20060531

Sentado en un café, solitario, rodeado de prójimos que no conoce, se queda viendo el fondo de la taza y se susurra a si mismo:
-Gané, gané
Solo para quedarse meditabundo inmediatamente
-Tengo tu cuerpo pero no mi alma, perdí tu respeto, mi dignidad, mi manera de ser: pero eso si, gané, gané… y es algo que me hace sentir bien. Bueno, es cierto, al final, nos podríamos haber salvado los dos si hubiésemos dejado todo en la fantasía y simulando que fue cierto mientras el tiempo… pasaba y nos sosegábamos. Si ya te tenía ¿Para qué te tomé?
Toma el último trago de café y sale de la cafetería arrastrando su sombra, no tiene ninguna gana de llegar a su cita.

20060527

Y…

Estaba ensimismada, recostada sobre la cama, cara bonita y cuerpo incitante. El silencio se rompió contundente cuando entré y me dijo (Mirando al techo):
-Hay cosas que puedo hacer en automático, no necesito pensarlas (Poniendo cara de aburrimiento), ¿Que te parece?
-Exacto, para eso son los domingos, para descansar y no pensar
Y es como el paraíso de un festivo en la mañana viendo la televisión, con ese sopor que no te deja pensar más que en un café caliente y esperas algo demencial para dejar tu cuchitril por gusto. Pero no, empiezas por acercarte al baño a dejar tus humores y terminas bañado y en calzones, te vistes y listo para salir, hay un momento en que lo piensas y otro en el que ya estas con un pie en la calle

No recuerdo, pero creo que mi peor castigo fue soportar salir a la calle, ver todo igual y que me diera el sol en la cara. Me quede ciego un rato mientras pasaba la vida junto a mí y veía como ella no sabía que hacer con la suya
¿Qué paso? Pues ya está entre ceja y ceja, no soporto, y no porque tenga algo en especial contra el manoseo, pero tengo una tirria visceral a las confesiones oportunistas, sencillamente, no las aguanto. Cuando antes eran hasta ingenuas, pero, así se empieza
-Ya voy a dejar de fumar, nada mas me termino esta cajetilla
Que de seguro es mágica porque… aun fuma. Y ahora son casi bulas dogmáticas y algo, algo tienen
-Bueno, ahora estoy teniendo experiencias sexuales nuevas con una amiga, experimentando, tú sabes
Y yo con cara de ¿Juat?, y la patética afirmación
-Tengo la firme inquietud de saber como se vive en un convento… ¿No sabes si aun admiten novicias con las Carmelitas?... es el habito que más va con mi carácter
O quizás aquella de
-No pude empezar mi dieta, este finde, tengo la boda de una amiga y me pidió que la acompañara, ¡Está taaaan contenta que la tienes que ver!


Bien se que ni es lesbiana, ni tiene la mas mínima intención de entregarse a un señor que no sea terrenal y que las dietas las empieza con la luna llena, para terminarlas de camino a su casa con la puesta del sol… esa misma tarde.
Bueno, es demasiado buena para ser más perniciosa y encima me acorrala con preguntas que no tienen respuesta, bueno, si la tienen pera supongo que la intuye
-No te preocupes, estoy bien… ¿Todavía estas ahí?
-¿En que momento dejé de ser mujer, para convertirme en madre?
-Cuando pariste neblina en lugar de lluvia
Tomó mi mano para depositarla suavemente sobre su pecho y empezar a guiarla hacia abajo, hasta donde quería que llegara, se quito los prejuicios y me ayudo a terminar más rápido. Mientras yo me preguntaba ¿Que tiene que ver la maternidad con esto? ¡Solo es un toque tosco! ¿O solo es que no se puede expresar claramente? Siempre dos historias que se unen para un… un qué, al final no entiendo que pasa por una cabeza como la suya, que encima cada vez es de un cursi que lo hace insoportable, y lo peor es que me gusta esa paranoia… porque puede ser que yo también lo sea un poco. Apreté los puños, cerré los ojos y pensé seriamente convertirme a Mahoma

-¡Cuánto tiempo!
Tomo entre sus dedos mi cuerpo, y lo exploró como quien estrena un juguete en navidad, acarició mi sexo como pidiéndole que no se fuera y fue todo. Lo susurro en mi oído, en un tono entre de reproche y coraje, como si yo tuviese la culpa. Después dijo muchas veces que si, todas en ingles y se quedó dormida sobre mi pecho, yo le susurre entre arrumacos muchas veces que no despertara, pero no, al día siguiente se había desvanecido.
-Somos lo que somos y no creo en los cambios
Y se llevó mis dudas

En ella cupieron muchas horas de angustia y un par de soplos de placer que se desvanecieron al día siguiente, en fin fue algo bueno y se acabo.

