20071029

Segunda de muertos.

A estas alturas, camino y camino pero tengo algo que no me deja descansar, lo ando cargando y no me deja reposar, quiero que se explaye, se haga grande dentro de mí sin que me venza y quizás, solo quizás, me dejará descansar. Claro que ahora es todo imaginación, veo la luz, pero las sombras no existen. Siento los fríos y añoro los calores. Pero eso sí, los aromas y los perfumes siempre me acompañan, dulces y amargos, cercanos y casi imperceptibles los siento inundarme y quedarse atorados en mi recuerdo, dejándome ahogado sin aire.
Recuerdos más agradables porque ahora ya no es lo mismo, el nuevo color de la casa tan… diferente y aunque de tan brillante ya no significa nada mientras dejo la cuenta del tiempo que pasa sin transcurrir a plenilunios y perigeos. Mientras sigo recordando el mar dejaba su brisa resbalarse sobre la piedra con mis últimos datos almacenados junto a la rompiente, ahí recargada en el arrayan del patio de atrás junto al manglar, veo como se escurren las gotas humedeciendo la cuenca de mis ojos y anulando a todos los olores del patio con el sabor de la sal que pusieron en mi boca para que a fuerzas regresara a pedir agua.
¡No somos nada! Y nada existe entonces. Y ahí fue donde me quedé esperando por algo que no llegó rápidamente, bueno al fin apareció como un enemigo porque no había terminado lo que tenía que hacer. Al final fue literalmente no hacer nada, no somos nada pues: En fin ¿Quien no desea otra personalidad sin sentirse culpable? Bajar la cortina a una y dejar aflorar la otra. Aunque no sea aquí, ni con mi mismo cuerpo será simplemente… delicioso reinventarme.
Todavía no sé nada, quizás veo algunos fragmentos que tengo delante y se dejan olisquear. Solo alguna idea que no tiene ninguna experiencia junta, ¡probablemente se quedo en el temblor de mi cuerpo! Ahora todo es una tranquilidad dulce y olorosa a mar que se entrega soñolienta a seguir esperando.

20071023

Congoja


¿Qué será lo que me acongoja cuando estoy lejos, tan lejos del ardor que nos cubre? Algunas veces pienso en salir corriendo a encontrarla, pero generalmente solo me siento a pensar en ella. Y podría decir que extraño, pero no es eso, es solo una hebra que jala la madeja completa que me abruma dando y dando vueltas. Harta de hilos diferentes que se mezclan en una canilla única y nunca acabo de desenmarañar, solo el olor me hace desprenderme de ella mientras recuerdo como tenemos marcadas cosas que creemos nuestras y terminan siendo de otro.

¿Cómo y para qué? El viento pasa junto a mí dejando aromas y perfumes que solo me llevan a los caminos que ya he recorrído, abrazándome en mis recuerdos. A veces siento como lo oigo pasar pero no estoy seguro de qué es ese murmullo y si lo que percibo es un sonido, un ruido o tan solo el balbuceo de mi consciente que se pudre sin envejecer, en una manda que no me deja salir del limbo.

Me reí más de lo que debía, acostumbrado a dejarme llevar por la alegría para suponer que esto no afectaría a nadie más que a mí mismo, pero no fui el último en reír, me ultimó sin saberlo la sombra de mis palabras en algo que no sé si fue critica o sorna, pero como pesaba entre el disimulo de mis palabras y con la fuerza de un palo bien dado.

Desde hoy seré ingenuo, ignorante a todo lo que no me concierna e irrespetuoso de lo que se deja caer en mi conciencia con un vaso y medio de vino en la firme raigambre de inventar un sonido todos los días para buscar una puerta por donde escapar de enfrentarme con mi psique

Tal como hoy, este día puse punto final a mis sentidos y lo de todos los días era andar ebrio, con esa sonsera tan sabrosa del que nada le importa y todo le vale madres. Las malas compañías fueron la razón, pero ahora tengo cuentas que saldar e historias que contar para mucho tiempo y eso no es una pena para narrar porque ya no me salen los sonidos y solo yo me escucho cuando adivino lo que dicen los demás.

-¿Qué apeteces?- ¿Qué serían? Seis ocho tequilas y amarla en el infierno de los vivos (bonito nombre para una cantina), da coraje pero vale la pena esperar la fría pal desempache que para cuando llega ya es cruda que hay que curar con la que sigue y así hasta hartarse de trago.

Mi experiencia con el pasado empieza ayer, un antier que no tiene fecha porque yo no lo decidí, ella decidió por mí, o yo que sé que será mañana. A pesar de todo solo era una imagen que proyectaba un significado (O quizás una idea proyectada en algo que no significa nada) en un género maligno que me acerca al tiempo.


No era cierto, incluso pensé que era un mito el conocerla y haber estado juntos porque al final no sé si nos amamos o solo nos conocimos en un dolor único de los dos en que el final se queda abierto, expectante, como buscando algo más real pero todas las variantes son en tonos de gris y cada vez más difusas.

Esto lo escribí en mi orilla, porque en la otra orilla esta esperándome el perro que me guiará al paraíso y tengo miedo de cruzar (o será solo curiosidad), pero no puedo pretender quedarme aquí toda esta vida que ya no le queda tiempo.

