20070729

Tengo que reconocerlo, ella, hermosa como la primera vez en las buena épocas. Con la seducción y sumisión disfrazadas de pasión, el amor y la dependencia escondidas en lo subjetivo de tratar de ser ecuánime, de no asustarse con el miedo de la primera vez. Oculta en la tiranía de ser esclava de la verdad, el orden, la perfección suya e impuesta a otros. Escondida de sus propias palabras en un dialogo que se deja caer sobre el verbo y el adjetivo que califican y señalan desdeñosamente a otros pues ella está confesada y comulgada.
Maquillada en la rigidez de quien nunca tiene tacha y no se sabe despeinar ni desvestir, adornada de algo práctico que cuelga a su lado a manera de aderezo de platillo de fiesta y con su etiqueta de marca aun nueva.
Ahí estaba escondida en el bosque negro y húmedo de su vello púbico pudorosamente guardado entre su inmaculada ropa blanca, tan discretamente descuidada para fingir la casualidad de quien está atrás de los extremos a la liviandad impúdica del más solitario de los placeres, de quien no se da y está dispuesta siempre sin demostrarlo, palpándome todo a mi pero sin dejarse ser tocada ella misma. En la manía de ir sola al baño con ese deseo de que todos los demás fueran mejores, solo para comprobar que después del clímax sigue siendo la misma curiosa congénita que levita cerca de mí.
-¿Quedaste satisfecho?-
Solo me quedo en claro que a mas de psiquiatra era humorista.


20070723

El cuarto estaba bien cerrado, era una habitación cálida y bien iluminada, se podría decir que hasta agradable. El silencio era tan profundo en ella, que ni se notaba cuando se interrumpía el tiempo por algún ruido que yo mismo provocaba y el cual solo me servía de pie para contarme un cuento a mí mismo y hacerme menos pesado su paso, que transcurría aburrido y lento o alegre y rápido dependiendo de la invención que me estuviera yo relatando. Había un espejo grande que abarcaba la mitad de un muro y le daba una profundidad a mi vista que veía como se modificaba mientras me movía y entendía que solo era una ventana vana a mí mismo. A veces se apagaba la luz, el blanco de los muros se desvanecía de a poquitos como fosforeciendo y se me hacía inmenso el tiempo con el negro absoluto de la falta de iluminación con la que pactaba sueños indolentes al somnífero. Sabía que ahí, acostado y amarrado en la cama del sanatorio estaba muy seguro sin luz y que entonces era la hora en que nadie me observaba desde atrás del cristal y podía dejar salir los sueños a pasear.

20070720

La falacia de la novedad en un mito critico


Caminando, como siempre buscando la sombra como dejándose querer por la resolana de la tarde, no es una metáfora ni un símbolo de nada, ella solo quiere llegar al lugar en que sucederá, entonces simplemente será y sobrevivirá en medio del absurdo de querer ser. El escenario al que llega es imaginado y está iluminado: siempre contra el impulso de lo que en el fondo desea, esperando que el más heroico defienda al pobre y al desvalido, ayudando al sufrido, al mártir que pende de su calvario y le provoca la ternura de saber que no ella la que sin disfrutar su tiempo y sus reproches se deja consentir y limosnear. Los discursos son del que no tiene nada, son los reclamos del quien ya no puede perder. ¿Qué buscamos sino acercarnos y vernos emparentados a los pobres que no a los vencedores? Y para cada solución un nuevo problema que acaba identificándonos más con ellos en el fin de esa utopía ya había inventado yo y no dejaba de ser interesante estar del otro lado del espejo. Al fin no se cuanto tiempo lleva acostada entre los lirios y si vale la pena quedarme quieto esperando que termine de suceder mientras sigue extendida en la cama esperando. Se levanta solo para pedir otro abrazo en mi soledad, al fin ya es una de los dos perfectos extraños.

-Una virgen no paga admisión- le susurré a su oído mientras dormía. Yo aún seguía recostado a su lado, afuera de las sábanas, disfrutándola y oyendo afuera el ruido de los autos sobre el pavimento mojado ¿Qué más sino esperar que despertara? para mientras escuchar su respiración cadenciosa y admirarla tendida sin prejuicios, sus ropas dejadas caer con soltura sobre la silla, como vistiendo el metal de sus curvas y buscarle una vena en que pudiera incorporarme a su placidez. Después de todo, era diferente mi punto de vista que el suyo, eso sería el principio solamente, después la venganza, la dulce venganza sería el plato fuerte de la imaginación. El problema es que a esa edad, pues no teníamos ni criterio ni opciones y por eso, ahí estaba la falsedad. Porque para cuando despertó, yo ya me sentía más presuntuoso que la noche anterior y sin una virgen que adorar ¿Qué sería de mi identidad?.

20070706

Entre el ruido
Hay un lugar de alientos
Que no encuentro
.
Hálito azul
Que cae añil por la tarde
Dentro de mi ser

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