Ingenuidad, falta de estrategia, en fin, para hacer algo se necesita un poco mas que buenas intenciones y al final hace falta muy poco para ser feliz… pero que difícil es conseguirlo.¡Y que otra cosa nos motiva, sino nuestras creaciones, toman vida y son nosotros mismos!

20060524

Michelle despierta, Michelle está desnuda sobre la cama con su piel blanca que queda totalmente sudada, resbalosa, se siente incomoda con la situación y procura no mirarme, mientras, trata de tomar aire y siente su aliento pegajoso, denso, se estira en la cama para alcanzar un vaso de agua. Su brazo se alarga y yo siento llegar ese aroma a ella tan profundo, tan de ella, que se queda impregnado profundamente después de estar conmigo y permanece por mucho tiempo entre las sabanas, en mi nariz, en toda la habitación.

Y así, pegajosa, pegada a mi, recuerdo como la vi decaer lentamente, al principio fueron pequeños detalles en su manera de ser y en su vestido, después no se que era más desesperante, si sobrellevar sus manías o renunciar a ella. Claro en el fondo siempre queda algo de amistad tardía de la que no me quiero desprender y de repente…ya había terminado conmigo
-Estás empapada ¿Que estabas soñando?
-De repente amaneces y eres otra, una infanta que tiene un reino muy a su disgusto, te influye el lujo que tienes alrededor y empiezas a olisquear las cosas… como si la vida no te mereciera empiezas a tener antojos recurrentes de cosas que no te gustan, las pruebas y te quedas con un hambre muy elegante, siempre tan pulcra y cuidada. Y esa sensación de angustia, de espera, de que el tiempo no transcurre…
La trato de abrazar y no se deja
-Como siempre, estas tratando de envolverme Manuelito

En lugar de momentos memorables, siempre dejaba sueltos pequeños instantes de último momento, de sentimientos confusos y tan desagradables como angustias pendientes de lavar cuando ella era tan local como parisina en los Champs-Elisée disfrazada como la femme fatale que despertaba con calambres en los pies y no con alguien pegado a su espalda sudando como siempre quisiera. Bueno en fin solo sabe hablar y de escuchar ideas que parecen geniales que se evaporan tan pronto salen de sus labios, pues nada. De ella solo aprendí a hacer hielo con rutinaria precisión.

Hasta que un día, a fuerza de condescender, me doy cuenta de que yo soy quien está a punto de colapsar como engaño que se quema y explota antes de tiempo robándole tiempo al tiempo. Al final, Michelle ni es original, ni le gustan las sorpresas.

Siete en punto, se levanta y la veo entrar a la regadera, me llama para que la acompañe y procede a limpiarme de a poquitos abajo del chorro, al principio con la lengua y después con jabón, todo el cuerpo, en un ritual largo en que me envuelve delicadamente y me asea escrupulosamente, como queriendo deshacerme de cualquier recuerdo. Me deja salir y empieza su rito personal, la veo limpiarse cuidadosamente por mucho tiempo, todo el cuerpo, de arriba hacia abajo sus resbaladizos dedos entran y salen de todos sus orificios y pasan por cada una de sus curvas, la envuelve el jabón repetidamente y veo como hace espuma, una y otra vez hasta que comprueba redundantemente que solo es jabón lo que queda, para terminar por enjuagarse con agua fría y caliente alternadamente varias veces, sale descalza cuidadosamente, pisando solo sobre las toallas húmedas y se queda parada observándose escrupulosa en el espejo, se cepilla los dientes con minucia hasta que checa que su aliento sea estéril por ultima vez, lanzando vaho sobre el cristal y observándolo como desaparece.

