20090529

Veremos, porque no me gustan los cuentos usuales

 

Me perdí en la noche y para cuando volví a saber donde estaba aún seguía entre el camino, en el súper sport y con el amanecer rumbo a ningún lado. Yo podría pensar que hay que parar cuando no sabes dónde vas o estás, para fingir que uno sabe. Porque así ella -Se comería sus propias palabras-… claro, porque no engordan y la noche fue tan larga como la raya en la carretera. Pero no, las oigo como me atraviesan como dardos, dejando apenas cicatrices de tan finas y fútiles. Y todo es tratar de traducir un silencio absoluto en gritos de desesperación que le digan algo a mi humanidad y la haga parecer interesante

-Yo soy de aquí y me planto, aquí me quedo y aquí estoy para dejar pasar mi vida- tomó su vieja agenda y dejo caer una foto suya en la página que marcaba ese día, la cerró y sintió entre sus dedos el acabado rugoso de la piel del libro.

-Claro que no hay manera de hacerme cambiar- Han pasado quinientos kilómetros y es fácil recapitular sin cumplir ninguna penitencia porque al fin mañana no será lo que Dios quiera

El miedo y la alerta están desactivados, es como un cuento en que solo hay un momento, solo ese instante vale toda la narración y se deja caer sobre el descifrador como el espasmo orgásmico que es. Imposible de fingir, es como una batalla en que pueden ganar ambos en una risa y abrazo tembloroso e infantil

Ya estoy enterado que no se pueden cambiar los recuerdos impertinentes pero si se pueden planear y predecir. Así está la vida, enferma ella y loco yo.

¿Y cómo no galantear su horror a las confesiones y su amor a desnudarse? Y qué de su confusión congénita con su madre y el terror por su padre del que solo recuerda que lo único que no hay en la memoria es olvido. Tenía que pasar y ocurrió, eso sí con pudor y poco a poco con esa sensación de grande y autentica, intensa.

Paramos a cargar gas, se encerró en el baño, prendió un cigarrillo y apago la luz, al fin lo había visto todo y el olor el ambiente y las texturas si eran. Quedó todo claro ¿no? Ella me abronca y comprendo que las mujeres malas son buenas porque las cosas de niños son para toda la vida, tantos años de extrema soledad hacen mella y solo le digo capullo para que reviva porque para entenderlo solo hace falta sentido del humor, con un poco de engaño mezclado con angustia 

 

Su antipatía no era natural, impostada funérea que le costó lograrla y mas perfeccionarla porque sabía que la razón era suya y junto a mi verdad solo parecía más firme, autentica como su absoluta incapacidad de mentir. ¡Contigo no! Pero yo solo podía indigestarme con el pecado para amar al pecador que se vuelve incómodamente superfluo, porque sé cómo piensa que yo soy una de sus ficciones, y no le gusta que se lo recuerde como no le gusta el sexo fuera de la cama porque sabe que se necesitan dos… o más.

 

Y ya la autopista, por si misma, es un destino en que cada final es una nueva fortuna cada vez más irracional y demente porque sé que las imitaciones no tienen alma y están maquinadas por la soledad -Ah, entonces fue cierto- en tono de ponerlo en duda –Hay que aprender- porque si sabes sufrir será menos el daño y todo esto es patético. –Déjame manejar- fue la orden

 

Cuanto temor había en la noche, pero se paro y fríamente le abrió la puerta al calor del motor acumulado dentro del el auto con aire de fastidio. Ahora entiendo que quien se quedó fuera fui yo cuando su instinto me ordenaba, la moral me fustigaba y el amor la perdono, en un elogio a la serenidad que categóricamente, histéricamente, se negaba. Mientras yo hacía lo posible por darle la razón y lo imposible por demostrárselo desde el otro lado del volante. Ella maneja y yo conduzco.

20090505


Ya llovió

Uno nomas piensa que la jacarandá esta así por su gusto; tan brillante y coloreada, con tantas espinas que bien te amarran sin dejarte ir. Pero no, está ahí para deslumbrar a los que vienen de lejos con sus colores chillantes con verdes obscuros. Es la pura mascara de lo seca que está la tierra y como púan de bonitas e hinchadas en esta sequedad.

Me trató de morder y ladró, pero solo me dio ánimo para mi propósito porque al fin se veía el animal bien enfermo, echando rabia por la boca: Mejor tomé un puño de la tierra reseca en la salida del pueblo, me quemaba la mano mientras agarraba rumbo al cerro y la dejé caer entre los dedos de mis pies descalzos otra vez al camino. Dentro del morral sentí las cuatro cabezas de peyote y el sotol pal frío de la noche que brillaba dentro de la de medio litro, de verlas se me revolvió el estómago porque sentí el miedo de lo que venía. Desde cuando ya lo había planeado pero sabía que solo pasaba una vez cada año y a veces ni eso, mejor apuré la vereda.

El llegar era perfectamente hacedero y estuvo preparado por toda la añada de los viejos que ya no pueden subir, había que llegar casi desnudo para esperar en la punta del cerro que llegara la noche. Mientras se acercaban, todos bien cerrados, prendí un tabaquito para descansar mientras esperaba a los otros y para cuando nos juntamos empecé a mascar a uno a uno mis señores, todos en silencio mascullando.  Así hasta que me perdí, metiendo las nubes una a en mi mente para sentir como se me escapaban arañando al cielo, para entonces entendí que las visiones anuales solo eran personales y para mí, y aquí dentro me las guardo como el coyote que fui esa noche. Me avine cuando ya casi eran las doce del día cuando las sombras no existían ya ni en los arboles; por eso imaginé un descampado inseguro y esperé que algo me filtrara el sol a plomo para dejarme descansar de la colocación suplicante en que quedé después de haber vomitado tres veces y arqueado toda la noche. Ese día ni siquiera lloviznó y terminé caído bajo un árbol, pero el día siguiente no dejó de llover hasta que me desperezó el silencio y yo… me desplomé del refocile que da vida. Tomé el último pedazo de carne seca y lo mastiqué muy a gusto bajando hacia lo plano. Ya había agua en los huecos de los güizaches para bajarse la sal y quitarse lo feo. A lo lejos oí aullar el coyote, pero ya no me vino a morder.

Archivo del Blog