¿Qué más quieres, quieres más?
Tres en la función y una noche cedida
a la luz del “Haz lo que debas”
“Se abandona casa céntrica,
amplio jardín lleno de reproches y limones vanos, con amplias ventanas tapadas
de chucherías olvidadas por un ex dueño que no permiten ver los rosales (florean
todo el año y siempre de diferente color). Más informes en la calle desolación
esquina con amonestaciones. Renunciar a ella tiene infinitas posibilidades para
zigzaguear entre depresiones y nubes.
Informes con la dueña”
Todo empezó cuando la lluvia empezó
a caer como bolas aguosas rodando cuesta abajo para dejarse caer entre sus
mejillas y el piso. Se acercó a la ventana que ve al jardín, estaba
descubierta, ya sin la cara de miedo en la que se ocultaba, ni los pasos
cautelosos del desasosiego. Uno ve, cuenta y se aplica a cosas que ya pasaron
para rendirse y dejarse llevar por el recelo. Aprensión al castigo por
descuartizar la idea del divertimiento con eso. Gentilmente me dejaba ir, empezamos
en verano, pero ya principia el miedo al frío del invierno y hay muchas cosas
que no son pecado ahora y ella ya me concedió la vida eterna. Cuanta angustia
por seguir aquí y perder el control y acercarse a lo desconocido. Es de noche
hasta que amanece y el día viene en serio, para quedarse y aun dura. Ese
amanecer lo intuí y para el medio día ya lo sabía. Todo lo que no sé, no me
importa, el problema viene cuando no logramos lo que ambicionábamos, porque no
nos damos cuenta que cuando lo obtengamos vamos a ser más infelices… y no
podemos salir impunes del deseo. Es solamente el fetichismo que nos lleva a
volvernos mitómanos para anhelar lo que no tenemos y despreciar lo que ya tuvimos
pero se perdió entre el tiempo, la almohada… para terminar enredado entre las
sábanas del lecho mortuorio y sin nada, viendo un jardín que nadie visita en
una envidia. Porque los jardines ¿nacen? en la más absurda de las certezas
“Compro rincón apacible con todos
los servicios y ninguna inquietud, pago de contado y agradezco por siempre”