Toda ella se mira complacida finalmente y usa todas las toallas que quedan para terminar de restregarse con firmeza el cuerpo, todos sus lugares, hasta los mas inverosímiles, en un neurótico ritual de limpieza para después, pasar a peinarse y maquillarse por un buen rato y súbitamente pedirme que salgamos, en silencio y casi sumisa
-¿Sil vous plaît?-
Solo por unos minutos mientras llegamos a su casa, la dejo, se despide fríamente y me dirijo a una cafetería para pedir algo caliente y cargado. Tomo la taza y compruebo que afortunadamente, no pudo lavar de mí su recuerdo, ni lo delicioso del aroma que guardo entre el índice y pulgar como tesoro pueril, que de cuando en cuando, huelo entre mis dedos mientras pasa el tiempo y la recuerdo.

20060519

Frases hechas


Es tan compulsiva para hablar que recurre generalmente Mas vale tarde que nunca a su colección de frases hechas, en las noches La tercera es la vencida despierta compulsivamente para ponerse a escribir sudorosa y reñirse con lo que pensó en el sueño, se pone al nivel del creador, al tú por tú al final sabe lo que hace porque escribe muy bien, Tonto de capirote estoy a su lado y esperando que le pase la euforia por escribir y aprovecha para terminando, empujarme y acostarse en mi lado de la cama, porque está calientito y seco, no esta sudado como su lado después de despertar de súbito, El que se fue a La Villa, perdió su silla para descansar inmediatamente mientras, yo me desespero entre su sabanas húmedas y la veo tan tranquila acomodada en mi lugar.

Puso pies en polvorosa En la mañana, dejó despacio la cama y se metió a la regadera antes que yo despertara agotado, A la ocasión la pintan calva para dejar la cama por el lado equivocado de la cama y Levantarse con el pie izquierdo tratar de entender que pasa en la casa, trato de llegar a la cafetera para terminar de despertar refunfuñando Las paredes oyen con la tasa en las manos y verla salir gloriosa del baño con mi bata puesta y yo quedármela viendo extasiado Estar en Babia mientras se arregla para salir a trabajar y dejarme a levantar la casa La piel de Barrabás, al fin ya estoy acostumbrado a sus desplantes Puso los pies en polvorosa, y ni de que preocuparme, es inútil Predicar en el desierto tratar de hacerla entender y lo que me conviene A enemigo que huye, puente de plata es fingir demencia y dejar todo arreglado para regresar temprano Como Pedro por su casa y esperarle en la tarde, porque seguro regresará con su sonrisa completa A ojo de buen cubero y ganas de dejarse consentir. En fin que remedio A río revuelto, ganancia de pescadores en la noche espero que me deje descansar, eso espero La noche es joven pero ¡Uno… nunca sabe El canto del cisne que nos depara la noche! Y es inútil tratar de entenderla. Meterse en camisa de once varas cuando no se descansa adecuadamente. A lo hecho pecho

20060512

Quidve petunt animae? ¿Qué buscan las almas?


Tuvo razón, cuando se cambió de casa y me dejó esperando, Amélie se marcho echando miradas de rabia y despreciando cualquier ayuda, al salir escupió en el piso dejando parte de su enojo justo en la entrada de mi buhardilla. Bueno ¿Ahora de que me quejo? me dio más de lo que merecía y aprendí de ella cosas que nunca imaginé en mi vida. ¿Qué tan diferente fue después desbalagarse? Con cosas como estas no se puede narrar un suceso, sobre todo porque no sabes si sucedió: Al fin solo fueron una serie de monólogos interiores que perdían sentido en sus oídos cuando los repetía tres veces para si misma, pues siempre hay vías organizadas y desorganizadas que de todas formas funcionan, aunque su vida aun sea privada y la gente no sabe nada de nosotros.

La escenografía estaba lista y puesta con humor macabro para dejarse sobrellevar en la última escena, para acceder al final de mierda en el hueco de la conciencia del público. Llegó y saludó con total insolencia, como si estuviera sola, abordó el texto del guión, sin dejarse amilanar por la letra chiquita que no la dejaba leer rápido y me dejó ver su mirada en un momento en que hizo una pausa.

