20100317

Para Mariana, que se fija


La barca


Lo mismo que pasar o no pasar, pero se detuvo apenas ante la puerta que dividía la sala del resto de la casa y recorrió con mirada sorprendida a la concurrencia, nunca había visto tanta gente en su casa y él se sentía aun acalorado. Tal vez por eso se había detenido, por darse el gusto de reconocerlos, uno a uno y por última vez. Se estrechó para pasar por el quicio y se sintió apaciguado cuando ya una vez dentro se integró a la concurrencia.

Ahí estaban todos esperando cuando llegó el Sibilino, una especie extinta de holgazán que se daba en mi pueblo y pasó por la existencia sin hacer sombra, uno más de los cuates solamente. Indolente de cómo se ve cadavérico, bien ajuarado con su traje negro y él dentro con una camisa demasiado almidonada y esa corbata floja que no combinaba (Aunque digan que todo va con el negro y la soledad), así, entró y me lo contó displicentemente con pocas palabras:
-¿Te duele?- me preguntó
-Tengo algo muy pendiente y que más que agarrar lo que me queda entre las piernas para dejarme llevar en caída libre y sin retorno, algo que siento como que me volverá a dar color-

Se negó a sí mismo como el Pedro y se notó la voz apagada mientras se sentía sofocado por la corbata tan apretada y se veía con un sinfín de criaturas bien cebadas que lo cercaban, seres imberbes que nunca llegaron a tener conciencia ni rostro y que yo no reconocí porque ni forma tenían solo eran juntacuerpos que le miraban como juzgándolo y fuera la primera vez que lo percibían. Pero los niños le temen a la muerte, quizás por eso no se acercó ninguno. Porque somos diferentes aunque lleguemos al mismo lugar al final las despedidas son extraños, a unos nos dedicaban una oración y otros un brindis (Yo quiero estar entre los segundos).

Pero a pesar de su estado tan tranquilo, algo estaba mal y no se sentía a gusto ahí. La emperifollada capa de polvo rosa no cubría el olor que despedía su cuerpo subiendo por el cuello de la camisa, era abusivo ver como la pátina se escurría entre su pelo gomoso y brillante. ¡Porque ya no podía estar más frio el difunto! todos los acompañantes se dibujaban su peor cara de depredadores y el no podía estar más silencioso mientras todos se acercaban a ver que quedaba después de enterarse. Aunque quería, no le salían palabras, y lo que pensaba eran palabras solo eran gases de pudrimiento que salían como mariposas de las grietas que empezaban a desaparecer ¿O a desaparecer? en su ¿Cuerpo?

Más tarde, cuando ya se aburría del circunloquio, se dio cuenta que la reunión era en su honor y se fue a mezclarse entre la tertulia de harina y huevo, obviamente entre los que brindaban por lo bueno que era, proclamándose como alguien muy alegre y festivo. Le costaba participar porque ya estaba medio muerto. Al fin noto que solo sus zapatos nuevos hacían ruido cuando caminaban como lamiendo el suelo y él susurraba como queriendo decir algo que se perdía en los chismorreos de los asistentes mientras insistía en participar:
–Lo único que no pude controlar fue mi muerte, no debí abrir esa puerta sin tocar, lo bueno es que no morí completamente. Pues qué, ¿Anoche fui a la cama sin rezar? ¿Está prohibido rezar o simplemente ya no tiene sentido?-
-Morir es como engañarse y fingir una soledad que no puede ser y estar ahí para acompañarla, mientras te unes a otros que están más o menos muertos que el yo (Que ya no existe)-
-La pérdida es insondable, me hubieran incinerado y ya andaría entre las vueltas que da el humo del cigarro de mi compadre buscando mis querencias, sin preocuparme de barcas y ríos-
-Tienes que arrancarle lo malo para ver que queda bueno en el fondo-
-¿Cómo se llama ése que está al fondo?-
-¿El buey solo bien se lame....?-
-¿Están vivos o muertos? ¡Júntensen!-
Y solo queda un espacio que no se ha vaciado, solo ha muerto entre los recuerdos, antes de ver que solo es un gorrón que le vale madre y solo quiere café, piquete y pan:
-¡Y que si no!, me mataron las habladas que iban y venían sucintas y sigilosas, partiendo pedazos de recuerdo en nuevas patrañas que ahora se alojan en los pliegues de mi piel-

