20121101




Aquí yace, o no

Muertos 2012

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-Escucha
-¿Son perros?
-No, es el retumbo de la muerte


Se me ha muerto mi Janita y estoy velándola, no sea que no se vaya. Ya siento un sudor frío cogiéndome el gañote, pero todo menos quedarse echado, finto y sin qué decir. Coqueteando con los malos amigos imaginarios que se aparecen entre lo oscuro y te invitan a no dormir con el chamuco, nahuales del mal que desde endenantes te jalan. Nomas tu perro se queda a los pies, porque de repente estás tan solo, sólo con el café como tú siempre me lo preparabas, siempre en el mismo jarro y con su panela para hacer más dulce la jornada. ¡Paqué te juiste Jinita!

Hoy ya nomás las personas se reúnen a tomar café aonde tendí el cadáver en su petate, bien muerta mi sangre, la difunta que fallecida es despojo, extinta sobre su examine cadáver para quitarse las cenizas de sus restos. Pos fría se quedó y nosotros ya mero juntamos las sillas pa que las comadres lloren a gusto con su alipús y nosotros le pongamos al tanguarniz con gusto para acordarnos de la interfecta, manque los teporochos solo festejen que hay ¡chupe gratis! Pero las comadres ya jueron por las flores pa que yo pueda velar mi pena acompañado, porqué al fin, sigues aquí mi Jinita.

Y pa mañana te echamos tierra y te prometo levantar tu cruz rapidito y ponerle nombre a tu tumbita de a luego, que expíes tus culpas y regreses sin perderte y sepas llegar, entre alientos y penas por el olor de las flores y la luz de los cirios. Olvida rápido tu fardo pa que vuelvas y me vengas a platicar de a ratos tus cuitas. Como cuando el jacal se calentaba en la noche y pelábamos las mazorcas hablando de a largo. Déjame aquí tus angustias y soledades que ya no tienen caso las jales onde vas. Pa que cuando vuelvas, que solo sea por gusto… ándale prietita, llévate tus previsiones pal camino y no tardes porque desdendenantes te espero.

Que sin destino ni porqué, yo aquí te aguardo en esta cárcel, oyendo los grillos de siempre y pa nunca serás olvido de naiden. Se me murió mi Jinita, yo no quería que se me fuera, y aquí estoy velándola con mis ganas de llorar. No sea que se me julla sin su nahual, ahorita que todavía me puede oír y me emprestó su ausencia.
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