Empezó el monologo contando como había salido caminando del albergue y siempre se negó a buscar el camino de regreso o una confesión extemporánea. Se agacho para recoger algo y la perdí de vista en el escenario, entonces la volví a imaginar como cuando la conocí, cuando lo hicimos por primera vez y me quede esperando una razón para volverla a inventar sin su ropa tan pegada y difícil de desprender de antes, ahora con un motivo diferente para desvestirla: la quería, la extrañaba, o simplemente… me gustó y todo giraba a: ¿Cuando te volveré a ver? recordando las puntitas de sus pechos tan… duritas, tan firmes, como nunca lo imaginé antes. Llegamos al final del vuelco de su cuerpo y la pausa hizo más deseable buscar un desenlace a su cara, tensa y sudorosa, temblando satisfecha.

Fija la mirada en una hoja que está sobre su mano izquierda y pone cara de que es la primera vez que lo lee, de que tiene diez y ocho años y todo es un juego sin consecuencias. La primera vez que la vi era de noche y solo pude adivinar una figura esbelta y alta que no tenía freno en la lengua, era invierno y parecía que ella era la única que no tenía frío en la noche con su minifalda que casi no existia, no era de las que tienen novio porque decía que se sentía humillada con una relación que le quitara la libertad, y yo… buscaba una princesa, ¡Pero una aristócrata de verdad!
-Ya te vi, ¡No te agaches!
Pero si cuando trato de ocultarse, perdió la compostura y el porte, trató de hablar con una vos que no fuera suya y se acomodó el pelo que siempre llevaba corto y sexi
-Pinches ignaros, no tienen idea de lo que es…
-¿Puedes ser más especifica?
-Siempre te andas quejando de lo que pasó, pero ahora te quejas hasta de lo que no pasa.
-Se que me eres imprescindible, pero no se para que, solo es un acuerdo inútil el que teníamos para satisfacer nuestras ansias insatisfechas, en el que no podía ni quería ser congruente
-Ahora que te fuiste siento como tu olor permanece
-¿Qué esperas?, la culpa, la reconciliación o el perdón para olfatearme como si fuera tuya
-Caramba fue todo un mes de silencio para esconder un suspiro que no quería salir
Esto fue el pasado de quien no tuvo memoria, días que huelen a viejo para caer en las tardes nostálgicas del Café de la Paix, de como le tenía miedo a sus emociones, siempre interior y visceral, sentía que había algo de realidad en sus ficciones mientras yo le cantaba al amor no al sexo, tenía una amistad que era alcohólica acuciante y con mucho miedo de pedirle que me contara sus sueños hechos verdad, mientras, el sueño perduraba y la vida se iba, mientras vemos lo barato que es tener mis sueños vigentes, que tan existen… que los llevo dentro.

Fue casi como por juramento descubrir el sexo de Amélie y encontrarme terriblemente divertido en sus cavidades, haciéndome hombre, actuando como un comediante formal y con modo para retenerle. Cuando era chico mi nana me decía -Come para que no te agarre tirisia-, y ahora tengo hambre de su cariño.

20060505

Al dos para uno


¿Y que? ¡Pues a fingir demencia! es lo único que queda en esos casos, si siempre supusiste que no era feliz ¿Porqué ahora la extrañeza y el reproche? Si al final compartir puede ser algo bonito en una experiencia única que es difícil repetir si no es totalmente circunstancial.

Eran dos hermanas, ambas casi de la misma edad, pero claro que siempre hay una con una actitud deferente a la otra, una a la que las minifaldas le quedan y plática con soltura y la otra que nunca supo que era ser ella misma, en la imperiosa necesidad de sobresalir para desglosar sus errores uno a uno. El problema fue salir primero con la segunda, la segunda en todo y después conocer a la uno.-Uff-

Era como si las virtudes se dejaran caer en ella, como si la fascinación hiciera carrera para no dejar ver su lado oscuro al lado de amigos fieles. Pero claro que eso solo es en el exterior, resulta que la segura de si misma es la primera y la otra es solo un caramelo envuelto que solo se apoya en las ganas de perder de la uno. Claro el agua y el aceite, juntas y perfectamente diferentes todos somos mejores y peores que otro pero tenemos que sobrevivir. ¿Qué remarca las diferencias?

Esa noche estaba esperando a la dos y me encontré de frente con la uno, se me quedo viendo de frente y cerro los ojos para pedirme que la llevara a tomar algo en lo que regresaba la dos, el caso es que terminamos en los juegos de la feria que estaban a pocas cuadras de su casa e ingrata casualidad, que se quedo trabado un juego en lo alto y ella junto a mi, con todo el sabor de lo prohibido –Quién lo iba a pensar, yo que te saqué de la casa para evitar la tentación y terminamos solos, varados en este juego en las alturas y con está vista maravillosa- Se terminó de acomodar junto a mi y el frío de la noche hizo lo demás -¡Que poquito necesitamos para ser felices!- fue lo último que dijo antes de besarme, porque yo, juro que no lo provoqué ni jamás demostré algo.

