, pues ¿Para qué te tomé?
Tomo el último trago de café y
salgo de la cafetería arrastrando mi sombra, no tengo ninguna gana de llegar a
encontrarte.
1 comentario:
Bien Manuel, pero... ¡qué bien escrito! Es un texto por demás omnisciente y no es fácil lograrlo.
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