-La espalda la siento pegada con brea a la almohada que me sostiene sin dejarme mover y quiero llorar sal torpemente, después de todo: es la primera vez que muero y si esto me sirve, hay que contarlo pues caminé mucho tiempo sin pisar raya para llegar hasta aquí. Hoy me tocó perder y este abandono se está haciendo polvo-
Y ya algo después le daba por salirse a venir a visitarnos, ¡Que cabrón! quiere seguir vivo y caminar hacia atrás mientras siente que su cuerpo se desoja de a poquitos en mariposas y flores de colores, pero no es cierto, ¡Pura podredumbre queda!
-¡Otro bulto perdido! ¡Apriétensen todos!-

Voluminoso y podrido un esperpento camina bamboleándose como río femíneo hacia mí, y lo peor es que creo saber quién es, mientras más se acerca y lo termino de hermanar con mis recuerdos mientras veo como se me quiere dar, y de nube pasa a lágrima y llega a río para tratar de cruzarlo en una barca que no llega:
-Aquí estoy y es de noche, el viento ya es lluvia, mojado con más frío que sueño. Me paré, trate de respirar hondo y llegaron las ideas; diferentes e inesperadas-
-Estoy muy fresquito y con ganas de estar lleno de peros y alegrías, manque de repente se salgan las lagrimas, son postizas y crueles-
Algo escurría entre sus piernas mientras esperaba al barquero y sentía una extraña sensación de no saber qué pasaba y tener que dedicarle tiempo a disimular el chorro que escurría y sentía lo desguanzaba. Y mientras aun esperaba.

A los hombres les da miedo cruzar este puente y las mujeres corren para que no encuentre vereda el susto... pero a Sibilino, lo sacaron de su casa para traerlo entre cuatro hombros, cuatro hombres cabizbajos que avanzaban despacio viendo donde irremediablemente tenían que pisar y enlodarse. La vereda es un apestoso lodazal en que las huellas se pierden fácilmente y da trabajo avanzar, los zapatos se hunden y el peso no ayuda. El cajón, para ser de pino es demasiado burdo y no tiene manijas ni manera de agarrarse, unas cuerdas entre los hombros de los sepultureros hacen la función de asideros y no dejan controlar la dirección del muerto: Llegan, depositan la caja en el piso y uno de ellos prende un cigarro. Uno de los que está en el fondo tiene cara de tener más de mil años esperando sin resignarse, -Este camino esta del carajo- no hay nada en medio, solo miedo y morbo:
-¡Estas si son penas!-
Y bien sabe que solo el río separa, la corriente que siente se le escapa es ahora una corriente incontrolablemente larga y penosa en que juega un número, una sola oportunidad de ganar. Y se sintió exonerado mientras el cura recitaba algo como “Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate” él como que lo entendió, pero no perdió el consuelo, algo debe haber adelante. Ahora ya los murmullos del río eran como chasquidos que le hacían comprender otras lenguas (O ni siquiera hablaban y solo las entendía)
-¡No sean cabrones, déjenme aquí otro rato!-

Solo para ver con ironía que la vida sigue sin que el cuerpo participe y solo sueña que alguien sueña que alguien sueña. Duda de si mismo, prueba sus sentidos, se imposta a sí mismo. Todo es vano y en vanidad se queda mientras dialogan las ánimas invisibles sobre la curiosidad del ¿que sigue?... ¡Algo desastrado! Porque ser dueños de sí mismos es un robo que solo yo, y solo a veces percibo y ni siquiera estoy seguro de que sea. En fin, cuando yazga y no me pueda ya arrellanar, lo sabré cuando un cura me dé la razón, yo lo esperaré y lo asumiré en una nueva casa, mas lóbrega y fresca que la que tengo hoy. Un poblado cortejo precedido por untuosos seres amargos que ya no son y nunca perdonaré cuya alma se deslava de a poquitos y se va erosionada en gemidos y gases que se prenden en los amaneceres, cuando más frio hace.

Así el miedo deja de ser emoción, dejas de sentirlo y te vas en otro sentimiento como de ansiedad que ya no te consume, solo te acerca. Salir de tu cuerpo es como ultimarle, pero sin sentir ninguna culpa. Una emoción que sale de más debajo de la piel. Deja de ser aprensivo y te coloca en la cola de los desencantados mientras la noche se quiebra en dos reuniones, una alrededor del difunto y otra con el muertito al centro de su soledad. Y alguno en la esquina de los desencantados, recargado contra la pared y fumando, solo fumando, quizá presiente que él es el próximo al centro de la fiesta y ya se imagina como motivo de los chistes y cuentos de la concurrencia:
-Ya ni en los entierros hay penas y despedidas tristes, pero a los velatorios nocturnos aun llegan todos los que algo persiguen: nadie los ve, pero de que ahí están, de ahí son. Y de haberlos, haylos-

