20090423

No es mal remedio la comida, y la escritura… menos

 

 

-¿Cuál es la distancia entre cocinar y comer?-

-Una escaramuza entre el hambre y la necesidad-

Elena por un momento se me quedó viendo con una mirada de intriga. Pasó algo por su mente que la mantuvo con la mirada fija. Algo fugaz, pero terminó por dulcificarla

-Aquí estás-

-¡Siempre de buscavidas!-

-Pronto llegará el mesero-

La cocina hervía de actividad, la puerta se mantenía abierta al hambre de los parroquianos y el servicio entraba y salía sin un orden aparente, con charolas llenas y vacías de probos platillos. No podía haber escogido un peor lugar para sentarnos, el ruido del nido.

Solo queda elucubrar y decir mentiras desde el principio, porque la verdad no la conoce; y si la conociera pues… no la entendería. Sería un reto muy tentador tratar de expresar con palabras todo lo que entra por la vista o el tacto. Está en un plano diferente y percibe cosas que yo no veo en el que sería como tratar de describir con señales la contestación de un mudo a un sordo. Pero me descuidé, me robó la mirada y me lo dijo todo en un paisaje descrito que se podía sentir de tan denso, para terminar por no transitar entre mis demás sentidos que ya estaban saturados. Y si suena así de simple ¿Por qué no hacerlo siempre? ¿Solo por desconocido? Las viandas corren sobre la mesa y ella está a dieta, solo una probada de vez en cuando y compartir platos es la solución; claro yo los disfruto y ella los sufre… como nuestra relación

 

Se quedó atrás de los postres por última vez (Aunque no lo sabía), subrayando algo en la pequeña libreta que siempre lleva con ella y solo Elena sabe descifrar, la escritura es como bálsamo y hoy huele como a clavo de olor en su memoria prodigiosa. Esa que solo abre cuando esta acompañadamente sola y deshabitada para llenarse de luz, volverla a cerrar cuando está llena la página y llegó el café expresso para volver a sonreír melancólica y trata de explicar: Es uno de los monstruos que provoca la razón en sus sueños –No sé de donde llegan, aparecen en mi de pronto-. Sueños, unos sobre el mantel ya no tan blanco después del servicio y los otros en cualquier parte pero siempre sobre mí: En sábanas blancas y almohadas de pluma que la cubren mientras viaja a sí misma, pero ahí, tampoco la espera ningún abrazo, porque tengo una severa desventaja: no tengo talento ni formación, aunque claro, eso no importa.

Para entonces, ya todo estaba dicho, y yo lo había olvidado. Lo único cierto es que si es absolutamente necesario pelearse, da el primer golpe y dalo fuerte. Porque al final los problemas se toman con calma, pero se afrontan. Y las tormentas se observan de lejos, pero vale la pena verlas porque mientras más grandes sean, más cerca estás de ellas. Y cuando termina la tormenta, se esconde, escucha la lluvia en silencio para disfrutarla dentro de su escondite, que solo eso y escribir lo puede hacer en solitario, mientras está afinadamente acompañada.

20090402

Análisis

  

Siento frío, algo me impide abrir los ojos. Las cobijas están enredadas entre mi cuerpo y la cama revuelta: un color azul me empieza a invadir, primero, los ojos y después todo alrededor. ¿No dice la ciencia que la luz solamente es vibración y movimiento? Y después, la nariz ¿Acaso el gusto y el olfato solo se reducen a moléculas vibrando y bailando a mi alrededor? ¿El sabor en la boca puede ser alegre o triste? Depende de lo tranquilo de la mañana el cómo lo percibo. Me levanto y camino hacia la regadera, siento como se empapa mi cuerpo y vibro, está fría el agua ó ¿Estoy a tono con el movimiento del líquido y por eso… tiemblo cuando el fresco impide que se muevan las moléculas de mi cuerpo y derredores a su capacidad? Un buche del chorro me limpia la boca y ahí me quedo.

Desde que desperté tenía algunas ideas clavadas, pensamientos inconscientes y uno de ellos era; no pensar. El túnel en el que estaban atorados mis sentidos no veía el fin. Sabía del miedo que me producían sus ideas, el cavilar en dejarme llevar y estar habitado por ella misma y sus imágenes solamente, todo yo poseído. Ella, que asfixiada de posar ante el espejo y no poder ser genuina en medio de sus personalidades confundidas, y fundidas en una misma. Padeciéndose y aguantando el peso de ser genuina y su incapacidad de crear algo nuevo ante un reflejo que no le devolvía lo que quería ver.

