20110925





Dolce non fare niente; porque las ideas, después de habladas, se van al cerebro


Aquí, aquí mero es donde están las distancias para que los tiempos pasen y se sucedan: Lorena empezó por tomar café entre las tardes de sol y el calor del verano, siempre en la misma ventana de la misma oficina. Mientras bajaba el calor del mediodía, cuando se preparaba el fresco de la tarde y el hachador cortaba vientos y suspiros para jugar el aire claro, atesorando lluvias y chasquidos que me huelen a rancio mientras arrastro los pies. ¡Puras vergüenzas sudadas en batallas campales, polvo y silencios! Aguanta un poco, que sobra quien agarre las lastimas ajenas, a esas, las dueñas de mis ojos. Fatigo mis huellas nómadas en la arena y termino por arrastrarme lastimoso como ancla, hay emociones oscuras encarnando para escurrirme entre las rendijas del suelo, goteando como el desamor. Pasos iguales a los que dejó de muestra el nahual en la tierra que me rodea.

¿Por qué todo es silencio? Es la pregunta, yo siempre estoy en el bosque, acurrucado entre los árboles. Cada vez es más el ruido verde desde el fondo, sin darme mucha cuenta estoy dale y dale la vuelta a los rancios demonios que me persiguen ¿Por qué dialogo con las tapias y los árboles? Vine aquí a encontrar paz y no... Si, bien sé, hubo un tiempo en que todos deseamos ser ella y Lore gritaba desde el atrás su condición de nido, y se conformaba con su carácter de deidad en rama florida de una congregación congelada en tres.

Me di cuenta, de repente, que las personas que pasaban, me observaban. ¿Por qué? ¿Cómo el azar puede ser objetivo si tiene años fraguando la venganza? Un brete; eran tres billetes de cien, pinches trescientos pesos muy relajados de la culpa que era solo un salvavidas para justificar esto. Tres años, en una palabra de más en que no había razón para tomar un desvío que fue a tajarme al centro. El camino ya de por si se acababa pero había que concluir, el rumor del adiós no terminaba de ahogar la lucidez del momento. Y si, ahí se me cruza en las ideas que algo paso y no ahora, que tiene tiempo de ser una errata. Es fácil morir por un apego, lo difícil es vivir en él. Entre lo artificial y lo artificioso que esta, justo en el medio (su zona pilosa, diría mi compadre).

Llegó y sucedió, cuando remató con vestirse sintió que algo faltaba. Olvidar que le daba vueltas en la mente tratando de ser recordado

-El negro me sienta hoy, visto según me siento-

-¡Axkan kema, tehuatl nehuatl!-

Apago la luz y se pierde en la obscuridad, el teléfono suena justo cuando el aprecio por las cosas se acababa, los amores permanecen y ahí están, en una obsesión por subsistir al frente, en la pantalla que dice más que mil palabras y cada uno en su banda se juntan el hambre y las ganas. Eso sí, desesperados por no poder ser y sabiendo que solo hay una forma de expresarlo. Pero no, no fue una despedida, solo un paso de lado. Porque el cuento que ella misma se escribió para tener que contar, era el de la infanta que siempre acarició ser.

¿Cómo hacer presente lo alejado? Si, lo sé, ¡En una extremaunción por miedo, o por venganza! Editada en una batalla cuerpo a cuerpo que muere, que deja espacios para la reconciliación y el abandono, que la hace crecer en el desahogo del tiempo y la holgura de las ideas que quedan intermedias. En un olvido que está tan lleno de recuerdos de gentes rotas, que ya son filigranas de una y otra vez. Es un abismo el que me deja la ausencia mientras sueño. Repartido entre lo profundo del olvido y lo hondo del chasco, calado hasta el fondo. Me enamoró a lo antiguo, clara y lentamente por razones que no tienen razón. La caída será lenta y ya no habrá nada igual en la dulzura de no hacer nada.


La fe es un don que me dio Dios para entender a las mujeres y apechugar… ¡Ah! Esta necedad de ser feliz, ¡cómo me apabulla!  Y todo es estar en el paraíso por un tiempo, antes que el diablo se entere que he muerto y yo pueda separar su cuerpo de mis emociones, no de cariño, sino de súbdito

20110901




Mi cuata



La vereda siempre es igual, ¡Vaya! Toda llena de polvo y parajes siempre rebuznados de tan cansinos y secos. Salimos de amanecer y dejando puros deseos enterrados entre los surcos y buenas razones marcando el camino de los bueyes que van y vienen, día tras día nomas estornudando su cansancio. Y ahí lo vi venir, acompañado por una parvada de cuervos graznando, lo único que nos quedo fue cruzarnos. Ni modo de echarme al monte y esperar que nos venadeara, porque de tan deslumbrados se me cegaros los ojos y no puedo dejar de preguntarme por las nubes, estos días entresacados de mayo tan soleados y secos.

-¿Hacia dónde van?-

Preguntó, como si nos conociera o como si hubiera muchos lugares pa donde jalarle. Para acomodarse después el sombrero, fajarse y dejarse ver que venía armado. Una escopeta cuata que se asomaba del saco, y era puro oxido con ganas de que algo se le pusiera enfrente.

-Donde los Guzmanes-

Y el plebe del malandro puso cara de que no sabía, ni quería guiarnos. Agarró su morral y se echó de lado para dejarnos desvirgar el sendero. Era una pendencia permanecer ahí viendo como destilaban demencia los sauces llorones de adelante y las tapias de más allá, cada vez más derruidas, se derrumbaban.

-Creo, de tener fe- Y fue el escogido para irse. Ya estaba tocado, nomás alcanzó a tomar de su alforja una botella y se saboreó un trago puntual, para quedarse pegado a la tierra con el aliento fresco.

-No hay prisa para jullirse, esto es una jaula abierta- Quién sabe cómo, pero faltaba más, ahí vamos sin levantar la vista y cubriéndonos del sol. La gente se muere donde sea y ahí atrás lo dejamos tendido sin nombre ni cruz. Entre los carrizos para que se lo festejaran los cuervos se quedó, y ¡Que Dios me lo perdone! pero questa va guardar silencio. Al fin que se nos va a retoñar silbando en las cañas, ¡Qué bonito! Y yo voy a calarme su escopeta. Si el pendejo la traía descargada, ¿Pa que la enseña? Nomás para quedarse ahí sembrado y esperando su vela.

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