Nunca supe si fue o lo hicimos parecer como algo contingente, pero lo cierto es que la número uno besaba diferente a la dos y era una sensación extraña experimentarlo.

-¿Alguna vez alguien te preguntó si eras feliz en esos días?- Es lo que me comento ahora que la volví a ver, no era necesario acordarse de nuestro secreto para seguir siendo los mismos. Al final estaba tan prohibida la uno, que se quedo esperando que se rompiera el tabú, pero cual tabú si mi mente estaba más confundida que una botella de cocacola después de una caída, era el territorio prohibido de las hermanas.

Con el tiempo me enteré que se lo confesaron entre ellas, pero nunca supe con quien me quedé o quien se quedó conmigo el caso es que las disfrute a las dos. Estaba conversado, pero prohibido tocar el tema entre nosotros.

¿Qué era más tentador, el salir con la dos o el flirtear con la uno? Ya no lo recuerdo, al final los tres compartíamos la misma locura, ¿O no? Por que para vivir disfrazados de felicidad ya estábamos grandecitos, para disimular tan bien el estar cubiertos de empate entre las dos y cargando el trío que se desvivía en mí, ese del que nunca encontré como blindarme, porque además, las dos usaban nombres que no eran suyos, era una manera de parecer impersonales.

Bueno lo mejor de hacer esto a los diez y ocho años, es que no se tiene mucho miedo, ahora si se lo que es eso, un asunto menor, grotesco y turbio, y hasta de mal gusto. Pero entonces no lo era, era la aventura de dos bocas que sabían igual y eran diferentes en una competencia que no tenía sentido y lo que nunca supe fue si las use o me usaron.

Que difícil vivir sin aventuras, pero que dificultoso es sobrellevarlas.

20060501

Amores que matan, para poder sobrevivir



Usa mucha blusas blancas con flecos muy femeninos que combina usualmente con faldas largas –Todo lo compro al dos por uno y fuera de temporada, sino, no se puede- y le gustan las telas pesadas para parecer como antigüita, como de caleidoscopio, pero la verdad es que no tiene gusto para vestir en la serenidad con que lleva la vida –Ay… no se que ponerme- y no le importa eso, ya que a final de cuentas solo sirve para cubrir la ropa interior de color café con leche que siempre, supongo, usa sobre su piel tan blanca; de los zapatos, mejor ni hablamos. Para Gloria es fácil aceptar las fantasías si tienen algo un poco verosímil, por Dios, bien sabe que todo es una mentira absoluta, que pudo ser y al final será tan existente que la llevaría dentro y formaría parte de su forma.

Siempre es ella misma, siempre escrupulosamente sobre el mismo reloj que es la espada de toda la vida, ese que siempre marca las mismas horas para hacer lo mismo cada día, y día a día, bueno, el tahalí de cuero la ha cambiado un par de veces cuando el desgaste ha sido demasiado evidente. Siempre acostumbrada a su rutina semanal, excepto los sábados que vuelve a colocar su ropa recién lavada y asoleada –Me choca el olor a humedad- cuidadosamente en las gavetas de su closet como sarcófagos de ordenados, entre los jabones de dulce olor para el domingo -Que es día de guardar- en que aprovecha las tardes para sentarse un rato al piano y después, en su pequeño secreter de cuando era niña, a escribir su diario de siempre –Como me enseñó mamá- y disfrutar las cosas que con tanto empeño arregló el día anterior. De vez en vez, mientras descansa la vieja pluma Parker de dos colores y ese punto que varía de lo más fino cuando escribe cartas de amor, a esos rasgos gruesos azules, siempre azules, de cuando finge enojarse con el papel mientras escribe, y la acompaña desde la secundaria cuando se la regalo su tía Maria del Pilar, esa de pelo largo, negro y sedoso –La que siempre está sonriendo- que perpetuamente se acuerda de ella en sus cumpleaños porque le envidia su serenidad para existir.

