20120728

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“Sí, es miércoles ya y la semana parece arrancar recién, en trote acompasado, siempre en busca del ansiado viernes, para soltarse el pelo o solo mirar hacia atrás y no saber donde se te quedó ese pedazo de ti, que te hace falta...” BB



Cualquiera habla de un desasosiego que errante es, de lo que pudo ser y no es mientras, infiel a la realidad en el quiebre del tiempo, se duele. ¿Será porque este transcurre en ausencias y elogios a la ternura de amores distantes? Que de tan lejanos engañan los intervalos que deja la conciencia y en ellos, me entrevero para disimular mi ignorancia de espíritu chocarrero que se escapa en las noches, sonámbulo que recorre las calzadas del sueño sin maldad, estúpidamente y sin sentido

Media semana, se estira en la cama, da un salto, respirando profundamente se dirige al vestidor para ponerse algo para salir. -Vámonos, ánimo- se da ánimos ella misma, ¿A dónde? Hay hechiceros que sensuales se descuelgan del prado húmedo enfrente de su casa, en solidas propuestas que parecen verdades absolutas, que la llevan a algo insoluto que la deja anonadada. La mueven hacia donde quede un ratito más que el tiempo, adonde pueda quedarse parada y observar como pasa la gente sin saber, dejando sus auras. Corre adonde el sol no haga sombra en todo el día y las paredes sean frescas de noche.

Son cosas como la negación del tiempo y sus causes, en los que yo vigilo y espero que pase la noche. Después de la obscuridad y ya no puede dormir ni regresar porque hay un nahual que le acecha atrás de las sombras de su orfandad. Ahí están las huellas, aquí llega su olor, olor de flores nocturnas que anuncian la muerte y ronda a su lado, toma un palo y golpea la tierra. Lo que ve aquí no es de este mundo, ¿Entonces para que lo mira? Si solo le acosa en el yermo su recuerdo del héroe bueno que se arriesga al mal y que pregunta si esta vivo, pero si lo duda, es porque está muerto. Los vivos no cuestionan.

Regresa al hogar, prende el fogón, se para frente al fuego, gradúa una hornilla al tope y acerca el sartén grueso. Pone uno a uno el recaudo sobre la mesa de junto y observa, busca las especies. Pone los caldos a hervir temprano para que se haga lento. Los borbotones entonan la salsa. Mira que rico transcurre y se desliza el guiso sin terminar de llegar en una cenefa infinita corre paralela a su suerte, esta bienhadada suerte de estar sin dejar pasar ¡que rico!

Transcurre el tiempo infinito pero solamente la noche y el tiempo son suyos, tiempo que transcurre entre las señales en los cielos y los avisos en la tierra que pervierten la seducción del-que rico- en la zozobra de mañana y cuando se da cuenta ya está desnuda y lista para descansar. Así se acercaban las horas, intempestivamente, se arrimaban después de la noche y casi eran amanecer para que cuando alguien se deje caer sobre un paréntesis, ya sea hora de descansar. La respiración es un problema que aunque bien sé que tengo todo el derecho de morir lleno de aire, y quizás buscar ese 'Petite robe noire' deshilachado que todos tenemos en la orilla del closet para sortear las emergencias, buscar una historia que no le pertenezca y salir para inventarme un cuento en ese -Que se yo- que lo envuelve tratando de seguir sus pasos y le preceden, pasos que cada ves son mas largos y llevan mas rápido a lugares en que no está. Ahí vive todo, solo hay que saber ver, salió a enamorarse solo para saber contra quien pelea. Lo primero ahí esta; es actitud, estruja sus temores y se pone su mejor sonrisa para abandonarse en mí, lo que no es raro porque ella siempre olvida todo y en cualquier parte, pero eso si dice lo que quiere y solo ella se entiende porque habla para si misma. Se sienta y sus piernas blancas se apartan de su verdad y buscan a quien apretujar. Su pecho se escurre entra las palabras que brotan y quieren arrebatarme mis ideas. Sus miedos ya estaban apalabrados, solo aparecerían al final de la noche, ya casi amaneciendo. A esa hora ya era fácil despertar y tratar de apagarlos con agua fría y dedicarse a engañarse con sueños que salen al cerrar los ojos. Simplemente dice amor y se siente bonita, simplemente actuará en consecuencia y se deja consentir, sabiendo que le gusta en él todo lo que odia en ella. Le pregunta y le hace callar, ya sabe la respuesta, la tomará de un golpe y sin pensarlo entablara una parejera conmigo para ver quien gana a llevar mensajes mientras eros corre detrás para tratar de alcanzarnos y averiguar como la noche alcanza al día, sus venganzas son más contundentes, llega como la sombra que siempre te alcanza al llegar la noche porque alguien dijo; sin ropa, no se pueden decir mentiras. El árbol del cementerio nomas le da sombra al muerto.

