20061118


Árboles y flores

Ninguna de las plantas se dio cuenta de que estaban en el camposanto empezando a maravillarme. Mi apego surgió primero con las dalias que estaban en el atrio de la iglesia, en medio de los cempasúchiles marchitos. Tratando de adornar las cruces de madera a medio pudrir, como para dejar escapar al viento sus olores, cual parte de viejos espíritus que se acaban con la tarde entre las ramas que escurren del pirul al tiempo que se juntan las dos puertas del atrio cuando las cierran para dejarme aquí dentro, las que siempre están envueltas de lado a lado por los gruesos muros de adobe hechos a fuerza de pisar el lodo como para no dejarte salir.

Y así se suspende el tiempo hasta el repique del amanecer, y yo me quedo habitando otra época, mientras veo cómo descansan los ramos sobre la tierra, acompañados por la ola de murmullos del viento desmenuzados en las últimas sombras de las esquinas, llenas de las ramas de buganbilia morada que todavía me recuerda el luto, entre las jacarandas secas del invierno rasguñando una pared con el viento para dejar caer un poco de barro, como recordándome que algún día estuve vivo.

Ojalá llueva esta la noche, para que se alegren las campanas de la torre en la mañana y el ocote no cruja en por la tarde. Para que cuando despierte la gente; me vea ahí, acurrucado junto a la puerta del campanario sin dejar de observar los ahuehuetes, donde pega menos fuerte el frío y puedo ver mi tumba para sentir quién me llora.

Y entonces, poco a poquito, pasará el tiempo hasta que me acostumbre a mi agujero, tan lleno de tierra, en que ya no es muy difícil imaginarme abajo, desapareciendo lentamente entre las raíces y que sólo está arreglado con esta cruz de caoba cada día más despintada, en la que ya no acierto ni a leer mi nombre.

20061116

Va atrás del volante en esa desolada vía que nadie usa ahora, desacelera poco a poco y se estaciona a un lado de la carretera junto a una barranca, en ese momento no se ve venir a nadie por ningún lado, se tranquiliza pero permanece con los cinturones puestos, finalmente se oye el clic cuando aprieta el seguro y se siente liberada, cosa que aprovecha para retocarse el maquillaje en el retrovisor y arreglarse el pelo; después de todo es una ceremonia. Se baja y abre la cajuela con actitud de fastidio mientras piensa como va a sacar el cadáver y se susurra a si misma “Lo debí de haber puesto a dieta antes” vuelve la cara hacia el fin de la carretera y empieza a añorar los días en que todo era felicidad, su compañía, sus travesuras en la cama, el eterno gesto de gusto con que siempre la despertaba: y se dijo a si misma entre dientes -Que necesidad tengo de andar entre muertos pero ojala sea suficiente escarmiento esto que me pasa para no volver a encariñarme

Trató de decir una oración panegírica o un simple rezo pero no encontró las palabras y se limitó a enjugar una lágrima. Se sentía causante más no culpable de lo que le sucedió, los sentimientos de todo lo que había pasado la noche anterior la agobiaban recordando el momento en que tomó la jeringa con el veneno para inyectárselo mientras descansaba y sentía un peso mayor cuando se acordaba que tenía que cargarlo en su conciencia y entre sus brazos. El paisaje tan amable que había enfrente la animó a hacer un esfuerzo. No aceptó otra opción que terminar lo empezado, al fin este era el lugar que a su perro le hubiera gustado para descansar después de su largo padecimiento.

20061113

Pues quien cuenta el relato no es quien lo escribe en realidad, quien lo lee no es quien existe y así pues… mi creencia es imaginaria pues no puedo dar fe de lo que digo ni de lo que leo. Pero la insinuación de tristeza en su mirada no puede esconder que se encubre una mentira que es cierta solo después de haberla leído y que no perdió mucho quizás, hasta salió ganando pues ahora es guardián de la historia que lleva la obra, a quien tiene que honrar es a el lector que esta por llegar a esa historia y es a quien trata de enamorar. Ahora los tontos no solo sobreviven sino que a más determinan la suerte de otros y siento como me empecé empezar a enamorar de ti y a odiarme a mi mismo cuando esta historia perdió sentido.

20061106

Generalmente conduzco mi auto y paso frente a su casa, tiene un portón grande que permite entrar a varios carros cómodamente a un soleado patio interior. Esta vez está abierto, la veo en el fondo pasar y me animo a bajar, me estaciono y llego al timbre -que en este caso es una campana- mientras recuerdo...
Un aficionado puede fracasar las primeras veces, pero esa vez embestí como todo un profesional. Mientras la besaba se derritió entre mis manos y cada punto de su piel era un volcán para mí entre promesas de un amor eterno. Ya no me pude despedir, nos dio la madrugada y me quedé a dormir con ella esa vez. Y eso fue todo entre los dos cuando la mañana siguiente, ojeroso y sin haber podido dormir, aproveché el primer descuido para escapar a dormir a mi casa. Y estos recuerdos no duelen, solo me asustan a veces, a mí que aguanto casi todo.

Para cuando quise regresar al desenpanse pues… ya era demasiado tarde, mi virtuosismo no la pudo aplacar y la prisa que dejé atrás se revirtió contra mí en una graciosa huida. Que enredo era regresar y desfilar frente a su casa de vez en vez con la esperanza de ver sus exquisitas formas vestidas para imaginarla desnudada por mí… hasta que esta tarde tomo ánimos, llego enfrente y poco a poco me animo a tocar a su puerta. Aun no lo sabe pero nunca la deje de ver y aunque tenía unas ganas terribles no tocaba, la puerta digo yo. Cuestión de carácter, porque miedo, lo que se dice miedo… si tengo Sale a la puerta y se me queda viendo de arriba abajo.
-Son muchos años (Con cierto reproche)
-Casi cinco (Con cierto miedo)
-Pasa, te presento a mi marido… Jorgeeee… mi vida (Gritó sin inmutarse)
Y yo, pues transparente como un agujero, pero no pasó a más, el buen Jorgito nunca salió, lo tuvimos que ir a buscar dentro para que me lo presentara. Un buen tipo que se la merecía que ni que, era sordo como una tapia, y quizá por eso a él no le importo que roncara como locomotora.

20061104

Cuando llegué permanecí confundido leyendo mi epitafio. Pero dudé de ser yo cuando vi que no era el mármol que había ordenado.

20061101

Cuando entró al cuarto del hotel se acercó y la besó preocupándose porque pensó que todas eran la misma persona con distinta cara cada semana, carcomido por un deseo que se apagaba en infiernos se miro en el espejo y se dijo a si mismo -Eso si: en cómodos pagos cada siete días-

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