La imagino: Toma un traje negro de  Órale ¡Que mala soy! Me veo maléfica y lóbrega ¡Perfecto!- eso piensa mientras se cala una camisa blanca de manga larga y busca un sombrero que le cubra el rostro –No voy a salir sin mi paciencia completa-, encuentra uno negro que cumple con todo y se pregunta a sí misma -¿Qué es la realidad? ¿Que existe y que imagino?, me gusta eso para salir de quicio en esta terapia-

No se miente, sabe que el tiempo pasa y su analista (Yo) la espera en una hora, el tiempo empieza a correr (o a moverse, vibrar, deslizarse, simplemente a traquetear), una hora para ponerse en blanco y después… una hora en el diván.

Súpita nació, perdón, la nacieron y al cabo, ni para siempre ni de cualquiera y con solo dos cosas para entregar; vida y muerte. La versión original, no tenía los subtítulos en español y sabía agacharse cuando repetía los mismos errores, una y otra vez. Sus padres el heredaron las estrellas, las ganas de vivir y su nombre, Ana. El diablo siempre aparece en los detalles y a ella que de niña quedo marcada cuando le cayó una araña del techo y su susto fue mayor, eso, la marco para siempre. El sentirla recorrer su cuello mientras dormía o solo el peso de su pelo cayendo sobre su espalda hizo que siempre lo llevara corto. -Ese pelo tan corto te trae con el coco caliente-

Alguien le había dicho que caminara para entrar en razón, -La gente nunca deja de caminar- y tomó a bien el consejo. Los atardeceres lluviosos, las puestas de sol escondidas y la lluvia pertinaz que se dejaba caer sobre el polvo de sus pasos, apaciguándolo y dejando ese olor a tierra.

Se hizo caso a sí misma y mientras caminaba rumbo al consultorio, inicio ejercicios de respiración. Era como aprender a llenar los pulmones, como salir al campo y poco a poco dejar que el viento le invadiera de a poquitos, en pequeñas rachas que se colaban de a ratitos en sus pulmones mientras se sorprendía de lo que aún le quedaba de capacidad pulmonar y como dejaba de pensar mientras se limitaba a respirar –Inhala exhala inhala exhala-. Era una crónica impaciente y sin sustento de las ausencias, incertidumbres, malos ratos y fogosidades que no le llevaron más que a dejarse llevar por la ciudad.

La promesa estaba hecha –Se feliz- nunca es tarde para serlo excepto cuando le das esa responsabilidad a otro –Hazme feliz- y peor si la condicionas – No voy a salir con esta cara- ¿Los sentimientos también dependen del movimiento de las partículas y su temperatura?

Cuando tienes miedo, todo es posible y puede suceder. Sabe que va a perder, tiene el tiempo en su contra y sabe que avanza inexorable, vibrando, moviéndose: como los sonidos, el gusto, el olfato, el tacto… ¿La vida es vibración? ¿Esta temblorina que siento es… su presencia?

Limpia y bella, que al final es lo mismo, una pose que me gusta. El fingir estar consciente ser limpio y no tener mácula. El no saber dónde termina lo real y comenzamos a fingir, a actuar y ser cuerdos de ello para seguir con la comedia, el drama. Todo de acuerdo al guion que no está escrito, se inventa a si misma conforme avanza la obra sin dejar de ser el modelo de persona

Pues como no, se voltea a mirarme y me deja clavado: -Esto es actuado, y aunque es cierto, no pasó- Y no le importa la trama porque ya sabe el final y ella tiene la batuta que dirige la obra, todos los demás somos actores secundarios sin movimiento propio ni papel definido.

¿Por qué todo tiene un envés, o no? Pero para eso andamos sueltos y sin collar, y hay veces que la vida de quien lo cuenta es una aventura, y el sujeto del cuento peca de simple y anodino. Pero algo tiene, algo en el fondo que se deja caer sobre la trama, el ser de carne y hueso para inspirar ficción, al leerla sabes que se identifica y le provoca escalofríos.

Sale a atisbar más allá del consultorio, sabe que no es bueno fiarse de las apariencias y no quiere ver que hay delante, no se detiene a mirar y solo atisba el vacio perfecto de quien camina a ningún lado. Por unos minutos cruza el parque con la vista perdida y recuerda que tiene ropa interior blanca y en su bolso todas las preguntas y de las que solo recuerda que el camino para llegar fue muy largo. Faltan las respuestas.

Ana, abre bien los ojos y apresura el paso retándose a sí misma. Sabe que se quiere y por eso se puede traicionar a sí misma. Llega a casa a descansar pero solo se revuelca en la cama tratando de conciliar mientras siente su piel abrazada por el calor del día, todo es vibrar y retorcerse mientras se tiempla y destiempla al desnudarse para meterse entre las sábanas.

Archivo del Blog