20080826

Es la verdad, y por eso, no dice nada


Todos somos muchedumbre que se vuelve extática mientras transcurrir parece normal, porque no entendemos lo que pasa cuando dedicarse a buscar almas y disponerlas a descansar en conjunto es algo bastante subjetivo que solo se justificó cuando nadie pudo salir del panteón.
-Nada es real, me da mal agüero- señaló con voz tipluda su viuda, mientras dirigía la vista a las torres de la iglesia que estaban como congeladas en la última campanada.
-Todo es silencio- y se dio cuenta que el tiempo estaba estancado, las nubes no se movían y los pájaros permanecían misteriosamente inmóviles en las cornisas del templo, esperando, como aguardando por algo que aún no pasaba. Algo irremediablemente íntimo para lo que no podían salir y su querer se canalizaba en los demás… aunque nadie opinaba diferente de la partida de las almas y menos aun sobre su naturaleza
-Están desatadas todas las ánimas, por eso no las hayamos. Necesitamos unirnos y ver que pasa para buscar, si no, nunca vamos a acabar- Un médico opinó que no era algo real lo que estaban haciendo -Para la resurrección hace falta la muerte y para mí que no se quiere ir, está esperando algo o algún nahual la tiene presa-
-¿No será tan sencillo como morirse y ya? pinche nahualli, no lo deja. Qué diablos hacemos aquí esperando, ya son tres días. Ve sus ojos, abismos y profundidades- dijo observando al muerto y haciendo como que buscaba algo en los alrededores
-Pues no creo que resucite como El Señor, ya son más de tres días. Es más, ya empieza a heder-
-¿Y cómo no nos iba a abandonar? Si ya era puros huesos y ganas de vivir-
-Si cabe el muerto en la caja… ¡ya no está vivo! despachen a su alma a otro infierno, al menos cierren la caja que ya no soporto verlo- dijo algún invitado ya muy molesto, que ni tenía vela en el entierro pero tampoco podía salir del cementerio
-¡Que alguien le empiece a echar tierra! Me gusta pensar que ya no saldrá nunca de ahí-
-¿Cómo podemos saber que no estamos soñando?- Dijo otro mientras se pellizcaba y simulaba dolor

Lo único cierto es que la tumba permanece abierta, algo oculta de un sol que ni calienta ni se pone, entre los dos árboles de manzanas panocheras que se parten entre su sombra y el alma del muerto que se niega a salir del cuerpo para mantenerlos a todos atados al funeral que no termina, aunque ya han pasado días. Los deudos ya están entre desesperados y nerviosos, pero el cuerpo está incorrupto, absurdamente optimista se mantiene sudando una serie de gotitas como de rocío que perlan su frente. Y la humedad es síntoma de vida, existencia que no es ser cuando que se transpira en pedacitos de cielo y eternidades

Se acerca al agujero para observar fijamente el ataúd, buscando algún inexistente signo de vida y lo trata de cerrar mentalmente pero sus dedos nerviosos no le obedecen. Un vahído espeso y oloroso se desprende en ese momento del cuerpo muerto y hace que las gotas sobre la frente del cadáver escurran.

Denso y lleno de sapiencia, el regüeldo flota y se coloca entre los deudos, que ya reniegan de serlo después de una semana de penurias, ahí sin poder terminar, esperando que se vaya el alma para ponerse a llenar la fosa. Uno de ellos, el más valiente, toma un puño de tierra que avienta encorajinado sobre la frente del compadre muerto y al grito de –Vámonos a comer buñuelos- se pone el saco como quien se dispone a partir con lo que queda de su planchado acicalado de duelo después de una semana de malpasarla encerrado en el panteón, para intentar despedirse del alma y atreverse a acercarse a la salida para abrir el portón del panteón, sus hojas se apartan pesadamente sin que nadie las empuje y se observa una calzada bien ancha que se deja ver enfrente, pero no va a ninguna parte.

Llega al portón y aunque está abierto se queda ahí parado sin cruzar el umbral, esperando por los demás. Nadie lo sigue y él; no se atreve a cruzar la puerta.

20080820

Había una vez un nudo de nubes que llovieron y de repente se vaciaron para cargar las calles de charcos y limpiar las aceras, trajo sus mitos de perennidad y nos dejó sin cumplir su función… refrescar la vera a la que nos encontrábamos, disfrutando la brisa húmeda que llega del campo que impide que mi calenturienta mente se deslinde del momento
-Es un hecho, (suspiro), esto no va a ninguna parte-
Nunca pensé que los atorones de un viernes en la tarde nos dejarían a la orilla de la carretera, lloviendo y a obscuras en su auto. Aparentemente el tiempo no pasa entre esto agobios, es una farsa en que todo sigue igual. El cofre en su lugar y algo de vapor en los costados aumentan el calor a la orilla de la carretera y no traen ninguna idea de que puede suceder después, todo parece igual pero no es cierto, ahora está estacionado el auto a la orilla de la carretera y su función no se cumple. Esperar será una buena arma para ver qué pasa. Alguien se acerca, pide permiso y levantamos la tapa del motor. Un montón de piezas temblorosas -perfectamente ordenadas e inútiles- despiden calor y humean unidas a un todo a punto de despedazarse, de desmembrarse entre olores de aceites quemados y humos de vapores incomprensibles que misteriosamente se abren caminos en lugares insospechados hacia el vértigo de la velocidad que ya no es.
El curioso se separa del motor, e invoca a algún Vulcano que arcaico se convierte en un siseo único entre el motor y el sujeto que termina por diagnosticar una muerte súbita por mal trato del mazo de la forja a los cuacos del motor
-sufre de melancolía, o… ya se lo llevo la chingada-
Metáfora de lo que en realidad pasa tratando de imitar la realidad,
-se quedó pasmado de abandono- explicó ella a alguien más que pasa a la vera y lo único cierto es que el ánimo doblegado de los fierros huele más a hule quemado para entonces y los metales, destemplados, ya dejaron de crujir, la transubstanciación no llegaría nunca
-¡Me lleva!-
Y se vuelve porosa mi conciencia al hecho de tener que abandonarlo, ni la lista de errores y prejuicios se aplica al consumo de gasolina, ni a caminar delante de los prejuicios de un mecánico
-Parece que estas por diñarlo-
-¿Y, si, de verdad, así fuera?-
-Es un riesgo enamorarse de algo que no tiene alma, no una garantía –
Me quedo muy quieto por fuera pero por dentro no sé como disimular, mientras, una sonrisa se transige en mí buscando algo de lujuria en la espera. Al día siguiente, el auto aún se encontraba donde lo dejamos abandonado, esperando, solo esperando.

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