Saca la agenda negra que todos los años lleva meticulosamente para ver sus citas del día y saber que es lo que “no” va a hacer esa semana, se pone sus lentes, porque a final de cuentas está escrito desde siempre, desde que se acuerda como su padre la enseño a llevarla, día a día y con la misma tinta índigo y letra alemana, con espíritu de contador de empresa familiar, los números de emergencia en la última pagina y siempre sin actualizar –A fin de cuentas nunca los he usado- junto al mío que por alguna misteriosa razón se niega a poner en la M del directorio. Todos los días de la semana cuando atardece, llega a su casa y al abrir la puerta, respira profundo para llenarse los pulmones con el olor de su morada, para avisar que ya llegó, o más bien para comprobar que no hay nadie, porque tiene varios años de vivir sola y cada vez siente más miedo al llegar y encontrar todo a obscuras, –No tengo miedo, no tengo miedo- se dice a si misma mientras llega a un apagador y lo acciona sintiendo alivio, entra a la cocina a prepararse el mismo té de azahar de siempre –Ya no sabe igual que antes- y se sienta en las sillas verdes de aluminio del desayunador para ver algo de televisión y cenar cualquier ligera que siempre la mantenga delgada –Es de mala educación cenar en la cama-

Así era todo el tiempo excepto un día cada mes, cuando me invita a… copular –Siempre me a gustado la palabra copular, es tán…diferente- era el día que aprovechaba para cambiar sabanas y poner una almohada extra, quitarme poco a poco la ropa sin dejarme participar en la ceremonia y doblarla cuidadosamente encima de su cómoda de madera perfumada –No quiero parecer egoísta pero no hay lugar en mis cajones- antes de entrar ella misma al baño presurosa, sin siquiera un pequeño coqueteo previo a la ulterior relación, para desnudarse y salir envuelta en una toalla para meterse casi subrepticiamente con las luces apagadas a la cama, para dejarse querer de a poquitos toda la noche del final del infinito, con tal silencio que opaca mis palabras, y así, hasta el amanecer. La verdad es que en una ocasión, mientras Gloria estaba en la ducha, guardé algo de ropa mía en el cajón de abajo, ese que nunca había visto abierto y me sorprendí cuando lo vi lleno de libretas meticulosamente numeradas y con los originales de los escritos –Solo es un pasatiempo sentarme a escribir, no me hagas mucho caso- de la escritora favorita de los culturosos de la ciudad, que sorpresa para mi, que no la esperaba.

Siempre tuvo miedo de no parecer lo que era, una citadina estresada esperando un día del mes, con el mismo parco maquillaje y las cejas sin depilar y solo en ocasiones especiales un poco de perfume del que usaba su mamá – Mmmm… huele como a maderas-, -Olor a encierro- le puntualizaba yo, para a final de cuentas no saber donde está la sustancia y solo amar por amar las sensaciones. Y es que somos tan incapaces de ser, ésta es la verdadera tragedia de nuestra existencia, la de no poder, o no saber ser en el presente; se que no me incumbe, pero me preocupa –¿Que dirían de mi mis amigas?… ¡Si nos vieran!- más que a ella, que ya se acostumbro a tenerme. Usa una bolsa de cuero con un monedero de broche de esas que ya no se utilizan, pero son muy practicas y en la que cabe todo, atrás de las tarjetas de crédito que no usa –Pinches tarjetas, son un fastidio necesario-, escondida, tiene una foto mía que no se de donde sacó y siempre está impecable porque solo la mira de reojo muy de vez en vez. Es una víctima consumada –¡Eres un intelectual!... eso te lo digo sin ánimo de ofender, No se necesita talento… solo dedicarse- que siempre sabe donde está su lugar y… lo disfruta con el impostor de mi compañía por una vez al mes, esperando no tomar otra utopía incorrecta nunca.

Inmensamente irrelevante -¡Cuídate mucho hijita! siempre me decía mi madre- pero no, claro que el olor a mi, no, no lo puede disimular ni con esa fragancia dulce, entre mandarina y chocolate que usa de a diario y se pone meticulosamente antes de despedirme al día siguiente en la mañana para desahuciarme, dejarme impregnado y recordándola todo el día y todo el mes, al menos, eso es lo que pienso cuando la veo en la nostalgia del ojalá ya sea fin de plazo, y me hable melancólica para doblar en el alféizar de su serenidad mi corazon.

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