Siete suelas
El miedo de los niños se deja caer bajo la cama cuando sueñan. Antes era pequeño con las cosas que parecían más grandes, las preguntas ingenuas y los deseos prácticamente ilusorios; como el olvido. Eso sí, los afectos eran pocos e insufribles. ¿Cómo describir el apego a unos zapatos nuevos o a la ventana en que espiaba a las vecinas por las noches?
-Ya ven a acostarte-
Pero, claro, mi madre siempre disimulaba y me daba la bendición tocando mis labios con la punta de sus dedos. Ella entendía de esas cosas y no las tomaba en serio, eso sí, disimuladamente empujaba mis zapatos debajo de la cama con la punta de los suyos; y ahí quedaban junto a mis miedos.
Claro que era más necio el empeñarse en algo que buscar una respuesta que no se apoyara en un engaño, querer ser Dios para prohibir las religiones, mientras poder ser un gran hipócrita, siempre regresando a la seguridad de la casa paterna. Malaunque los miedos cohabitaran con los zapatos en las noches (yo presumo que salían a pasear juntos de noche porque siempre amanecían sucios y rotos, o al menos ese es mi recuerdo infantil).
Miro a los que pasan y dejo caer mi vergüenza. Todo llega hasta donde quiero, a veces se sale de mis manos y aun más lejos. Alguien, en alguna parte se acuerda de ser feliz… porqué la juventud se adquiere con ideales para perderse con chascos y eso; es peligroso
Desarraigado frio y desapegado levanto las manos y me las manchó de cielo, siento el viento tan sutil que es capaz de matar sin apagar una vela en que yo aún espero que me pidan perdón pero solo provoco sonrisas.
-Hoy nos quedan ocho días, anónimos y felices; cuando lo cierto es que un relato así no debería ser, pero, siempre hay un pero. Esto es ser claro, claro que si, compartir el miedo y la risa para dejarnos quererte con la misma intensidad que tú nos usaste. Pensamos que nunca podría ser, pero ¡Cómo no!-
Me dijeron, aunque fuera entre dientes y casi sin querer los escuché
-Mientras, se agachaba y nos veía, es inevitable el deseo de la fama y el reconocimiento. Claro que ahora ya ni se acuerda y casi lo niega, no tuvo tiempo de dejar de ser joven en los arguendes del dios del azar que me permite olvidar deseos y cargar con culpas ajenas y tantos viejos secretos que ya son nuestros de tanto dormir bajo su cama. Es solo un fragmento que se vuelve intenso en recuerdos que de tan propios se convierten en hurtados al secreto de alguien más, cuando descubres que lo que buscas te está esperando, acechando y no puedes escapar a tus deseos ahitados y no dejas escapar a tu dualidad de destino robado que al final es tuyo, en que el tiempo gobierna. Demasiado tuyo cuando descubres que alcanzaste lo que querías y eres lo que no deseabas mientras vas de hito en hito acompañando al que te oprime. La sentencia la dictó alguien que no sé quien es ni donde está, solo se existe y es real, lo llevo dentro y está a punto de desecharme, y lo sé; es lógico y deseable porque no tirarnos sería enfermizo-
-No creer en nada: es aburrido-
Pero la ruta para llegar a algo es divertida y entretenida cuando el tiempo manda. Ya sé que necesito unos zapatos nuevos, porque excepto los calcetines, nada desaparece para siempre.
El miedo de los niños se deja caer bajo la cama cuando sueñan. Antes era pequeño con las cosas que parecían más grandes, las preguntas ingenuas y los deseos prácticamente ilusorios; como el olvido. Eso sí, los afectos eran pocos e insufribles. ¿Cómo describir el apego a unos zapatos nuevos o a la ventana en que espiaba a las vecinas por las noches?
-Ya ven a acostarte-
Pero, claro, mi madre siempre disimulaba y me daba la bendición tocando mis labios con la punta de sus dedos. Ella entendía de esas cosas y no las tomaba en serio, eso sí, disimuladamente empujaba mis zapatos debajo de la cama con la punta de los suyos; y ahí quedaban junto a mis miedos.
Claro que era más necio el empeñarse en algo que buscar una respuesta que no se apoyara en un engaño, querer ser Dios para prohibir las religiones, mientras poder ser un gran hipócrita, siempre regresando a la seguridad de la casa paterna. Malaunque los miedos cohabitaran con los zapatos en las noches (yo presumo que salían a pasear juntos de noche porque siempre amanecían sucios y rotos, o al menos ese es mi recuerdo infantil).
Miro a los que pasan y dejo caer mi vergüenza. Todo llega hasta donde quiero, a veces se sale de mis manos y aun más lejos. Alguien, en alguna parte se acuerda de ser feliz… porqué la juventud se adquiere con ideales para perderse con chascos y eso; es peligroso
Desarraigado frio y desapegado levanto las manos y me las manchó de cielo, siento el viento tan sutil que es capaz de matar sin apagar una vela en que yo aún espero que me pidan perdón pero solo provoco sonrisas.
-Hoy nos quedan ocho días, anónimos y felices; cuando lo cierto es que un relato así no debería ser, pero, siempre hay un pero. Esto es ser claro, claro que si, compartir el miedo y la risa para dejarnos quererte con la misma intensidad que tú nos usaste. Pensamos que nunca podría ser, pero ¡Cómo no!-
Me dijeron, aunque fuera entre dientes y casi sin querer los escuché
-Mientras, se agachaba y nos veía, es inevitable el deseo de la fama y el reconocimiento. Claro que ahora ya ni se acuerda y casi lo niega, no tuvo tiempo de dejar de ser joven en los arguendes del dios del azar que me permite olvidar deseos y cargar con culpas ajenas y tantos viejos secretos que ya son nuestros de tanto dormir bajo su cama. Es solo un fragmento que se vuelve intenso en recuerdos que de tan propios se convierten en hurtados al secreto de alguien más, cuando descubres que lo que buscas te está esperando, acechando y no puedes escapar a tus deseos ahitados y no dejas escapar a tu dualidad de destino robado que al final es tuyo, en que el tiempo gobierna. Demasiado tuyo cuando descubres que alcanzaste lo que querías y eres lo que no deseabas mientras vas de hito en hito acompañando al que te oprime. La sentencia la dictó alguien que no sé quien es ni donde está, solo se existe y es real, lo llevo dentro y está a punto de desecharme, y lo sé; es lógico y deseable porque no tirarnos sería enfermizo-
-No creer en nada: es aburrido-
Pero la ruta para llegar a algo es divertida y entretenida cuando el tiempo manda. Ya sé que necesito unos zapatos nuevos, porque excepto los calcetines, nada desaparece para siempre.
3 comentarios:
Dices, hoy, tantas cosas que me
ponen a pensar, como eso de alcanzar lo que querías y no
ser lo que deseabas...
Y eso recuerdos apresados bajo
una cama en forma de zapatos
nuevos...
El descubrir que lo que buscas
te está esperando y no puedes
escapar a ese destino que el
tiempo gobierna.
Hermoso, Manuel.
BB
Algo verdaderamente útil que podrían hacer los padres por sus hijos es enseñarles a superar los miedos , lo malo es que la mayoría de los padres refuerza los miedos de sus hijos.
El problema está en que los hijos creen lo que dicen los adultos y, una vez adultos a su vez, se vengan engañando a sus propios hijos. "La vida tiene un sentido que los adultos conocer" es la mentira universal que todos creen por obligación.
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