¿Contra el olvido? Subrayar que es lo único que me dejó su ausencia y me di cuenta cuando muerto de contento me encontré llorando platicándome a mi mismo. Llámame, en un sinsentido en el que ¡Qué sentido tiene ver el reloj, si esto ya es historia! Ahí vienen de nuevo y el tiempo se detiene, la habitación se obscurece mientras pasan las nubes y unos dedos ajenos, insistentes, pasan frente a mi. Salían siempre a la misma hora aunque no hubiera tiempo y estaban hipotecados a mi sombra. Yo no creo que sea parte de mi inconsciente el idealizar princesas, el maquillar muñecas de virginidad e idolatrar infantas de cuento que no crecen ni aterrizan. Pero aterrizar esa ilusión me mantiene enamorado, me muevo de a pocos para evitar asustarla

Ante la tempestad hay un pretexto, no creo que pase nada y la excusa ya no sirve para salir a afrontar la borrasca que le quita la ropa, la desnuda. Se queda sin rastro de dudas y sin miedos ni pesares. No hay pretexto para decir te quiero en esas playas en que la originalidad es un pretexto. Ah, y casi escondida atrás de su habitación, dejando pasar fotografías y momento sí está, pero necesitas buscarla, anda entre las calles junto al malecón. Ella se basta en si misma, la del rulo en cruz y la frente plana que cuando te miraba se apenaba. La que marca su huella con calor y, así, los que pasan ya ni se espantan -Estos muertos ya no asustan- Deja su rastro encantadoramente quimérico de perfume cítrico e irreal, lo suficientemente cerca como para no dejar ningún espacio... empieza a regresar el tiempo y se estanca en un palíndromo de los queno solo no lo son: se es o no se es.

Hay un duende con un llanto profundo en el fondo del pozo, veo el fondo y aún oigo como cae la piedra y se deja aplastar por el agua que intensa se deja naufragar en un somos o no somos, no nos decimos ni una palabra se adelanta y la veo alejarse, enfundada en su ajustado vestido negro. Es viernes y hay que henchirse de contento.

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20120721

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Mercedes



Aprendí a estar con ella y no pedir explicaciones, permitir que las cosas fluyeran y tomaran su lugar en el absoluto. Meche estaba sentada en su Mustang esperando el semáforo y parecía que el tiempo no transcurría. Y mientras ella se alejaba del crucero que la detuvo, trataba de recuperar el tiempo como si en eso se le fuera la vida y los quinientos caballos bajo el cofre se le escurrían bramando.

Puede haber situaciones incómodas que no nos afecten, pero que te atajen, es insoportable y ella lo asumía. No es difícil imaginar su contrariedad, levantarse temprano, una hora de gimnasio, el baño y otra espera eterna en el salón de belleza para salir y aún tener que ir a desayunar algo y vestirse. Mientras, le lavaban el auto y todo estaba listo para una partida espectacular en que quemaba algo de llanta por el puro gusto. Se engrió al subir al auto, encendió el radio y con toda la autoestima de bandera, salió a lidiar con su ego de novia de veinte que es como la tormenta que brota dentro de ella, esa batalla que solo gotea bajo su falda cuando se conecta al piso, como la palanca de velocidades del Mustang, en manual. Ella sin ropa interior, para ir más pegada al asiento de cuero, ahí donde se juntan el premio con el fondo de su intimidad en la inviabilidad de sus deseos y se sabe la matriz del protectorado con su falda que ondea al viento y cada atardecer es un ensayo para soñar la resurrección, en la rutina cotidiana en que necesita reconocimiento ni reclamo.

Obviamente, yo no merecía tanta atención y cuidado, pero su merced (Meche) sí, era incapaz de despeinarse por hacer el amor y moriría en el intento por guardar las apariencias, a veces ecuánime y por ratos sanguinaria. No piensa en la hora de llegar sino en el ritual de bajar del auto, desvestirse, despojarse una a una de sus prendas, y sabe como generar envidias cuando nadie lo ve y todos lo suponen; que su desnudes es magnífica. Con ella ensayé a abrir los ojos y abrigarme solo.

Se desinhibe, y se acerca al clímax con una facilidad envidiable, como quien descubre la sexta velocidad con un embrague asistido. Con la seguridad de sus cuarenta años y ojos envidiables. Gana cuando se acerca la meta como si fuera miel, para sorberla, cierra los ojos porque así siente que se libera y disfruta, se ve más segura cargando su persona ella misma, sin ver con quien está. Se disfruta y lo mismo le da con quien, siempre y cuando ella no se sienta rota u observada. A lo más, admirada solamente, ella, la mecha de mis pasiones… tiene un chasis propio y un motor ajeno.

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