Cuando paso por ahí, creo sentir algo parecido al frio. Las más de las veces solo alcanzo a percibir el aroma de las flores amarillas con sus cirios e inciensos, el de las frutas maduras, el pan con su aroma a horno de leña y agua de flor de azahar a y obviamente el de la madera de mi caja que se combina con el del trago que me dejaron, ahí, en la repisa de la casa de mi madre.

20071006

Debreyes de manducatoria


En el borde, en la mera orillita entre la sanidad y la locura observo pasar obsesionado el tiempo y uno que otro mesero de negro y blanco con esa ofuscación que sería una perdición retorcida de ideas de no ser porque tengo un buen rato sentado en el bar con el aperitivo, esperando, esperando que se vaya el miedo, que empiece el festejo y se acabe esto de una vez por todas. Pero no, que es nuestro aliento sino palabras que inspiramos y aspiramos una vez tras otra, caladas por las lágrimas gratuitas de un sentimiento por las que no regresan y esperamos pacientes viendo como transcurrió el año.

Y que es la vida sino la melancolía de recordar nuestro origen, sabiendo que vivimos para nacer porque aún no estamos vivos. Y es que destapando nuestra realidad descubrimos la verdad de bebernos nuestra felicidad para dejar solo la espuma y saborearnos la vida porque la muerte no existe. Y eso último lo afirmo tres veces con mi alma de adolecente inadaptado en la que los dogmas tienen tantos huecos.

-Más aceite de olivo, pásame la alcuza por favor- Se oye en la lejanía de la cocina, en el sabor de entregarse a la inspiración de una comanda casi absurda y el fervor de servir. Se asoma la mayora con su cofia blanca diciendo impertinencias porque el recaudo no es lo que ella acordó y así tendrá que hacer maravillas para complacer a los comensales. Claro que no sabe que soy un año más viejo pues que, tal vez hubiese ido a mercar ella misma. Para poder inundar de nuevas sensaciones mis gustos en el festín. Gaudeamus Igitur.

20071002

Licántropo era bien ciego aunque tuviera sus ojos de perro en celo, dicen que nació con luna llena, y que solo le iba a sacar a la vida lo que sembrara. No sé si debería contarlo pero como que hasta los perros aullaban bien raros cuando lo sentían venir en la noche por las calles, como que le sentían algo raro a sus pasos. Yo bien que sabía que la felicidad se desprende de la añoranza de haber nacido, de andar en eso de querer querernos y estar como queriendo y sin poder. Porque ustedes no lo saben pero yo como San Agustín -aquí con mis confusiones- y contándoles mis pecados, que ya ahorita ni son tanto, ya se apaciguaron un poco.

La verdad es que yo solo fui pa aplacar mi muina al entierro, pa verlos juntos por ultimas y quiero andar vivo por ahí para contarlo. Pero no fue así, nomás vean, ahora sus comadres ahí se quedaron al fondo del panteón, abajo del sauce llorón, como queriendo imitarlo y cuchicheando sobre los muertitos y yo más atrás con los perros del pueblo, no vaya a ser que el comisariado se descuelgue y me prenda cuando le llegue el chisme. Al final pos lo que comentaban es que no les tocaba pero mientras… ya iban para abajo sus dos metros y yo aquí desde el fondo atestiguando. Era necesario enfriarlos para quedar en paz, pero la mera, se merecían una muerte más aventurera, menos pendeja y que no por un lio de faldas.

Y todo porque así era ella, un pequeño envase para el polvorín de sus afectos en que varios teníamos que ver con las cuerdas de su joda por vivir, en que siempre alguien se andaba acomodando un altarcito pa las flores del árbol de sus pasiones
-Pos que te crees, ¿Dios?-
-No pero sigue preguntando y a la mejor me encuentras en la absurdidad-
Bien que tenía razón la tía Águeda
-¡Está requetenebrosa ese cabrona güila y te anda carneando…!-
A ella bien que le gustaba sentarse en la ventana para ver los pajaritos que se acercaban al patio en las mañanas antes de que le diera por dejarme. Y pus que, pa quebrarse a un cristiano hay que tener tompiates y deatiro dejarse llevar por el encabronamiento… y así me pasó, o mejor dicho me jallaron antes de ultimarlos. Ahí estaban bien agazapados entre las milpas haciendo sus cosas cuando me encontraron en lo obscurito y que les tupo en su madre por ojetes.

Tal vez a alguno ni le importe, pero lo mío con ella siempre era buena intención, fue de a poquitos y nomás vean pa qué, al final me los puso bien puestos y se fue con el Licantro, nomas me dejo un recado con la tía. Y ni modo, se la buscaron completita y no se la acabaron, los celos estaban en mi propuesto solo para regodearme con los demás, pero ni modo que me compre otra ventura menos ardiente, les tocó que me los encontrara bien revolcados entre la milpa y ya no fue cosa de risa el que me los tuviera que quebrar con todo y sus lunadas, ni su última volunta les concedí pos para eso ya traía presta y bien encintada la fusca.

Tuve cuando había con qué, pero ahora solo con las puras lastimas de los demás aquí me tienen, a sus órdenes antes de que me prendan en un descuido los guachos, corre que corre, bien jodido, con la honra completa y sin siquiera rancho pal mañana. Y todo pa qué, puras cosas del orgullo en me quedé solito, como perro sin dueño que jullendo entre los cerros se esconde cada cuando alguien se acerca al rancho, nomas pa que no me entamben mientras llega el olvido.

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