Y se despidió, mientras veía escurrir las costras como caramelos sobre su piel que le recordaron la tez del fresno que siempre visitaba en la arboleda, aquel que hablaba y sabía todo:
-Primero dejare lo que más quiero y la memoria me ira llevando solita al olvido, después de que me envolvieron tres días ¿Qué esperaban? ¡Qué madurara como aguacate!, para cuando desperté ya ni me veía en los espejos y mi cuerpo ya dejo de contar historias, la memoria cada vez es menos. ¿Estar enamorado? ¡Cualquiera! Pero para qué, si ya ni siquiera te reconoces a ti mismo-
-Uy que miedo, ¡uy uy uuuy! Como comprenderá, soy el primero en lamentar mi deceso y mientras esté en tránsito… no cuente conmigo porque hiedo y así, el espanto les va a dar miedo, ¡A ver si es cierto lo que cuentan! Porque no hay que inventar pretextos, hay que tenerlos-
-¿Qué se tiene que tener dentro para no guardar el rencor, abrirse y dejarlo salir? ¿Es esto morir? O solo el hecho de estar, de permanecer y de ser-

Y se fue tratando de silbar, pero cada vez con menos aliento y más resoplidos, medio tieso. El miedo es alguien muy poderoso porque sabía que su mejor batalla fue consigo mismo y se alejó un poco, sentía que nadie lo miraba pero era igual. Ya no podía estar ahí por más tiempo porque su cuerpo se quería despedir y sabía que no hay amor sin celos. La distancia a la otra orilla es cada vez mayor y las aguas no dejan oír que pasa enfrente, solo oye que se queja mientras transcurre:
-¡Quiero cruzar!- (O solo oír que sucede del otro lado) En el muelle un hombre hacía señas para que atravesara el río, ¿O para que no lo cruzara?
Y se dice en secreto, aunque nadie lo escucha:
-¿Buscamos lo que no tenemos o solo lo deseamos? ¿O acaso solo es la locura del nahual que se deja sentir cuando trato de descansar y cierro los ojos?-
No señala lo que quiere y no desea lo que no tiene porque “identidad” es una idea peligrosa y contarse mentiras será una manera se ser en adelante, solo quiere llevarse un sí de mí entre meandros mentales. Ingenuamente trata de ser el mismo aun, sé que es como es, para unos y otros-

Una parte interna de él, la que dice “Yo soy” desapareció y fue una sorpresa quedar dentro de una mente silenciosa y sentir la laxitud de un cuerpo que ya no es suyo y ya no actúa lo que se le ordena y se queda en una profunda paz. ¿El lenguaje es una realidad y el pensamiento es atemporal? Estar aquí, donde no hay “holas” ni “buenos días”, ni adioses o “gracias” mucho menos “a descansar” Tan solo una paciencia infinita para dejarse llevar por un tiempo que ya no corre y un estupor que ya no extraña las cosas que se pierden ni los arrepentimientos. Es como si tuviera el control de algo que va desbocado y hacia ninguna parte.

¿A poco no, morir es regresar a ser uno mismo? Pero contrito y arrepentido ¿Y, para qué tomarnos tan a pecho la vida, si vamos a terminar de todos modos al final bien muertos? Es tan solo el pasearse ligero de equipaje, mientras, lo malo de la muerte es que no le vemos el lado positivo y la pérdida siempre será un motivo. Es cual dejar la cascara que es el cuerpo y disfrutar el centro, la fruta. Como quien se finge muerto para pasar desapercibido y duda si se moverá, si es él o ella o ya no importa ni vale. Tan solo “existes” “eres tú” importa ahora:
-La felicidad se debe parecer a esto, pero ¿Y todo para qué? desperté oyendo las paladas de tierra, alguien cavaba y estaba encima de mí. Dentro de mí el rumor de la tierra cayendo se fue durmiendo mientras se inventaba de nuevo para la nueva vida en que solo seré olvido perfeccionado en el arte de la resurrección-
-¿Quiénes son esos glotones que me comen? Nadie… yo, solo soy yo. Que existo en un intento mío por dejar de ser.-
-Esto, es un dialogo de idiotas y todo pierde sentido mientras se repite, lo repites, las repites y lo redundas-

Y así abandonó su cama, sus pasos, su gente, su estufa, su ropa, su masa. Cosas que no tienen que ver pero son iguales y se comunican en geografías desiertas que ya no existen, como el café de las mañanas y la asidua lectura en la banca del parque o los lentes que tanto le molestaba ponerse. Dejan de viajar hacia afuera y en cierta forma se integran a la tierra después de correr por el río.











Pasa la brisa
Cruzando mis ahogos
¡Cuál es el llanto!

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